Los sucesivos anuncios gubernamentales sobre la implantación de medidas recesivas -recortes presupuestales, alzas de impuestos y creación de otros nuevos, fin de subsidios generales, incrementos a los precios de los combustibles y de la electricidad- han generado un clamoroso rechazo en los más diversos sectores de la sociedad nacional: desde organizaciones sindicales y campesinas hasta cúpulas empresariales, pasando por partidos políticos, organismos civiles, asociaciones de profesionistas, medios informativos, ámbitos académicos y partidos políticos -incluidas voces divergentes en el seno del propio PRI- han manifestado su preocupación, su indignación o su repudio por el empeño gubernamental en pagar al costo que sea, incluso generando una depresión económica, el rescate de los bancos privados emprendido en 1995.
Sin ignorar graves consecuencias de la política económica, como la extensión de las pérdidas de empleos, de la carestía y de los efectos inflacionarios que las medidas gubernamentales anunciadas están teniendo ya en los sectores más desprotegidos de la población, uno de los efectos que deben ser señalados es el del incremento del rezago cuantitativo y cualitativo que, en materia de educación superior, enfrenta el país. Antier, las máximas autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) advirtieron, por separado, que los recortes al presupuesto educativo causarán severos estragos en esas y otras instituciones de enseñanza superior, las cuales de por sí han venido enfrentando significativas limitaciones económicas en los últimos diez años.
Ayer el Consejo Nacional de Fomento Educativo señaló que la segunda de esas universidades es la única que incrementará su gasto el año próximo, y lo hará en 136 mil pesos, es decir, en cosa de una diezmilésima parte.
En otro sentido, la investigadora Catalina Inclán, del Centro de Estudios sobre la Universidad, afirmó que los maestros de primaria mexicanos ganan, en promedio, la décima parte que sus colegas de Estados Unidos, el principal socio comercial de nuestro país.
Asimismo, se informó que todas las dependencias educativas, menos una, sufrirán recortes presupuestales, en términos reales, de entre 10 y 15 por ciento.
Si se considera que la educación, en todos sus niveles, es la más necesaria inversión nacional a futuro para resolver sus más acuciantes problemas políticos, sociales y económicos, y que en las circunstancias actuales la infraestructura y la estructura educativas del país se encuentran ya severamente dañadas por más de tres lustros del neoliberalismo en el poder, es inevitable concluir que el paquete recesivo propuesto por el gobierno para el año entrante lesionará gravemente el futuro nacional. Es necesario insistir, por ello, en el deber de los legisladores de todos los partidos de rechazar las iniciativas señaladas y generar alternativas presupuestales y fiscales menos destructivas para el país.