Enrique Calderón Alzati
Encuestas electorales

Ladran, Sancho, luego es que cabalgamos

El pasado 13 de noviembre, el periódico Reforma publicó un artículo de su distinguido columnista Sergio Sarmiento, en el que hace referencia a la gran credibilidad que han adquirido las encuestas políticas por su capacidad de predecir resultados electorales. Sarmiento señala que, sin embargo, no todas ellas tienen resultados acertados, por lo cual dedica el resto de su escrito a separar las buenas encuestas y las organizaciones que las realizan, de las que son malas, poco profesionales o de plano, malintencionadas.

No tengo ninguna duda de que la motivación del señor Sarmiento de orientar a la opinión pública sobre este tema, tal como lo ha hecho en otros casos, es desde luego loable; y espero que lo pueda continuar haciendo. Desafortunadamente para mí y para mi organización, la Fundación Arturo Rosenblueth, su juicio fue muy severo, seguramente por no contar con información un poco más completa de nuestro trabajo.

Con el ánimo de enriquecer su acervo de información sobre el tema, quizás valga la pena mencionar que en la pasada elección de Zacatecas pudimos predecir el triunfo de Monreal con diez días de anticipación a las elecciones y confirmarla 15 minutos después de que se cerraran las casillas, a través de una encuesta de salida, despertando un entusiasmo inusitado, pero entendible, entre la población de ese estado.

Anteriormente y en el caso de las elecciones del Distrito Federal, estuvimos en condiciones de anunciar el triunfo del PRD en 38 de los 40 distritos que definen la Asamblea Legislativa, con dos semanas de anticipación a las elecciones, cuando la creencia dominante era que el PRI obtendría la mayoría absoluta de posiciones en ese cuerpo legislativo.

Claro que todos estos resultados parecen justificar su aseveración de que somos una organización ``cercana al PRD'', sólo que esta cercanía no nos impidió prever, por ejemplo, que el candidato del PAN a la gubernatura de Querétaro y actual gobernador ganaría las elecciones de ese estado en julio de 1997, contra todo lo que se pensaba en los círculos políticos. Seguramente el columnista tampoco supo que nuestra organización realizó una encuesta de salida en las recientes elecciones de Aguascalientes, con un resultado cuyo margen de error fue menor al uno por ciento.

Pero las cosas van un poco más lejos; en los comicios presidenciales de 1994, la Fundación Arturo Rosenblueth, en colaboración con Alianza Cívica, informó a la prensa nacional e internacional sobre el triunfo electoral de Ernesto Zedillo, a partir de un conteo rápido realizado en todo el país y con un error muy pequeño. Con estos hechos apuntados, sólo a manera de ejemplo y ampliamente documentados por la prensa en cada caso, quisiera dejar constancia que para ser una ``organización cercana al PRD'', nuestra actuación ha sido bastante más abierta de lo que se podría esperar.

Queda por aclarar el aparente ``error'' de nuestros resultados en Oaxaca y Tlaxcala, donde señalamos como triunfadores a los candidatos del PRD en ambos casos. Así en el triunfo más reciente de Sánchez Anaya, en Tlaxcala, informamos de una ventaja de 49.5 por ciento de votos para ese candidato, contra 38.7 del candidato del PRI, mientras que los resultados oficiales del órgano electoral registran una diferencia del orden de siete mil votos, es decir un dos por ciento para todo el estado.

Aquí tengo que aceptar una deficiencia estructural de la metodología que seguimos y que nos impide prever la magnitud del taquero de votos que se depositan ilegalmente en las urnas, como tampoco podemos esperar que las personas que ha vendido su voto (como aparentemente sucede) tengan a bien informárnoslo.

Esta reflexión nos lleva a comentar otro hecho no mencionado por el señor Sarmiento y es que, tanto las como los conteos rápidos, tienen como posible efecto directo, la detección de acciones ilícitas durante y después de la jornada electoral.

Hay diferencias entre los resultados del instituto electoral y los de la Fundación Rosenblueth. Asegurar que el error está en los segundos, es realmente aventurado y refleja quizás la ingenuidad del señor Sarmiento de suponer que los oficiales constituyen la verdad absoluta, dejando a un lado el hecho real de que ni el IFE, ni los institutos electorales cuentan con instrumentos efectivos para evitar la compra de votos y la cooptación de los sufragantes, cosa que sí saben con certeza los habitantes de Tlaxcala y Oaxaca, de acuerdo con las encuestas que realizamos en esos estados.