Vuelve a la escena en el teatro Sergio Magaña; presenta el CD Ellos

Arturo García Hernández Ť Allá a principios de los ochenta, Nayeli Nesme era una de las representantes más jóvenes de lo que entonces se llamaba el movimiento de la nueva canción, que apostaba por la diversidad temática y musical frente a la monotonía de la canción comercial. Fue un movimiento estético y político que --afirma la compositora y cantante-- finalmente se achicó, no tuvo los tamaños: ``¿Dónde está la gente, todos mis compañeros que se decían progresistas, todos los que una vez caído el muro de Berlín desaparecieron?''.

Cuatro discos después, con periodos de instrospección y silencio, y otros de búsqueda, está iniciando otra etapa en su vida y su carrera, porque para ella ambas están inevitablemente ligadas: ``Mi evolución ha sido constante, no tanto para la vida pública como internamente. Si aparezco y desaparezco del escenario, no es por dudas vocacionales, sino por circunstancias diversas que van desde lo familiar hasta lo que es esencial: todavía no encuentro un sitio para la música que hago''. Sin embargo, Nayeli Nesme acepta sin lamentos que sus búsquedas y apuestas vitales y musicales la ubican en un mundo pequeño, pero estimulante.

Determinante para ella y el proceso de renovación constante en que se encuentra fue el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional: ``El 94 fue decisivo para mí. Yo ya desde antes venía haciendo activismo con mi música, pero en ese año me transformo como artista. Con el EZLN vi que alguien pensaba, demandaba y necesitaba, lo que yo pienso, demando y necesito de este país, para que mi musica también tenga cabida. Viva la diversidad''.

--Eso hace manifiesto un compromiso, pero suele decirse que la relación con la política es peligrosa para el arte.

--En mi caso, no. No participo en foros de índole político para hacerme de un foro artístico. Es más bien una consecuencia. Para mí no está reñido; es parte de lo mismo. Digo, cuando alguien viene y me plantea que tengo derecho a la diferencia y que tengo cabida en este planeta por ser una mujer que hace una música distinta... Fue un gran despertar para mí como artista y como ser humano. Lo pensé así en función de mi necesidad intelectual, artística y afectiva.

Resultado de esa experiencia de Nayeli Nesme es su disco más reciente, Ellos (Opción Sónica), que empieza a gestarse el día mismo del levantamiento del EZLN y que es --en palabras de su autora-- ``un canto al hombre genérico. La figura, la presencia femenina es altamente formativa en mi vida, me relaciono mejor, intelectual y artísticamente con los hombres. Entonces es un canto al hombre comprometido, al hombre artista, al luchador social''.

Más aguda, observadora --``resultado de la vida misma''--, Nesme hoy se entiende mejor a sí misma y a su música: ``Lo que canto ya lo viví, no me puedo inventar historias. me encantaría, pero no puedo. Mí música es a partir de mí, pero no es egocéntrica, no es narcisa, no se encierra en sí misma, sino que se relaciona con el exterior''. En ese sentido, Ellos es claro resultado ``de mis aprendizajes''.

Además de este disco (los anteriores son Nayeli Nesme, Nayeli Nesme y el ensamble acá y Amala en trazo libre), la cantante se reintegra a la actividad artística pública con una serie de presentaciones, los miércoles de noviembre, en el teatro Sergio Magaña. Bajo el nombre de Ensayo conmigo, en estas presentaciones busca ``vivir de la manera más intensa el escenario, reventar ahí. Lo que hago ahora tiene que ver más con una amalgama deseosa de hallarse en el escenario y quitarme la rigidez emocional. Es algo que tengo que descubrir en el escenario.

``Ya tuve una experiencia en el escenario, cantando para los presos políticos de Cerro Hueco. Descubrí que algo me estaba pasando, de pronto no vi nada, estaba clavada''.

Fiel a su espíritu curioso, interesada compulsivamente por muchas cosas, Nayeli Nesme se descubre deseosa de continuar aprendiendo, explorando, soñando, porque de ahi se nutren sus canciones y eso les da autenticidad.

``Salen de mi piel, de mi sudor, de mi dolor, de mis accidentes, de mis alegrías. Seguramente, así como la vida me ha dado madrazos últimamente, voy aprendiendo y entendiendo el lenguaje de la vida misma. Creo que eso es lo más suave que tengo: poder hablar de mi realidad no como un asunto de ego, sino, insisto, en relación con el exterior''.