Elba Esther Gordillo
Francia en México

A pesar de la distancia geográfica que hay entre nuestros dos países, para bien y en algunas etapas de la historia no tanto, Francia y México han mantenido vínculos trascendentes.

Las razones pueden ser muchas, sin embargo hay una que pudiera ser la de mayor peso y esa es la idea del hombre, el concepto de humanismo que ha orientado el desarrollo histórico de ambas naciones.

Las ideas de los pensadores franceses han estado siempre presentes en señaladas etapas de nuestra historia, como la influencia de ``lo mexicano'' es una constante en la vida de aquella nación.

Seguramente por eso la visita del presidente de Francia, Jacques Chirac, a México, es de la mayor importancia, como también la tuvieron las de otros mandatarios que nos han visitado.

Todavía recordamos con emoción la presencia de De Gaulle en el Zócalo, desde donde pronunció uno de los más breves y emotivos discursos de estadista alguno, como serán motivo de recuerdo las declaraciones que el presidente Chirac hizo aquí.

El hecho de que, junto con el presidente Zedillo, exigiera la revisión de los acuerdos y las instituciones que se gestaron en Bretton Woods, es un hecho más que relevante. La realidad que las instituciones de la posguerra pretendieron gobernar, ha dejado de existir, lo que nos obliga, primero, a revisar los saldos que la aplicación de esas reglas e instituciones lograron y, después, cambiar lo que ya no responde ni a las realidades de hoy ni a las legítimas expectativas de quienes integramos el mundo.

Hay que revisar y modificar Bretton Woods, pero hay que hacerlo reconociendo que la globalización hace tan indispensables a los países ricos como a los pobres, a los que están en la punta de la era tecnológica, como a los que no se han acercado a ella.

No puede ser un arreglo sólo para el provecho de los siempre beneficiados. Hoy las crisis globales no sólo se gestan en el espacio de la riqueza. Una crisis en Estados Unidos puede ser gravísima, pero también lo puede ser una en México, en Brasil o en Rusia. Esa es la posición estratégica que la globalidad nos confiere a todos, y que debemos reconocer en las nuevas reglas y en las nuevas instituciones que se hacen necesarias.

Una prueba de la disposición francesa de ir a fondo en esa revisión es, sin duda, su ejemplar decisión de condonar la deuda que los países devastados por el huracán Mitch tienen con ella. Decisión que habla de ese humanismo siempre presente en la cosmovisión gala.

Efectivamente, cualquier arreglo de fondo para la caótica situación que la humanidad enfrenta, empezará por la revisión del capítulo de la deuda externa de las naciones. Esa fue la primera medida que Keynes recomendó cuando se le encargó volver a poner en funcionamiento a un sistema capitalista que ya mostraba su inconsistencia. Esa será la primera medida que habremos de afrontar hacia el futuro. Qué orgullo que sea Francia la que inicie el camino.

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