Bazar de asombros


Sal-James-River...

Este bazarista de nuevo fue a perorar a Jalapa, arriesgándose a que las autoridades políticas, culturales y el respetable público lo declararan perorante non grato por insistente y torrencialmente locuaz. Para su fortuna triunfó la paciencia jalapeña y se impusieron las buenas maneras en el salón de los desaguisados verbales. Formaron el público, Sergio Pitol y Guillermo Villar (en la cárcel, la cama y las conferencias se conocen los amigos), algunos maestros de la Universidad, señoras y señores de grupos culturales y un maravilloso contingente de adolescentes que escucharon con buen humor e inteligencia crítica, las ``distancias'' que producíamos los ``miembros del presidium distinguidos y honorables'', tanto por la avanzada edad como porque se nos alcanzaba a distinguir desde todos los ángulos del salón.

Ahí estábamos para presentar el muy gozable libro de narraciones cortas de Armando Ortiz, buen escritor y hombre lleno de utilidades, pues conduce un taxi y, los fines de semana, hornea unos pecaminosos pasteles de manzana que compiten con el ilustrísimo pan de Xico. El volumen presentado nos cuenta historias de la adolescencia y homenajea a ese mártir de la fama y la industria de la imagen que fue River Phoenix.

Este alharaquiento (iba a decir ``gárrulo'', pero lo detuvo ese pudor lingüístico que, cada vez con menor frecuencia, se interpone entre su deseo de contar cosas y compartir experiencias y el proyecto de impresionar mostrando las galas de su prosa, más bien decimonónica, como dice un crítico capitalino que quiso ser nuestro Karl Kraus y se quedó en fajador de la arena Coliseo) bazarista, antes de iniciar su perorata, recordó una parecida ocasión en la que se vio envuelto: Madrid, 1981. El Salón de Actos del Instituto de Cooperación Iberoamericana (antes de Cultura Hispánica y, a la muerte del espadón aferrado al brazo incorrupto de Santa Teresa, convertido en cooperante gracias a un buen ``desculturahispanicazador'') y una mesa redonda para presentar un libro sobre las angustias y perplejidades de la adolescencia, escrito por una distinguida especialista en esa etapa de la vida tan llena de hermosos ardores, preciosos malos pensamientos y gozosos tocamientos impuros (a uno mismo o, de preferencia, a los compañeros de pecados de la carne.) Eran siete miembros del sexo debilucho y la fortachona tratadista. El ex tocador impuro, y ahora bazarista con memorias impúdicas, contempló el cuadro y, al constatar que todos los presentadores habían hablado de soledades, búsquedas y, sobre todo, masturbaciones, se atrevió a describir a los ocho participantes como ``Blancanieves y los siete onanitos''. Savater, Luis Rosales, Pepe Hierro, Félix Grande y Aranguren celebraron el retrato, pero otros dos señores del mundo académico y de la Orden del Temple psicoanalítico, lanzaron al retratista algunas de esas miradas oblicuas a las que está acostumbrado cada vez que ejerce de cómico a veces aceptable o de comicastro más bien errático.

El libro de Armando y su emocionada memoria de River Phoenix, el ex miembro de la iglesia de Los Hijos de Dios (``secta'' diría el Vaticano, cada vez más ``Trentino'' y nostálgico de las hogueras aleccionadoras y los potros en los que se desarticulaba a los herejes ``para que no se las anduvieran''), inmolado, como James Dean o Sal Mineo, en el altar de la fama que no da respiro y obliga a sus oficiantes a ser fieles sin desmayo a la imagen que les han asignado. My Own Private Idaho y Rebel Without a Cause se nos juntaron en la memoria y el destino ciego o la preferencia de los dioses fueron los mitos utilizados para ``explicar'' esas muertes tan pavorosamente prematuras.

