El paquete económico para 1999, recién presentado a la Cámara de Diputados, tiene muchos aspectos, de los cuales vamos a abordar algunos de los más importantes. El primero, muy evidente, es el carácter eminentemente recaudatorio de las medidas.
Luego de los recortes del año en curso, el equilibrio de las finanzas del Estado se busca mediante un presupuesto muy restringido y un fuerte aumento en la recaudación. Si se extrae de la sociedad un monto de dinero, y no se le devuelve en la misma medida con obras, inversión productiva o servicios para la población, el resultado es la depresión de la economía.
Lo que sobre todo ha llevado a esta situación ha sido el proceso que culmina ahora con la polémica en torno al Fobaproa. Ese proceso se inicia cuando, luego de las devaluaciones y el aumento descomunal de las tasas de interés, en vez de apoyar al deudor para que pague su deuda y la economía siguiera activa, se apoya a los bancos para que renegocien con algunos deudores y para sanearlos con el dinero público, mientras se dejaba morir a miles de pequeñas y medianas empresas hasta entonces productivas.
Mientras que, por ejemplo, el ingreso por exportaciones petroleras puede disminuir, frente al del año pasado, en alrededor de 3 mil millones de dólares, el monto del Fobaproa es de más de 50 mil millones. Sólo el monto de los intereses anuales que se pagarían si se convierte en deuda pública formal (por ejemplo, Cetes) sería equivalente a cerca de 20 mil millones de dólares. Es evidente cuál es la causa principal de los problemas que vivimos. Claro, siempre se le pude echar la culpa a la baja petrolera o a la última devaluación en Saturno.
Luego de tratar este nivel más general, no podemos desentendernos del hecho de que hay cambios en la forma de distribuir la nueva carga económica.
Es un cambio positivo el que se haga un poco más progresivo el impuesto sobre la renta, aumentando el tope sobre las mayores fortunas del actual 35 por ciento a un 40 por ciento sobre los ingresos millonarios. Tal vez incida poco en las finanzas, pero es un cambio positivo frente a lo que se ha hecho en los últimos años y, en particular, frente a las declaraciones del secretario de Hacienda, que apenas hace unos días había planteado gravar con IVA a los alimentos y medicinas. También es positivo que a las empresas que no reinvierten se les suba el mismo impuesto sobre la renta, aunque sea sólo del 34 al 35 por ciento, y que las que sí inviertan puedan pagar ahora hasta 30 por ciento.
En cambio, es negativo el que se aumente de 20 a 24 por ciento la tasa impositiva sobre los primeros 10 puntos porcentuales de utilidad de depósitos financieros, títulos y algunas otras colocaciones. Es negativo, primero, porque las tasas de interés pagadas a pequeños ahorradores son siempre menores que las que se pagan a las grandes fortunas, y al gravarse los primeros 10 puntos se le pega más al pequeño ahorrador. Y segundo, porque las sociedades de inversión, cuyos títulos están exentos y que tienen casi siempre mínimos de inversión muy elevados, seguirán exentas del pago de impuestos. También sigue exenta de impuestos, IVA e impuesto sobre la renta, la compraventa de acciones en la Bolsa..
En cuanto al aumento al precio de los combustibles, también tiene diferentes aspectos. Por un lado, afectará, en su repercusión directa, más a los automovilistas, y poco a la actividad productiva. Pero su repercusión indirecta va a encarecer el transporte público también. Y lo más serio es que el dísel aumenta igual que la gasolina, lo cual repercute en mayores costos de carga que elevarán los precios, en especial los de los alimentos, en los que su mayor peso y menor grado de elaboración contribuyen a un mayor peso del costo de transporte en su precio final. Hubiera sido razonable un tratamiento diferenciado, al fin que no se nos podría acusar de competencia desleal porque los combustibles ya son más caros aquí que, por ejemplo, en Estados Unidos.
Resumiendo, aunque hay aspectos positivos que no debemos ignorar quienes hemos pugnado por ellos durante años, el peso principal del paquete económico es recesivo, y de freno a la economía nacional