La Jornada 22 de noviembre de 1998

El aburrimiento, filme que narra lo imposible de la posesión amorosa

Raquel Peguero, enviada, Acapulco, Gro., 21 de noviembre El escritor italiano Alberto Moravia llegó a la pantalla del tercer Festival de Cine Francés, bajo la mira del director Cédric Kahn, en la película El aburrimiento, una dura propuesta que constata la imposibilidad de la posesión amorosa. Al lado, pudo mirarse una curiosa comedia romántica, La nueva Eva, de Catherine Corsini, en la que se retratan las vicisitudes de una mujer que dice no requerir del amor, pero cuando lo encuentra se azota hasta lo imposible para apresarlo.

Basada en la novela de Moravia El hastío -que aquí lo tradujeron como El aburrimiento- encantó tanto a Kahn cuando lo leyó que decidió de inmediato adaptarla para el tercer filme de su producción, porque la materia de la novela le permitía ``mostrar la complejidad de los personajes que la encarnan, ya que son muy dobles en sus actitudes y formas de ser. A menudo en el cine -señala el director- los personajes son muy esquemáticos, y por eso me pareció importante y fascinante poder mostrarlos en la pantalla, porque los personajes son como el ser humano, no están en blanco y negro, de manera maniquea, sino expuestos en toda su complejidad, como la vida misma''.

La cinta cuenta -grosso modo- el azote de un profesor de filosofía que se encuentra en plena depresión profesional y personal y que conoce a una jovencita por la que se apasiona de tal forma que lo hunde cada vez más. La amoralidad que permea el tema, dijo, en la novela es ``más fuerte, pues pasa en Italia y ahí ésta es una cosa que no aparece aquí, que es la fuerza del catolicismo, lo que hace al personaje más cartesiano y, con ello, por supuesto, más francés''.

Poco proclive a la charla, después de media docena de entrevistas, el director del filme sólo remarcó, sin explicitar, las adaptaciones que hizo al texto de Moravia. Habló, por supuesto, del cambio de época, de la forma en que los protagonistas se conocen -en el libro son vecinos- y de la creación del personaje de la ex mujer del maestro. ``Eso es un poco distinto en la novela'', donde el personaje principal -interpretado por Charles Berling- es más introspectivo, pero en la película habla más, porque la figura de su ex mujer, que encarna Arielle Dombalse- le permite hablar con ella de Cecile, es decir la debutante Sophie Guillemini.

Para Catherine Corsini, también es importante plasmar en su cine personajes parecidos a los de la vida real. Lo que le interesa, asegura, es hacer un cine que ``recupere ciertos sentimientos y provoque una emoción especial. Trato de no enclaustrarme con un tema específico, aunque suelo identificarme con personajes a contracorriente''.

Así es Camile (Karin Viard) que, a decir de la actriz, ``es una proyección de Corsini, que rescribió el papel para mí''. Por ello su manera de pensar, agrega la directora, ``es muy cercana a lo que pienso del país'' donde el partido socialista no ha respondido a las expectativas que se planteaban.

Con tres películas en su haber, explica que no le interesa hacer un cine de autor, aunque la crítica la ha ``enclaustrado en esa categoría, a pesar de que hace 35 años que están pasando otras cosas''. Asegura que le gusta ``todo tipo de cine'' y que el cineasta que la ``hace soñar'' es Truffaut. Eso sí, prefiere siempre poner como trasfondo la marginalidad no sólo social sino la de quienes ``están desplazados de sí mismos''. Así lo hizo en su primer filme, Poker, que ``era más riguroso''; en el segundo -Les amoureaux Cannes- fue más ``intimista y realista'' y, por supuesto en éste, en que incursiona en la comedia.

Sobre la llegada de más mujeres a la dirección cinematográfica, dijo que, al principio de su carrera, pensaba que en ese ámbito no había mucha diferencia en el trato, pero ahora ``hay una especie de misoginia activa''. Sin embargo, con-sidera, es algo inherente a la ``sociedad en que vivimos, sobre todo en Francia, y se nota en la producción de las películas''. Corsini ejemplifica con que en esta cinta, que tiene en el protagónico a una heroína, ``sentí esa misoginia todo el tiempo, pues los demás del staff, que en su mayoría eran hombres, mostraban una especie de alergia hacia nuestro género y decían que había demasiadas mujeres en la producción''.