Al final, este bazarista se puso a comentar con los adolescentes algunas de las teorías sobre la ``terrible'' adolescencia. La mayor parte de ellos hablaron con gusto de sus descubrimientos, sus placeres -solitarios o acompañados-, sus sueños y ``afanes de cada día''. El recuerdo de Canetti vino a completar el cuadro: cuando el viejo cumplió 85 años se celebró una reunión en su ciudad danubiana (Russe para los rumanos, Rustuk para los búlgaros). Festejado y feliz, en el brindis de agradecimiento mostró de esta manera su preocupación: ``Lo único que me molesta es que todavía no sé qué es lo que voy a hacer en el futuro.'' Los adolescentes, River, James, Sal, Canetti, Armando y los oradores -incluyendo el bazarista- decidimos que todavía no sabíamos el ``que será...será...'' de la mona canción de Doris Day. La vida, como dice Paz, casi nunca es nuestra, pero vale la pena agarrarla por los cabellos aunque sea por unos contados minutos de oro.

HGV


Antesala

Javier Marías en México. El autor de Corazón tan blanco visita por primera vez la ciudad de México con motivo de la presentación de su libro más reciente, Negra espalda del tiempo. La editorial Alfaguara lo convida a la charla que el autor de Mañana en la batalla piensa en mí tendrá con los escritores Carmen Boullosa y nuestro amigo y renovado colaborador semanal Juan Villoro. La plática se llevará a cabo el miércoles 18, a las 19:30 hrs., en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Aproveche usted, coleccionista lector, para llevar sus libros más queridos de estos tres autores y que ellos se los firmen, ``Con cariño para...''

Amos Oz en video. Dentro del marco de las Jornadas Culturales Judeo-mexicanas. 50 años de Israel en México, la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, el Comité Mexicano de Festejos del 50¼ Aniversario del Estado de Israel y el Canal 22 le invitan a la presentación del video Conversación en el desierto (Entrevista con el novelista Amos Oz). Los comentarios estarán a cargo de José Gordon y Mauricio Molina. La cita es el miércoles 18, a las 19 hrs., en la Casa Universitaria del Libro (Orizaba y Puebla, col. Roma). Si está muy largo el video, aguántese, después podrá desquitarse con el vino de honor.

¿Espíritu de la poesía? La Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, a través de la Dirección de Literatura, lo convoca a usted, levítico lector, a la presentación del libro Poesía y espíritu, del poeta Javier Sicilia. Participarán en la mesa Tomás Calvillo, Julio Hubard, Myrna Ortega, Georges Voet y el propio autor; el moderador será el novelista Ignacio Solares. El acto se llevará a cabo este martes 17, a las 19 hrs., en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz (Cultisur).

Lectura colectiva de Piedra de Sol. Con el título de ``La ciudad recuerda a Octavio Paz'', se ha organizado una lectura del poema fundamental de esta segunda mitad del siglo, ``Piedra de Sol'', en las voces de los y las poetas María Baranda, Alberto Blanco, Eduardo Langagne, Carmen Leñero, Eduardo Milán, José Luis Rivas y Verónica Volkow. Además de este coro múltiple, se obsequiará una edición especial del poema realizada por el Instituto de Cultura de la Ciudad de México (ICCM). Todo esto se llevará a cabo el sábado 21, a las 17:30 hrs., en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro Histórico). Aquí sí que no habrá más licor que el que destila la alta poesía.

Letras con pasaporte. También el ICCM organiza otro ciclo literario que se llama Visiones de la literatura mexicana en el siglo XX. Este martes 17 le toca el turno al tema titulado ``Letras con pasaporte vigente'', con la presencia de Fabienne Bradu, Luis Ignacio Helguera y Anthony Stanton. La presentación será en el Centro Cultural San çngel (ave. Revolución s/n, esquina Francisco I. Madero, col. San çngel), a las 19:30 hrs. Asista usted aunque sea para admirar cómo se ve esa esquina sin vendedores ambulantes; quizá se lo pueda contar a sus nietos, aunque éstos no se lo crean.

El arte de los carteles populares. Ahora que, si por casualidad anda usted, itinerante lector, por Iztacalco, le superaconsejamos que asista a la exposición de carteles populares de Bruno López. El diseño popular, que lo mismo anuncia peleas de gallos que peregrinaciones a Chalma que la fiesta anual de Los Remedios, EdoMex., aparece aquí fuera de su contexto natural, las paredes y los postes de la ciudad, y al desaparecer este ruido visual que nos abruma, surge el verdadero arte combinatorio de la sencillez, el color y la intensidad visual que su creador logra transmitirles. La muestra estará hasta el viernes 20, incluso, en el Sistema de Transporte Eléctrico, ubicado en Municipio Libre 402, col. San Andrés Tetepilco.

