Arturo García Hernández/III y última Ť Dados los intereses que hay de por medio y las condiciones en que se practica, ¿es posible desterrar la payola? Alejandro Ordorica, miembro de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía de la Cámara de Diputados, admite que el punto ``es una de las asignaturas pendientes'' que habrán de considerarse en la inminente revisión y actualización de la Ley Federal de Radio y Televisión de 1960.
Ex titular de la dirección de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación, Ordorica cree posible, si no terminar con la payola, sí reducirla sensiblemente. De distintas maneras ligado a la cultura durante su carrera en la administración pública, el ahora diputado perredista lo tiene claro: ``la payola es una práctica que se ha dado históricamente en muchas estaciones, no digo que en todas. Y habla más de intereses comerciales que de un interés público y menos educativo o cultural''.
Aunque cauteloso, reconoce que actividades en las que fluyen recursos que no están a la vista y debidamente registrados, son propicias para prácticas como el lavado de dinero: ``No afirmo que sea así, porque no se puede constatar, pero en la medida en que no hay controles, puede ocurrir''.
Desde su perspectiva, existe el contexto jurídico necesario para frenar los pagos discrecionales que las compañías disqueras hacen a las radiodifusoras para que programen sus producciones de manera preferencial: ``Si revisamos la Ley de Radio y Televisión vemos que entre sus propósitos destaca el hecho de que se difundan nuestra cultura y nuestras tradiciones. Aquí el asunto es que las partes involucradas se pongan de acuerdo para que en la radio también podamos tener otras propuestas musicales y no sólo las que representan un interés mercadotécnico''.
-La ley es muy general y no se refiere expresamente a la payola, ¿no convendría ser más específicos?
-Creo que sí. Es una de las asignaturas pendientes que tenemos para efectos de la Ley Federal de Radio y Televisión. En diálogos y consensos con los sectores involucrados podemos avanzar juntos, que es la manera de asegurar efectivamente un compromiso conjunto.
Consultado al respecto, Javier Corral Jurado, presidente de la Comisión de RTC en la Cámara de Diputados, dijo no poseer un conocimiento a fondo del problema. Pero, consideradas sus implicaciones, estuvo de acuerdo en que es necesario analizarlo desde un punto de vista jurídico.
El caso gringo
En Estados Unidos la payola fue declarada ilegal en 1960. De acuerdo con el abogado Raúl M. Ramírez, del bufete Ramírez & Associates (Del Mar, California), tanto la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, Código 47 de Regulaciones Federales) como la Comisión Federal de Negocios (Sección 5) han establecido penalidades para la práctica payolera que van desde una multa de 10 mil dólares o prisión de hasta un año, o ambas.
En un artículo publicado en la revista Los programadores. The radio news-press (marzo de 1998), Ramírez anota: ``La razón por la cual Estados Unidos tiene tales leyes, es por la premisa de que el público tiene el derecho a saber cuando alguien tiene un interés financiero respecto de lo que se oye en el aire. Más aún, el gerente de estación, el propietario u operador deben ejercer una `diligencia razonable' para determinar si cualquiera de sus empleados está involucrado en esta práctica de aceptar dinero ilegal u obsequios a cambio de tiempo de transmisión. Diligencia razonable es un término legal que significa que los supervisores o gerentes deben dar pasos razonables para descubrir si tales prácticas están ocurriendo en su estación''.
La conexión mexicana
Con el pago y recepción de payola, no sólo se violan las disposiciones legales antes citadas, sino ``también las leyes y regulaciones del Servicio de Recaudación de Impuestos (IRS) sobre ingresos no declarados y devolución de impuestos. El resultado puede ser una auditoría de todas las partes involucradas. Adicionalmente, las agencias estatales de impuestos también pueden intervenir y usar tácticas similares para descubrir todos los ingresos no declarados''.
Los infractores de las leyes antipayola -continúa Raúl M. Ramírez en el texto de marras- también pueden ser afectados por las leyes del Acta de las Organizaciones Corruptas e Influencias Ilegales: ``Estas leyes fueron utilizadas contra el promotor de discos Joe Isgro en 1990. El juicio incluyó cargos de pagos no declarados en dinero en efectivo y cocaína a empleados de estaciones de radio''.
