Cinco compañías trasnacionales (BMG Ariola, Warner Music, Polygram, EMI y Sony Music) se reparten 75 por ciento del mercado mexicano del disco. Fonovisa y Universal Music se dividen otro 11 por ciento. Y son éstas las que dominan el cuadrante radiofónico.
Las disqueras independientes -dice Alicia Casorla, directora general de Amprofon- ``por su tamaño, no tienen una contribución importante al mercado y les es difícil tener canales efectivos de distribución y difusión''.
Sin embargo, son disqueras independientes las que tradicionalmente han venido arriesgando y haciendo las apuestas más estimulantes de la música popular en diversos géneros. Ahí está Pentagrama, en cuyo amplio catálogo figuran los primeros discos de Cecilia Toussaint, Rodrigo González, El Personal, La Camerata Rupestre, por mencionar unos cuantos. No se queda atrás Discos Corason que ha hecho valiosas grabaciones de música tradicional mexicana y latinoamericana, por no mencionar la coproducción del ya célebre Buena Vista Social Club, con músicos cubanos.
Y qué decir de Opción Sónica, en la que ha grabado sus dos primeros discos Julio Revueltas, guitarrista de altísimos vuelos. También en Opción Sónica están los discos de Jaramar, el Odio fonqui de Jaime López y los de Microrritmia, un par de chavos queretanos que desarrollaron una técnica para tocar a ``hipervelocidad'', lo que les ha valido el reconocimiento de Philip Glass, con quien probablemente hagan un disco.
La lista de propuestas surgidas de estas disqueras puede prolongarse sin límite, pero la cuestión es ¿por qué prácticamente no han tenido presencia en la radio mexicana? Cosa de lamentarse si se considera que ese medio es actualmente el ``informador musical'' por antonomasia.
Conformismo del público
Edmundo Navas, director de Opción Sónica, no tiene dudas sobre la importancia del papel jugado por esa disquera en sus ya diez años de existencia: ``Hemos dado la posibilidad de que artistas mexicanos de gran calidad y propuestas a veces muy atrevidas puedan tener un disco en circulación. Esto les permite tener conciertos, hacerse de seguidores y -algo constante- darse a conocer en el extranjero, donde a menudo son mejor recibidos que aquí (...) Lo más triste de la música en México no es que no descubran a Opción Sónica, sino el conformismo brutal que existe en el público, determinado por la radio y prácticas como la payola. Creo que el público mayoritario, la masa, ha dejado de buscar otra música que no sea la que oye en la radio''.
Eduardo Llerenas describe, por su parte, a Discos Corason como ``una pequeña bolsita en este mundo. Evidentemente lo que hacemos y producimos es una serie de propuestas musicales que no inciden mucho en las demás disqueras''. Llerenas coincide con Navas al señalar el efecto negativo que los malos usos de la radio, así como la ignorancia y los intereses económicos a ultranza, están teniendo en el gusto musical de un país''.
Llerenas subraya el divorcio que, en ese sentido, existe entre las preocupaciones estéticas de músicos y compositores y el legítimo negocio: ``Hay una desconexión muy grande ahí, la preocupación sin reparos por el negocio está devaluando la mercancía que se ofrece. Si vende, bien, si no, no. La onda es: mételo como un Dios, mételo como un rey. No es una cuestión de maniqueísmo, sino que cuando hay un divorcio así, se olvida la música''. (AGH)