CG-T

DOMINGO BREVE

Juan Villoro

50,000 lápices: de Spielberg a Naranjo

Hollywood en Egipto

La cultura de masas ha tenido buena mano para adoptar huérfanos. El más célebre de sus niños expósitos es Superman, quien llegó de los suburbios estelares dispuesto a devorar mazorcas con mantequilla y a hacer de su vida un decatlón donde la prueba más sencilla consistía en correr como una locomotora.

Ahora, un huérfano de prosapia bíblica recibe su gran oportunidad como caricatura: Moisés, el príncipe de Egipto. Steven Spielberg se ha lanzado al empeño faraónico de reconstruir la saga del hijo sin rumbo que sobrevivió a bordo de un canasto, entregó a su pueblo las Tablas de la Ley y dio su nombre al recipiente más socorrido de la maternidad, el moisés que hoy beneficia a tantos bebés portátiles.

Las empresas de Spielberg son un alarde estadístico y en esta ocasión sus súbditos compiten con los de Ramsés: 400 dibujantes trabajaron para recuperar con punto fino el antiguo Egipto. Los reyes que se retrataban de perfil adquirieron el desorbitado relieve de los dibujos animados.

Spielberg es el único magnate que logra vestirse peor que cualquiera de sus empleados. Cuando Martin Amis fue a entrevistarlo, lo tomó por un mecánico que llegaba a reparar la máquina de refrescos. Su atuendo, digno de una desesperada oferta de The Gap, es ya una marca registrada, un gesto social atractivamente contradictorio: todas las ideas que surgen bajo su gastada gorra de beisbolista son trillonarias.

En concordancia con los informales suéteres del productor, las noticias que llegan del Egipto de caricatura subrayan el uso exagerado de recursos simples. Este domingo la aldea global es un sitio donde se despachan carpetas con publicidad de El príncipe de Egipto, y entre los datos sorprende uno de papelería: para dibujar los soles y las arenas del desierto se consumieron 50,000 lápices. Es común que los estudios de Hollywood alardeen de sus dólares y sus excesos tecnológicos, lo es menos que busquen un prestigio artesanal. Pero como el guión se basa en la Biblia y se ocupa de quienes hicieron virtuosos jeroglíficos, los publicistas privilegian la ``sustancia'' sobre los efectos especiales y ponen el acento en los laboriosos 400 dibujantes que pintaron a los 300 esclavos de la cinta. Con repentino ánimo benedictino, recitan ``trabajar es orar''. En esta estrategia, revivir el esplendor de las pirámides a punta de lápiz es visto, no como un triunfo organizativo de la cultura de masas, sino como una forma de plegaria. La grandeza bíblica del proyecto depende menos del tema que de su desmesurada factura.

Presidentes en su tinta

El arte del dibujo cambia tanto como las sociedades, o sea que no es lo mismo sacar punta en Hollywood que en México. De Moisés y los inmensos estudios de Dreamworks pasemos al escritorio de un solitario que ha gastado más de 50,000 lápices ejemplares para dar asilo a otro tipo de huérfanos. Rogelio Naranjo es el más consumado retratista de los políticos que no tienen madre. Con terca resistencia, rifándose la vista en cada imagen, ha trazado una elaborada galería de los fallidos dignatarios de un país en ruinas. Los presidentes en su tinta, recién editado por Proceso, es un viaje por los sexenios del desastre, de Gustavo Díaz Ordaz a Ernesto Zedillo. A diferencia de las celebratorias estadísticas de Hollywood, aquí los números documentan el oprobio: los 100,000 pesos que Luis Donaldo Colosio concedió a cada delegado en la XIV Asamblea Nacional del PRI o los 500,000 barriles de petróleo que se exportan a diario sin que alcancen a cubrir los intereses de la deuda externa.

Enemigo de la épica, pero no de la fantasmagoría, Naranjo convierte a los jefes máximos en piezas de gran guiñol. Díaz Ordaz posa como Johnnie Walker y sigue tan campante entre un campo de ataúdes, Echeverría es un César en ruinas, López Portillo hace equilibrio en un monociclo cuya precaria rueda es un peso, Salinas es la gallina que pone huevos de oro para el Fondo Monetario Internacional, De la Madrid da un informe de pompas de jabón y Zedillo golpea un mapamundi que cometió el desafío geográfico de incluir a Chiapas.

