Si con el aumento a las gasolinas el gobierno federal atropelló a la población, con la liberación del precio de la tortilla metió reversa para pasarle de nuevo el auto encima. Bien dice el articulista José Antonio Rojas Nieto (La Jornada, 14/11/98): no es lo mismo cuadrar cuentas que gobernar. Durante cuatro años, el actual gobierno ha ido de un tropiezo a otro y ha castigado de manera impresionante el poder adquisitivo de los mexicanos con tal de que le salgan las cuentas.
Durante este tiempo también se han manipulado el tipo de interés y el tipo de cambio, lo que llevó a millones de pequeños productores a caer en cartera vencida y, en la mayoría de los casos, a perder su patrimonio. Entre el sinnúmero de calamidades se encuentra también la obstinación gubernamental en querer convertir en deuda pública los pasivos del Fobaproa.
Hay que ubicar en los errores de diciembre el origen de la situación prevaleciente e incluso los problemas de inseguridad pública, derivada de la degradación a que han sido sometidos inmensos sectores de la población arrojados a las filas del desempleo, la miseria y la desesperación.
El problema siguen siendo el enorme monto que se destina al pago de intereses y amortizaciones de la deuda externa, la magnitud de utilidades enviadas al extranjero y los volúmenes de oferta agregada que salen de la economía nacional en forma de exportaciones para generar divisas destinadas fundamentalmente al pago de las obligaciones gubernamentales con el exterior.
Ante este escenario el gobierno cree que resolverá sus problemas con aplicar una mayor carga fiscal y aumentar los precios y tarifas del sector público, sin importar la merma del consumo interno y su efecto recesivo.
Melée
Entre 1976 y 1998 el peso se ha devaluado de 70 pesos por dólar a 10 mil 400, es decir, 82 mil por ciento. Asimismo, los precios y tarifas del sector público han aumentado en forma exorbitante. Para cubrir los adeudos con el exterior se ha aplicado una salvaje política fiscal (aumentos a IVA, ISR, predial, etcétera). Esto propició que los ingresos públicos se triplicaran y que los precios y tarifas del sector público aumentaran más de ciento porr ciento... No obstante tal política confiscatoria, la deuda externa se elevó de 80 mil millones de dólares a 144 mil millones de dólares en ese lapso. Los salarios de los trabajadores han perdido hasta 75 por ciento de su poder de compra. La firma del Tratado de Libre Comercio (que no es otra cosa que la apertura unilateral de nuestro mercado a los productos estaduinidenses y canadienses) hizo que numerosas pequeñas y medianas industrias simplemente quebraran, con la consecuente agudización del desempleo.... El actual régimen ha demostrado ser un magnífico planificador, pues en 20 días perdió más de tres veces los recursos equivalentes al Plan Marshall (unos 70 mil millones de dólares). Aún se sostiene que las medidas aplicadas desde diciembre de 1994 a la fecha evitaron la catástrofe, a pesar de haber devaluado más de 120 por ciento nuestra moneda frente al dólar en apenas cuatro años, de disminuir el poder adquisitivo de los salarios en más de 70 por ciento, de aumentar la recaudación fiscal con alzas hasta de 50 por ciento a los gravámenes, de arrojar al desempleo abierto a casi dos millones de mexicanos, de provocar el cierre masivo de empresas y de incrementar las tasas de interés en casi mil por ciento en comparación con sus valores iniciales... Sin embargo, la suma de esas medidas no ha resuelto ninguna crisis, pues la sobreoferta petrolera, de la cual nuestro gobierno decidió participar con 200 mil barriles de petróleo diarios menos, nos costó una disminución sensible en los precios internacionales del hidrocarburo, con la consecuente baja de los ingresos por ese concepto. El gobierno ha querido paliar tres veces en este año los efectos recesivos, con tres anunciadas y aplicadas disminuciones en el gasto social y con retiro de circulante, pero lo único que ha provocado es mayor inflación y especulación, aumento de las tasas de interés y mayor pobreza y miseria: la cifra de pobres aumantó de 40 a 60 millones... Decíamos que el Fobaproa se cuenta entre el sinúmero de calamidades de la política del actual gobierno, pero quizás sea este fideicomiso, lo admita o no el Angel exterminador, lo que decidirá en buena medida el futuro de la nación. La realidad es que si se parte de que el monto del Fobaproa rebasa 55 mil millones de dólares, permitirle al gobierno que lo convierta en deuda significara mayores aumentos de los impuestos y a los precios y tarifas del sector público... Los aumentos anunciados el fin de semana no son sino una muestra más de las consecuencias negativas que traerá para la población tal política. Todas las medidas adoptadas por la actual administración han demostrado palmariamente que, en lugar de mejorar, la situación se complica cada vez más, y ya es tiempo de que se atiendan los reclamos y sugerencias de la población. Si no, ¿cuándo? Ya no queda tiempo.