Las pasiones son para siempre; no hay forma de cambiarlas: Marías
César Güemes Ť Tuvo que venir él, desde Madrid, para romper el hechizo con un sortilegio. Su presencia, más la compañía de Juan Villoro y Carmen Boullosa, acabaron de una vez por todas con la maledicencia que pesaba sobre la Sala Manuel M. Ponce. El la llenó, ellos la llenaron. No hubo acarreados culturales ni propaganda excesiva y no se regaló al final más que firmas autógrafas del autor. Javier Marías fue el responsable. Muy lejos de la solemnidad, vino a instalarse para hablar, entre sus temas preferidos, de futbol. En efecto, Marías es más merengue que nadie y lejos está de soportar que alguien grite una porra en favor del Atletic, y más lejos todavía del Barza.
Parte de la charla entre los mencionados son las líneas siguientes.
Villoro: hace no mucho escribiste, en vísperas de la Copa Europea que jugaba el Real Madrid...
Marías: soy merengue, soy del Real Madrid. Villoro: decías tú, estoy seguro de que el Real va a ganar, y tenías una certeza: eso lo decía un niño del barrio, un niño que ha creído en sus héroes, en el equipo, y hablabas con la autoridad de la infancia. Con esa autoridad ganó el Real Madrid a la jornada siguiente. Lo que me parece es que en tus artículos, especialmente de futbol y en algunos de cine, recuperas este gusto por pasiones infantiles. Y en tus novelas aparecen los niños, a veces como testigos incómodos; recuerdo Mañana en la batalla piensa en mí, en la que el niño es un testigo incómodo de lo peor que puede ver que es la muerte de su madre. Lo mismo pasa en Negra espalda del tiempo, en la que aparece Julianín, un niño sin historia. De alguna manera el tema de la infancia en textos recientes tuyos orbita tus trabajos pero no hay del todo una recreación. Me gustaría que hablaras de los niños en tu obra.
Marías: por un lado están bien observadas algunas cosas de las que has dicho. Vamos, lo que creo que nunca he hecho y nunca haría es escribir desde los ojos de un niño. La mirada de un niño puede tener cierto interés si lo ve en realidad un adulto. Lo cierto es que ellos tienen que crecer un poco todavía para ciertas cosas. Es un subgénero de la literatura en español que no comparto.
La mirada del niño
``En cambio, lo que sí me puede interesar bastante como sucede en Mañana en la batalla... es tener en cuenta que existe la mirada del niño. Cada uno, quiera que no, se considera protagonista de su propia vida. Maleados por tantas novelas y películas, vemos nuestra vida como una cinta o como una narración, y siempre nos vemos como el protagonista bueno, aunque seamos malos. Lo que resulta difícil es ver que en la historia de los otros podemos ser desde insignificantes hasta anecdóticos o malos. El caso es que eso pasa en la vida y en las novelas. Y ahí entran los niños con su punto de vista, con su mirada, con sus sensaciones.
Finalmente, el escritor retomó la línea del futbol: -Recuerdo un texto de Manuel Vázquez Montalbán, en el que señala cómo todos cambiamos de gustos literarios, culinarios o cinematográficos, pero jamás cambiamos de equipo de futbol. Es muy raro que alguien diga ``este año voy a ser del Atletic''. Yo no puedo imaginarme diciendo que voy a ser del Atlético de Madrid, de esos colchoneros. Jamás. Las pasiones son para siempre, no hay forma de cambiarlas. El resto de la charla entre los escritores es historia. Pero con seguridad se recordará felizmente el día en que la Sala Ponce se llenó al triple de su capacidad (monitores externos incluidos).