Las plumas de Naranjo favorecen lo fantástico y trazan nubes de muchas líneas, muros con perspectivas de Giorgio de Chirico, testigos del horror que llevan portafolios kafkianos y trajes zurcidos por Magritte. Un artificio resume su imaginación: un baño de pueblo, con un enorme tinaco en la azotea, recubierto por una mampara que semeja una elaborada computadora e informa que el PRI ganó las elecciones.

Dibujos que la época lee como caricaturas y el tiempo recuperará como obras de arte, Los presidentes en su tinta también son un excepcional testimonio del coraje. Hace 25 años, el solo hecho de ver -no digamos de concebir- un cartón de Naranjo era un acto de desobediencia civil.

Si Hollywood requirió de 50,000 lápices para contar la historia del príncipe que asumió su destino entre los esclavos, Rogelio Naranjo emprendió una superproducción de un solo hombre para tirar del pedestal a los tribunos y llevarlos al escenario de farsa donde serán recordados. ``Lo que los españoles hacemos como nadie es salir en los cuadros de Goya'', comentaba el abuelo de Pérez-Reverte. Lo único que hacen bien nuestros presidentes es salir en los cartones de Naranjo.


Naief Yehya


La era más excitante de la biología

Paquidermos en los aires

En algún siniestro laboratorio de alta seguridad estadunidense, a principio de la década de los ochenta, dio comienzo el Proyecto ADN, una ambiciosa investigación de ingeniería genética. El primer triunfo del proyecto fue la exitosa creación de un ser mitad ave y mitad lagartija en abril de 1981. El prodigioso híbrido despertó las expectativas de los científicos y oficiales involucrados en el proyecto, quienes decidieron crear una quimera útil al complejo industrial militar: un animal que pudiera acarrear cargas muy pesadas y recorrer distancias muy grandes, de preferencia volando. Por lo tanto combinaron el ADN (ácido desoxirribonucléico) de un murciélago y el de un elefante, en lo que fue denominado el Proyecto Dumbo. De acuerdo con Robert Anton Wilson, en su libro Everything Is Under Control (HarperPerennial, 98), el primer elefante volador salió del laboratorio en 1983. El proyecto fue detenido después de que uno de los elefantes aplastó un edificio de laboratorios matando a dos científicos. Otros juran que tuvieron que parar temporalmente el proyecto ya que algunos elefantes intentaron escapar y tuvieron que derribarlos a balazos para evitar que fueran vistos por la población civil. Para más datos consulte: http://haven.ios.com/~masson 12/elephants.html

Breve recordatorio

Para quienes, como yo, no han vuelto a estudiar biología desde la secundaria, hagamos un breve y muy elemental recordatorio: el genoma humano tiene tres mil millones de unidades de ADN, distribuidos en 23 cromosomas, cada uno es una molécula de ADN de alrededor de 100 millones de unidades de largo. El ADN es una larga secuencia de nucleótidos, compuestos de azúcar, una molécula de fosfato y una de las cuatro bases (adenina, guanina, tiamina y citosina). Las secuencias particulares de nucleótidos se relacionan con la producción de proteínas, las cuales realizan una variedad de funciones bioquímicas en el organismo.

