Luis Felipe Gómez y Jorge Félix

Contando ovejas

La Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) publica periódicamente una lista con los mejores 100 clubes del mundo. Forbes, con los 100 hombres más ricos, y si nos tomamos el tiempo, encontraremos por ahí más listas con los ``100 más'' de casi cualquier cosa.

Para no quedarnos atrás, hoy ofrecemos la lista de las tres (sí, tres) ovejas y cabras más famosas de la historia: Amaltea, Copo de Nieve y Dolly. Nos disculpamos por la omisión de las anónimas pero famosas cabras que descubrieron, hace siglos, las bondades del café en Etiopía, junto con todas aquellas que han aparecido en obras literarias, canciones populares, mítines políticos y anexos.

Amaltea tuvo el privilegio de amamantar a Zeus cuando era un niño prófugo, y su piel era impenetrable como el acero. Copo de Nieve saltó a la fama por ser la tierna cabrita preferida de Heidi. Por último, en orden cronológico, tenemos a Dolly. Los méritos de la tercera en la lista son diferentes, pero no menos espectaculares. Dolly es el primer organismo superior clonado a partir de la información genética de un ser adulto.

El anuncio público de su existencia, que tuvo lugar hace poco más de año y medio, produjo un alud de información, polémica y desinformación. Asimismo, comenzó un debate acerca de la posibilidad de clonar seres humanos y, por supuesto, sobre sus implicaciones éticas.

En Estados Unidos, el presidente Bill Clinton ordenó la suspensión de toda la investigación orientada a producir humanos genéticamente iguales hasta nuevo aviso. Los medios informativos se llenaron de proclamas en contra y a favor y, por si fuera poco, Claudia Schiffer anunció que le gustaría clonarse para ``tener más tiempo para sí misma''.

En aquellos días fue mucha la admiración por el logro tecnológico. Pero hubo también quienes se preguntaron si sería para tanto. Si lo es o no, depende de la respuesta a otra pregunta: ¿qué probó realmente la existencia de Dolly? Veamos:

Antes de Dolly, una de las suposiciones más importantes en la genética era que el núcleo de una célula cualquiera de un organismo adulto contiene la información genética completa del resto del ser. Cabe aclarar que nos referimos sólo a los organismos cuyas células sí tienen núcleo, además de que exceptuamos a las células sexuales (óvulo y espermatozoide) y a esa pequeñísima porción de ADN que se encuentra en otros organelos, por ejemplo, las mitocondrias.

La idea anterior había probado ser correcta más allá de cualquier duda razonable, pero no se había corroborado experimentalmente con todo rigor en un animal superior, como un mamífero o un pájaro. En otras palabras, los científicos sabían que era cierto casi con toda seguridad, pero no habían creado, a partir de un solo animal completo y adulto, otro animal completo y adulto, con éxito.

Aquí entra nuestra oveja. Ella es la primera muestra experimental de que, en efecto, el núcleo celular alberga el código genético del organismo. También quedó demostrado que puede producirse un animal superior completo y adulto sin la unión de las dos células sexuales. La exitosa técnica ensayada con Dolly sentó el precedente para el desarrollo de otras técnicas, como la que se usó recientemente en Estados Unidos para clonar ratones en serie. Es, en definitiva, un avance tecnológico muy importante. Pero nada más.

Amaltea amamantó a un dios. Dolly amamanta nuestra imaginación, pero debemos beber su leche con cuidado. Clonar a un ser humano a partir de células adultas es un problema aparte que, aunque es posible en principio, presenta graves impedimentos, no sólo éticos, sino económicos y tecnológicos.

De Dolly a Blade runner hay mucha distancia.

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