José Blanco
Chirac y la globalización suicida

Jacques Chirac expresó en México destacadas tesis francesas y europeas para nuestra política internacional futura. La globalización, dijo, ``suprime el espacio y reduce felizmente las distancias entre los hombres, (pero) lleva en sí el germen de sus propias desviaciones; las agresiones contra el medio ambiente, la mafia, la droga y el terrorismo, ya desconocen fronteras''.

Habló del ``mundo perturbado'' por la finanza internacional y la necesidad de revisar los acuerdos de Bretton Woods y establecer nuevas formas de circulación de los capitales. Atribuyó gran importancia al acuerdo de concertación entre México y la Unión Europea, especialmente en el comercio, pero subrayó el error de buscar una mejor economía internacional privilegiando la libertad de comercio en vez de impulsar el desarrollo.

Chirac sabe que la globalización actual también entraña una gran injusticia social a nivel planetario. Los países centrales deben destrabar ya los muchos mecanismos opresivos que impiden el desarrollo y que en buena parte provienen del modus operandi de la economía mundial; en primer lugar, hoy en día, la pareja siniestra del rentismo y la especulación internacionales.

Ese modus operandi fue instaurado por los países desarrollados, principalmente por Estados Unidos, y es sencillamente suicida. Durante la noche americana del 8 de agosto de 1999, la población mundial llegará a 6 mil millones de habitantes. Cada año la población mundial crece en un número cercano al que habita la República Mexicana. Asia meridional, con una cuarta parte de la población, aporta 31 por ciento del crecimiento poblacional anual; Asia oriental, con otra cuarta parte, aporta 17 por ciento más; Africa, con alrededor de 12 por ciento, aporta 23 por ciento; el resto del Tercer Mundo, con 15 por ciento de la población, aporta otro 23 por ciento, y los países desarrollados (incluida la ex URSS, que debemos reclasificar hoy en el Tercer Mundo), con 23 por ciento de la población, aporta sólo 6 por ciento del crecimiento poblacional.

Las cuatro quintas partes de la población mundial, creciendo como lo hacen, no aceptarán durante mucho tiempo más vegetar en la desesperanza. Como advirtió un día Franois Mitterrand, ``ayudar al Tercer Mundo es ayudarse a sí mismo''. ¿Cómo hacerlo? La mitad del problema, escribió Michel Rocard, ``compete a los gobiernos nacionales (de los países subdesarrollados), con la cual los países exteriores, así sean desarrollados, no pueden hacer nada. La otra mitad compete a las interdependencias del mundo, con la cual los países desarrollados pueden hacer mucho''.

El problema más grave, sigue Rocard, son ``las reglas del juego mundial exclusivamente definidas hoy por un enfrentamiento entre tres: Estados Unidos, la comunidad europea y Japón. No se puede tratar la deuda del tercer mundo sin aliviar su desventaja en la exportación; no es posible querer fomentar las inversiones (ahí), sin preocuparse de la tasa de interés que las disuaden. Las soluciones no serán posibles sino después de un vasto dictamen pericial internacional hecho conjuntamente por el Norte y el Sur''.

Rocard remata de ese modo: ``Es posible poner en marcha una gran política mundial de desarrollo. El Occidente tiene los medios para ello. Estados Unidos no está dispuesto y a los japoneses les importa poco. Sólo Europa tiene el peso para ello. A Francia, en especial, le queda la inmensa responsabilidad de ponerla en marcha''.

Nunca fue tan obvia la falta grave de democracia en las relaciones entre los Estados. En esa materia todo está por hacer. No basta, ni mucho menos, con democratizar a la ONU: lo verdaderamente sustantivo, la política económica mundial, por ejemplo, se trata fuera de ella. O hay un cambio profundo en el contenido de las tareas de la ONU, o una nueva democracia ahí puede ser bienvenida pero será de escasa utilidad.

El Grupo de los Siete representa la aristocracia económica del mundo. Es preciso abrirlo y democratizarlo; convertirlo en el Grupo de los Veinte o Treinta, representantes de todas las regiones del mundo, para tomar decisiones conjuntas, decisiones de desarrollo.