La carrera de los paquidermos

Independientemente de la manufactura de elefantes voladores, el campo de la biotecnología ha vivido serios progresos en últimas fechas, en particular desde la aparición del ADN recombinante en 1973. Hoy en día, una de las metas más anheladas por los científicos es descifrar el genoma humano. El pasado 10 de mayo (curiosa coincidencia), la empresa farmacéutica Perkin-Elmer, el Instituto de Investigaciones Genómicas (http://www.tigr.org) y el exitoso investigador J. Craig Venter anunciaron que crearían una empresa destinada a completar el mapa del genoma humano en menos tiempo y con una inversión menor que el Proyecto del Genoma Humano gubernamental (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/Web/ Search/index.html). En vez de 3 mil millones de dólares, apenas gastarían 200 millones. El Proyecto del Genoma Humano (PGH) pretende ofrecer, para el 2005, el código del DNA de manera gratuita a todo mundo, por lo que se publican datos sin procesar todos los días. Su objetivo es tener una secuencia precisa (menos de un error en cada 10,000 bases de pares) y completa, enfocada en las regiones ricas en genes. No han predicho cuántos genes humanos descifrarán. La empresa Perkin-Elmer también pretende ofrecer el código de manera gratuita para el 2001, pero piensa patentar entre 200 y 300 genes y cobrar una cantidad por usar la base de datos. Los datos procesados se hacen públicos cada tres meses. Su objetivo es tener el 99 por ciento de la secuencia terminada con una precisión semejante a la del PGH. Esperan descifrar entre 60,000 y 80,000 genes. Por si no fuera suficiente la amenaza impuesta al National Health Institute, por parte de Perkin-Elmer, los laboratorios Human Genome Sciences (http://www.hgsi.com/), dirigidos por William Haseltine (un ex colega de Venter) han entrado a la carrera y afirman que ya han secuenciado el 75 por ciento de los genes humanos. Esta compañía tiene fines puramente comerciales y no publica resultados más que en sus solicitudes de patentes. Su objetivo es secuenciar las regiones codificables de todos los genes con importancia médica, ya que no considera que tenga valor secuenciar todo el genoma. Predicen que secuenciarán entre 100,000 y 120,000 genes.

La disputa por nuestra programación

Este desafío vino a cambiar las reglas del juego, al evadir la colaboración entre instituciones y convertir esta búsqueda científica en una carrera tecnológica y una guerra de patentes. Las corporaciones privadas que han entrado a esta carrera están aprovechando el trabajo de las diversas instituciones asociadas con el gobierno y de paso han creado un importante dilema ético. Por una parte, es innegable que cualquier esfuerzo para descifrar en menos tiempo el genoma humano puede traducirse en vidas salvadas, por la aparición de nuevas tecnologías y la ampliación del conocimiento del organismo y su historia, ya que ahí están inscritas la claves para la cura de numerosos males, así como el recuento de nuestra evolución. Por otra parte, resulta relativamente macabro que dicho conocimiento se vuelva propiedad privada y una mercancía comercial. Se puede argumentar que miles de medicamentos salvan vidas a pesar de que sus patentes sean propiedad de laboratorios y corporaciones, no obstante la mercancía en cuestión en este caso es el propio código genético de la especie, la narrativa que nos hace humanos.

Naief Yehya

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CONFIGURACIONES

Hugo Hiriart

Discutibles fantasmas

En el año de 1873, cinco diputados espiritistas españoles, José Navarrete, Anastasio García López, Luis F. Benítez Lugo, Manuel Corchado y Mamés Redondo Franco, presentaron un proyecto de ley en la primera magistratura republicana para introducir el espiritismo como asignatura obligatoria en todos los niveles, tanto en la segunda enseñanza, como en la universidad. Todo mundo atacó la crédula iniciativa que, claro, no prosperó. El lado científico con furia, desde luego, pero también el clero que llegó considerar: ``es probable que sea el demonio mismo el protagonista de esas horrendas comunicaciones [espíritas]''.

Desde entonces no se ha vuelto a exhibir tanta ingenuidad espiritista en las cortes españolas. La iniciativa fracasó por falta de elocuencia. Persuasivo hubiera sido que alguna médium materializara en la tribuna el fantasma de un gran orador que, después de defender su causa hiciera, delante de todos, una ``disgregación ecténica'' y desapareciera transformado en luz blanca.

En el mismo año, la médium Katie Cook, ante científicos escépticos, y en situación experimental controlada, materializó un fantasma y lo exhibió como prueba de sus poderes. Pero el fantasma era una papa, una humilde papa. Por lo que el profesor Ochorowiz, lituano de origen, indignado juzgó: ``Qué fantasma ni qué nada, es una papa cruda.'' Pero ¿qué?, ¿no puede haber papas fantasmas? Y hasta mágicas, ¿por qué no?, ¿qué hubiera pasado si Ochorowiz, al morder la papa fantasma, la convierte en oso hormiguero?

Eusapia Palladino, nacida en 1854, médium iletrada, no podía siquiera leer los números y materializaba fantasmas. Uno de ellos era músico y tocaba la ocarina. ¿Diría que la música que tocaba era también fantasma? Si hay música fantasmal, ¿en qué puede distinguirse de la real?

