Puedo hacer muchas cosas, menos quejarme de cómo me trata la vida
Si alguna información debo tener para mis novelas, llegará, afirma el escritor
César Güemes Ť Conversar con Javier Marías o escucharlo es cuento largo. Anda ahora el escritor español por mexicanas tierras, con motivo de presentar hoy su más reciente libro, Negra espalda del tiempo (Alfaguara). No es posible decir de este trabajo que sea una novela, aunque tampoco, como él mismo ha confiado, es posible decir que no lo sea. Vamos, el personaje central es él y los hechos que narra ocurrieron en el mundo real. Claro, cuando estos sucesos pasan por el tamiz de la memoria, entramos en el terreno de la ficción, por muy bien que se recuerden los datos, los nombres, los rostros.
Marías ha elaborado un libro con historias varias de muy distintas procedencias. Aunque, curiosamente, no son asuntos que él se haya decidido a investigar: ``Es excesivo, me parece, entrometerse en la vida de otra persona tanto como leer sus diarios o sus cartas. Si alguna información debo tener para mis novelas, llegará. Y si no llega es que en verdad no la necesitaba''.
El placer de contar algo
-¿No teme quedarse un día sin historias por contar si continúa con ese método?
-Ninguno. Siempre que escribo un nuevo libro y lo termino, pienso que ya no tengo nada extra qué decir. Pero no me da ningún temor. En todo caso, si un buen día o un mal día, según se vea, se me acaban las historias, tendré más tiempo para ver el futbol o para estar con la gente que quiero.
-Parece, pues, que en su caso no se escribe por necesidad y mucho menos por obligación.
-Desde luego que no. Escribo porque me gusta, porque forma parte de las actividades de mi vida. Y no escribo todo el tiempo. Puedo dejar que pase un año o dos sin que me decida a hacer una nueva novela. Y es distinto que no haga ningún plan concreto para llevarlas a cabo a que las tome a la ligera. Las tomo muy en serio, por eso les voy dando su tiempo. Sé que hay escritores que dicen que no sólo ven a la literatura como una obligación, sino que incluso sufren para escribir. Pues allá ellos, yo escribo por el placer de contar algo. Nunca veré a la literatura como una obligación.
-¿Tiene algo que ver con usted la palabra disciplina?
-Tienen que ver las palabras cuidado o atención, porque cuando escribo trato de que aparezca publicado lo mejor que sé hacer. Pero hasta ahí. Las ventajas de ser escritor es que no se tiene uno que levantar muy temprano y no hay ningún jefe al cual rendirle cuentas.
-En la segunda cubierta de su más reciente libro aparece una imagen que casi con seguridad es su hermano Julián. ¿Es así?
-Es una imagen basada en una fotografía de mi hermano.
-Cuando aparecen unidas en la narración las palabras tiempo y negra espalda es justo cuando habla de su hermano.
-Bueno, puede ser que aparezcan en otras partes. El caso es que sí se relacionan con él porque siento que está en un sitio que no es el nuestro. Vamos, la negra espalda del tiempo contiene todo aquello que no sucedió, que se malogró. Mi hermano, a quien lo considero así aunque no lo conocí jamás porque falleció antes de que yo naciera, debe estar ahí, en ese lugar que forma parte de la espalda del tiempo, del revés, de lo que no sucedió entre nosotros ni con nosotros. A eso se debe, también, que el libro esté dedicado a mi madre, in memoriam, y a Julianín, ``sin memoria''.
-Diga cómo escribe, ¿recurre a la tecnología o prefiere el modo de siempre, primero a mano y luego a máquina?
-Primero a máquina y luego corrijo o agrego a mano. Me gusta ver el papel, oír el sonido de la máquina y disfrutar cambiando párrafos, tachando líneas, sustituyendo palabras o dibujando flechitas.
-Se niega a usar el ordenador.
-Me rehúso porque no le he encontrado todavía un fin práctico para mis necesidades. Me gusta perder el tiempo, en el mejor sentido del término, cuando escribo. La vida de hoy es rápida y casi la única posibilidad que existe de darse a uno mismo un poco de paz y calma, al menos en mi caso que me dedico a escribir, es cuando hago mis libros. Claro, hay personas que llegan a sorprenderse cuando les digo que no tengo ordenador y que no sé cómo se maneja. Pero sucede que no lo he requerido. Si volviera a hacer traducción, como la hice en el pasado, me acercaría a ver cómo funciona el aparato porque parece que es un gran auxiliar en ese tipo de trabajos. O si me dedicara al periodismo. Si no es así, prefiero la máquina.
-De cierto modo se dedicó al periodismo para hacer Negra espalda..., la información debió llegarle de algún lugar.
-Apareció poco a poco y de manera sorprendente. Manejo esa información que tengo pero no la indago, no la busco.
-¿Conviene en que su trabajo es de orden reflexivo y no de aventuras o peripecias como los de Conan Doyle o Simenon, a los que alude en su más reciente obra?
-Estoy de acuerdo parcialmente. La obra de Conan Doyle no es toda de aventuras, también contiene sus dosis de reflexión. En cuanto a la de Simenon, la menciono relacionada con las lecturas de mi padre, que tiene una cantidad enorme de los títulos que consiguió publicar el escritor. Luego, Negra espalda del tiempo, aunque pudiera parecerlo, no es toda una sola reflexión.
Rescatar vivencias peculiares
-Ni tampoco es un monólogo, aunque también lo parezca.
-Ni un monólogo, desde luego. Es diferente que haya una voz narradora que lleva el hilo de la novela, por llamarla de algún modo, a que haya intentado sostener esa sola voz a lo largo de toda la trama. Hay varios apartados considerables, como aquel en donde un personaje muere aquí en la ciudad de México, en los que la narración es distinta y entramos ya al terreno de la aventura o de la acción si es que esa forma de llamarle nos aclara las cosas.
-¿Conocía México?, ¿lo tuvo que conocer para documentar ese apartado?
-No lo conocía y me pareció que no era necesario conocerlo para ese solo capítulo o esas referencias, porque dos personas de aquí me enviaron documentos que me daban la información precisa. No hacía falta realizar el viaje, aparte, porque no habría encontrado mucho más sobre el personaje que aquí muere si hubiese buscado yo la información.
-Ya que es usted el mismo afuera de la novela que el de dentro, ¿hablamos de autobiografía cuando decimos Negra espalda del tiempo?
-Hablamos de que aparezco narrando y de que lo dicho por mí está sustentado en hechos de los que tuve noticia, pero no es una autobiografía, ni el inicio de ella, porque realizar una es muy complejo, muy largo y no era mi idea. Quise rescatar de entre las cosas que me sucedían a éstas que son peculiares.
-Ciertamente existen historias dentro de la obra que parecen más propias de la ficción. Hay numerosas coincidencias.
-Y es por eso que valen más contadas como hechos sucedidos que como partes de una ficción. Carecerían de verosimilitud si hubiera dicho que eran nada más un invento. Y no lo son. Esto las hace creíbles. Sólo en la vida real podría pasar.
-Su trabajo ha sido reconocido con una cantidad numerosa de premios. ¿Así está bien?, ¿los esperaba?
-Nadie los espera si ve objetivamente cómo son las cosas en el mundo editorial. Los premios llegan o no llegan. Al igual que las ventas altas, se dan o no se dan. En mi caso han llegado los premios y se han dado buenas ventas. Así ha sido, es algo que no controlo y que no busco. Y por esto te digo que si alguna vez la vida me retira todo eso, no voy a quejarme. Soy un escritor que puede hacer muchas cosas, menos quejarse de cómo lo ha tratado la vida.