¡EUREKA!
El gato
Todavía es común escuchar que el pelo del gato causa esterilidad, que si alguna mujer abortó es culpa del felino y que las mujeres embarazadas no deben estar en contacto con esos animales. Sin embargo, el riesgo al convivir con ellos es casi nulo si se tienen los cuidados adecuados.
Los felinos son los únicos huéspedes definitivos del protozoario Toxoplasma gondii, debido a que sólo en ellos puede llevarse la reproducción sexual de éste. El gato puede trasmitir la toxoplasmosis, pero sólo durante una semana en la que elimina los ooquistes a través de sus heces. Los huevecillos necesitan de dos a 21 días en un ambiente favorable para volverse infectantes, de manera que si se limpia el arenero diariamente se evita el contagio.
De acuerdo con un estudio realizado por miembros de la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios de Pequeñas Especies, después de esa semana el gato crea inmunidad y no vuelve a eliminar los ooquistes. En cambio, existen focos de infección más comunes como el consumo de carne cruda o mal cocida y el contacto con tierra contaminada.
Es muy poco probable que un adulto saludable muestre síntomas cuando se expone al toxoplasma o que el gato manifieste signos de la enfermedad. Afortunadamente, un porcentaje variable de animales sanos y de la población humana presenta anticuerpos contra el toxoplasma.
Los procedimientos más usados para el diagnóstico de la toxoplasmosis consisten en la examinación fecal para detectar los ooquistes y pruebas serológicas para la determinación de inmunoglobulinas.
Para evitar riesgos se recomienda alimentar al gato con productos procesados y evitar siempre la carne cruda. No debe salir a cazar pájaros o ratas. En tal caso, se debe colocar un cascabel en su cuello para ahuyentar a la presa. Asimismo, se debe cocer bien la carne que consumimos, usar guantes para trabajar con tierra y cambiar el arenero diario, procurando que no lo hagan las mujeres embarazadas, ya que el sistema inmunológico del feto aún no se desarrolla completamente. (Mirna Servín)