Stravinski tiene una pieza orquestal que se llama ``Polka de circo para un joven elefante''. El nombre puede decir dos cosas. La primera, que es una polka para que la baile un elefante. Quien ha visto un chorus line de sedentarios elefantes bailando en la pista no lo olvida fácilmente.

Dice un proverbio indio: ``Haz que tu amada ostente
la gracia quebradiza de un joven elefante...''

mencionan los versos de Renato Leduc. Pero otro sentido, más interesante, es una polka para figurar un joven elefante, es decir, polka que lo representa musicalmente, que suena a elefante joven. Si esto es así, hay versiones musicales de los distintos animales. Y claro que las hay: es obvia y se ha hecho muchas veces, por ejemplo, la del trote y el galope del caballo, que todos podemos tararear. Una noche en Marruecos, un músico polaco nos hizo ver a Guita y a mí que el ``Bolero'' de Ravel mimetiza muy bien el andar desgarbado del camello.

Pero, entonces, ¿cómo podría ser, por ejemplo, una ``Sarabanda para un tigre que camina en la selva''? La elocuencia de esta posibilidad reside en que, pese a que esta música no está, no existe todavía, algo se puede imaginar de ella. No puede, por ejemplo, ser frívola ni ligera, sino tiene que ser grave, como corresponde a un animal mayestático y sanguinario. Y a esto iba: ¿no puede considerarse esa música de tigre, que aún no existe, pero que ronda ya nuestra imaginación, un caso de fantasma musical? ¿Puede haber música sanguinaria?

Quisiera terminar esta enumeración, más que desordenada, caótica, de fantasmas dificultosos, con una posibilidad que figura en los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, de Leibniz, libro que, además de lúcido, es un surtidero de maravillas (tiene algo de ``Mil un una noches filosófico''.) Es ésta: ``Van Helmont hijo creía -cuenta Sherezada Leibniz- que las almas pasan de cuerpo a cuerpo, pero siempre dentro de su especie, de manera que siempre habrá el mismo número de hombres y lobos, y que los lobos, si habían sido exterminados y prácticamente habían desaparecido de Inglaterra, deberían de haber aumentado otro tanto en algún lugar diferente.''

Si esta precisión demográfica fuera cierta, dada la notable disminución de población de lobos y el crecimiento explosivo de la población humana, cabe concluir que, por algún designio inexplicable, las almas de los lobos, para mantener la constante, fueron a dar a cuerpos humanos. Lamentable trastorno que, dado el aspecto del mundo, y el de la ciudad de México en particular, es evidente de suyo.


LAS ARTES SIN MUSA

Ernesto Priani Saisó

Medios en campaña

La escena presenta a unos jóvenes corriendo hacia un río hasta que se sumergen en él y comienzan a nadar. Una voz en off, que pretende ser la de uno de ellos dice: ``Terminamos la Secundaria. Yo no sabía que ellos querían fumar mariguana, insistieron mucho, al final, Juan se ahogó.'' La imagen cambia a la de un hospital donde están nuevamente los chicos, ahora con sus padres, devastados por la tragedia.

Al cierre del spot, aparece el logotipo de ``Vive sin drogas'', para dar fe de que el promotor de tamaña barbaridad es TV Azteca y su ya habitual ignorancia. Ni la mariguana envalentona como el alcohol, para que un chico que no sepa nadar se aviente al agua; ni altera de tal modo el ritmo cardiaco como el café, para que se haya producido un infarto; ni, en fin, produce una significativa disminución de la capacidad pulmonar como el tabaco, para que hubiera perdido toda fuerza para luchar contra las corrientes del río. La ignorancia que trasmite el anuncio lo convierte en una más de las campañas contra las drogas, fundadas en la mera superstición, que no colaboran en nada para resolver un problema crucial de nuestro siglo y nuestro país.

Hace tiempo que Televisa dejó atrás sus campañas contra las drogas en la que aparecía, entro otros, Mijares contando la triste historia de un amigo fallecido. Tal vez la suposición popular, no siempre exenta de malicia, de que entre la farándula el consumo de fármacos es muy común, junto con las confesiones de adicción de actores y cantantes de esa empresa, han hecho que esa televisora haya decidido cambiar de perfil. Ahora ha emprendido una campaña contra la violencia, utilizando el emblema que el presidente Ernesto Zedillo usó durante el último acto donde hizo votos para acabar con la creciente inseguridad. La estrategia es lograr que la gente se una a la campaña, adoptando el listón blanco como un signo de protesta ante la violencia, imitando las campañas contra el sida adoptadas por numerosos movimientos de reivindicación gay.