Para las autoridades estadunidenses, la diferencia entre payola y promoción legítima radica en que se informe al público o no, que una transmisión fue pagada, y que ese pago quede debidamente registrado. Entrevistado por Los Programadores (publicación que aborda sistemáticamente el tema) en mayo de este año, Charles Kelly, jefe de la División de Fiscalización del Departamento de Medios Masivos de la FCC, señala que el Acta de Comunicación, sección 17, estipula que ``si la estación recibe dinero a cambio de pasar material al aire, la emisora (...) debe anunciar al aire que esta transmisión fue pagada''. Y advierte: ``Si aceptan el dinero y no mencionan que el programa es pagado, entonces han violado los reglamentos del Acta y los reglamentos de la Comisión'', haciéndose acreedores a multas.
Fue por la violación a estas disposiciones legales que, en el Buró Federal de Investigaciones (FBI) se inició, a finales de 1997, una investigación contra Fonovisa, filial de Televisa. Según un boletín de la disquera mexicana, fechado en mayo de 1996, en el primer trimestre de aquel año había alcanzado ventas de 30 por ciento del mercado latino en aquel país, teniendo como caballitos de batalla a intérepretes como Lucero, Enrique Iglesias, Los Tigres del Norte y Marco Antonio Solís, entre otros.
La investigación a Fonovisa fue destapada por Chuck Philips, reportero de Los Angeles Times, en junio de este año. En el escándalo -informó Philips- están involucradas 20 radiodifusoras y 18 distribuidoras discográficas que fueron requeridas para responder a un juicio civil por practicar la payola. Al respecto, el reportero aventura la tesis de que los empleados de Fonovisa pudieron incurrir en el ilícito por desconocimiento de las leyes estadunidenses y confiados en que el pago discrecional a programadores es una ``práctica legal y común en México'', lo cual es inexacto: es común, sí, pero no es legal: simplemente no existe una normatividad al respecto.
Una vez destapado el caso, según Los Angeles Times, la presencia de Fonovisa en las radiodifusoras angelinas se derrumbó 50 por ciento, después de que los pagos de payola se suspendieron.
Sobre el particular, Fernán Martínez, representante de Enrique Iglesias, comenta: ``Hasta ahora todo es una investigación. No hay nada que esté comprobado, pero la payola no es nada nuevo ni en México ni en Argentina ni en Chile ni en China ni en Estados Unidos. Son formas de promoción y las compañías invierten mucho dinero en la radio, lamentablemente. Eso existe. Ahora, que haya afectado a Enrique, para nada. Cuando un artista está sólido vende, y cuando funciona, funciona''.
Quien fue asesor del presidente de Colombia, Andrés Pastrana, durante su campaña electoral, admite que en el caso de México tal vez haría falta una regulación en la materia, pero asegura que no conoce ``mucho de eso''. La promoción en radio ``es muy de cada empresa y cada compañía es fuerte de acuerdo con la fuerza que tenga en la radio. ¿Cómo lo hacen? No sé. Es como los chorizos: uno tiene que comérselos y disfrutarlos sin preguntar ni averiguar cómo se hacen. Hay que aceptarlo. Yo no sé qué haya hecho Fonovisa, ni lo quiero saber. Enrique y yo apoyamos a la compañía''.
Di ``no'' a la payola
¿Legalizar la payola en México? Para Eduardo Llerenas, director de Discos Corason, ``sería sensacional'' reglamentar la promoción musical en la radio: ``Se establecería el juego limpio, sería perfecto, tendrías un recibo y el compromiso de la estación de radio de promover tu disco. Porque uno nunca sabe lo que pasa tras bambalinas. Si se legislara, tú llegarías con el disco que quieres promover y te dirían: `está bien, estas son las tarifas'. Habría un lenguaje abierto''.
No todos ven con optimismo la posibilidad de reglamentar la payola, sustraerla de la clandestinidad para que tome forma de promoción legítima. Hay quienes consideran tan difícil su legalización como la de las drogas. ``Se enriquecen demasiadas personas con esto como para que desaparezca de la noche a la mañana'', dice una cantante dedicada a la producción discográfica independiente: ``Yo ya de alguna manera me resigné. Además, no la necesito, mis discos, en los que yo canto, se venden solos. Pero llegué a sacar ocho producciones de otros artistas, ¡carísimas! ¿Para qué? Para que ni siquiera me las recibieran las disqueras y terminara yo fabricándolas y distribuyéndolas con los cuates. No me importa el dinero, pero sí las ganas y las ilusiones de jóvenes talentosos tiradas a la basura por no tener oportunidad de darse a conocer''.