Siempre me ha llamado poderosamente la atención que empresas privadas, y particularmente los medios de comunicación, emprendan este tipo de campañas. Sobre todo porque muestran hasta qué punto se trata sólo de hacer propaganda aprovechando la suposición, todavía compartida por muchos, de que los medios tienen capacidades educativas. Por supuesto, en un sentido puede decirse que se trata de campañas que redundan en beneficio de la imagen de la propia empresa y que por ello vale el gasto. Pero en el caso de televisoras, empresas radiofónicas o periódicos, la evidencia de esta premisa no suele ser tan clara. Simplemente, al iniciar la promoción de tal o cual mensaje, estas empresas se colocan como protagonistas de su propia información, lo que ya de suyo puede resultar chocante para gran parte del auditorio. Así, cada vez que Ortega Ruiz presenta una nota sobre la campaña de su noticiero contra la violencia, uno tiene la sensación de que le están dando gato por liebre.

El mayor problema, sin embargo, es que al emprender cualquier cruzada, los medios de comunicación terminan por perder capacidad de cumplir su función. Sólo imaginemos cómo TV Azteca podrá informarnos de las iniciativas de legalización de fármacos o de las acciones concretas para ello, al tiempo que Televisa aborda el incremento de la violencia, casi como una agresión personal y sin reparar en las condiciones concretas en que ésta ha venido desarrollándose.

Hace un par de semanas, Gutiérrez Vivó invitó a Felipe Calderón, líder del PAN, y a Manuel López Obrador, líder del PRD, a debatir sus posiciones sobre el Fobaproa de su programa radiofónico. Lo que pudo haber sido un éxito absoluto del periodismo que se viene desarrollando en Radio Red, terminó siendo un programa fundamentalmente aburrido. La razón: los líderes se arrebataron la palabra, se dijeron injurias, se acusaron prácticamente de todo lo acusable. En suma, no hubo diálogo y, lo peor, no hubo información para el público, porque no se profundizó lo suficiente en las posiciones de cada uno. ¿Cómo vino a ocurrir esto?

El error fundamental consistió en que don José quiso asumir el papel de mediador. Hay algo en la fantasía de los periodistas, en general, que los hace imaginarse como elementos de la acción política. Y no sería raro que el propio conductor de Radio Red haya pensado en los encabezados del siguiente día: ``Logra Gutiérrez Vivó mediar entre PAN y PRD en el caso Fobaproa''. Por ese rapto de vanidad, tan común entre quienes informan, perdió la posibilidad de cumplir con el papel que le reconoce su auditorio: el de ser inquisidor, el de preguntar hasta tratar de encontrar si se sostiene o no se sostiene la afirmación de uno de los entrevistados, la de indagar y presentar el mayor número de opiniones e ideas en torno a una cuestión.

En última instancia, lo único que se les pide a los medios es que sostengan una especie de ignorancia socráctica, para no pecar, así, de verdadera ignorancia.


Lo demás son palabras

Eduardo Hurtado

Utopías

a Eduardo Milán

Hace poco, sobre una barda blanca de la calle Carrillo Puerto, en Coyoacán, me encontré con estos versos:

Tendidos en la playa
una muchacha y un muchacho.
Comen naranjas, cambian besos
como las nubes cambian sus espumas.

A media calle, contra el oxígeno incierto de un sábado coyoacanense, rodeado de un impetuoso olor a elotes, buñuelos, incienso, pozole, gasolina y miasmas, estas líneas me obsequiaron la respiración de un lugar transitable. Por un instante, el muro fue un territorio donde las letras desplegaban su danza de imágenes. Había leído estos versos de Paz en el blanco y negro de una página; a la intemperie, tan expuestos al prójimo, tonificados por la espontaneidad de la caligrafía, reaparecieron con la fuerza de un juego compartible. El autor de la pinta poética remataba su emocionante transcripción con el dibujo de una esfera incandescente.

Seguí mi camino hacia Plaza Coyoacán -sin el de prepositivo, lo saben bien los taxistas, el nombre ya no alude al corazón del pueblo que Cortés eligió como domicilio, sino al centro comercial ubicado en la esquina de Universidad y Churubusco (¿Plaza Coyoacán o plaza de Coyoacán, mi jefe?)

La escritora argentina Beatriz Sarlo ha descrito al shopping center, ese templo secular del consumo, como una cápsula espacial acondicionada por la estética del mercado. Aquí, las antiguas señales de identidad urbana, comenzando por la intemperie, han desaparecido. El shopping center anula cualquier ruido que delate la existencia de un ``exterior'', rehuye los juegos de luces y sombras, deja fuera de foco a los edificios de varias plantas, y al normar las dimensiones y los colores de los anuncios uniforma el paisaje de la propaganda. Ante el espectáculo de esta iglesia consagrada a la perpetua monotonía, Georg Wilhelm Friedrich Hegel se hubiese arrojado desde el piso más alto (que siempre es el segundo). El centro comercial dispone un espacio sin atributos: un no lugar.

Recorro la nave y por unos momentos naufrago en emociones sinestésicas: las telas de Fiorucci y de Guess; la música que sale de Mix-up como de un filtro exquisito; los desangelados efluvios de McDonald's en el aire impecable, apenas salpicado por fragancias de Avon o de Givenchy; el amarillo, el rojo, el negro, el blanco y el café con leche de las promociones Benetton; el delicado saborcito a lámina de mi Diet Coke. De pronto, por una fisura atisbo un trecho del Circuito Interior. Hay un embotellamiento salvaje, los autos cambian luces exigiendo vialidad. La noche se internó en el afuera: el tiempo se ha deslizado sin crepúsculo.

Vuelvo a los versos de Paz. ¿Cómo es el tiempo en esa playa? Los jóvenes que se besan entre el regosto dulce y agrio de unas naranjas existen contra la condición fluctuante de las nubes. Como toda dimensión utópica, la de esta estrofa nace de los límites que le imponen sus contradicciones -y desde ahí despliega su ambición de armonía. ``Tendidos en la playa'', el primer verso, dispone en siete sílabas una manera de estar, mientras que la segunda línea, ``una muchacha y un muchacho'', parece convocar en su sencillez todos los asombros de la especie. En los versos que siguen, el presente organiza el hechizo de ser (``Comen naranjas, cambian besos'') junto al temblor imperceptible del tiempo: ``como las nubes cambian sus espumas''. Desde su momentánea reconciliación con las presencias, la escena formula el deseo de conquistar un sitio habitable -un deseo que millones de personas intentan cumplir cada día, en la cama, en el parque, en el salón de baile. Sobre la barda, las palabras de Paz nos recuerdan que la poesía no es propiedad de nadie. Absortos en su hallazgo intransferible, esos jóvenes del poema proponen una forma de saber lo que somos -como esos otros que ahora mismo, en este shopping del sur capitalino, defienden su propia historia (sin pretender que la defienden) ante las puertas de Levi's.

Cerrado al exterior, el centro comercial también existe. Es un volumen impracticable que hoy alcanza su correlato en las autopistas, en los supermercados, en los aeropuertos, en los hospitales, en los gimnasios. En estos espacios no faltan las palabras: indican modos de empleo, prohiben, informan. Los enunciadores son casi siempre instituciones cuya comparecencia se adivina en el tono impersonal de los mensajes: ``La Sierra Gorda, Reserva de la Biósfera''; ``Querétaro, estado con Historia y Libertad'', leyendas que suplantan la experiencia, deciden la importancia y las cualidades de un artículo o de un lugar, disponen títulos para la naturaleza: ``Cocoyoc, Paraíso de América.''

Frente al espacio mundial del consumo, contra su inclinación a establecer un código en el que las nociones de moda (``tránsito'', ``pasajero'', ``complejo habitacional'', ``espacio'', ``usuario'') suplanten las aptitudes de otros términos (``monumento'', ``vagabundo'', ``barrio'', ``lugar'', ``persona''), la poesía sostiene su tentativa de alcanzar la plena efectividad de los deseos, la utopía de un más allá de la palabra.