Néstor de Buen
Un congreso regional americano

Santiago de Chile. La Sociedad Internacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social celebra en estos momentos el cuarto Congreso Regional Americano. Hace tres años acudimos a Montreal y ahora le correspondió el turno al Cono Sur. El próximo será en Lima y espero lograr, en una reunión del Comité Ejecutivo de la Sociedad del que formo parte como vicepresidente, la sede para México tres años después. Escribo la noche del jueves y la reunión será mañana bajo la presidencia de Américo Pla, de Uruguay, quien se manifestó propicio a mi petición.

De ser aceptada la propuesta, correspondería la responsabilidad de la organización a la Barra Mexicana-Colegio de Abogados, que a través de su sección laboral representa en México, desde hace un año, a la Sociedad Internacional.

El tema de la globalización es el protagonista de gran parte del congreso. Hoy se trató desde las perspectivas del derecho individual del trabajo (con ponencia de Rolando Murgas, de Panamá) y del derecho colectivo (con ponencia de Humberto Podetti, de Argentina) y una copiosa participación. Ayer en la tarde (a las 3, hora espantosa) se empezaron dos mesas redondas sobre el tema de ``Los particularismos en el derecho del trabajo''. A mí la palabra ``particularismo'' no me decía nada, pero en este mundo laboral hay que aprender a hablar. En realidad se trata de los regímenes especiales. No estuvo ausente la economía informal, a la que más de uno quiere ubicar en el derecho del trabajo, y yo no veo cómo lo podrían hacer.

Mañana viernes, antes de ayer para usted, se tratará por la mañana el tema muy importante, dado el país sede del congreso, del ``Régimen financiero y administrativo de la seguridad social''. Habrá controversias y no perderé la ocasión para participar, me temo que contra la corriente. ¡Qué bueno que no me oirá mi querido amigo Genaro Borrego Estrada!

Por la tarde hablaremos, en mesa redonda coordinada por Emilio Morgado, de la famosa cláusula social, una trampa inventada por nuestros vecinos del norte para obligar a los países pobres a actuar como si fueran ricos, pagando buenos salarios. Se trata de disminuir la competencia comercial supuestamente ilícita mediante la rebaja de las condiciones de trabajo.

Contra ella nos defendimos con éxito al discutir el Acuerdo de Cooperación Laboral anexo al TLC. Y es que los chicos USA querían vigilar de cerca que cumpliéramos las leyes laborales que evidentemente no cumplimos. Pero nos envolvimos en la soberanía y no pudieron hacerlo. Lo que no quiere decir que nosotros no tengamos la altísima responsabilidad de hacerlas cumplir. Y cambiarlas un bastantito para acabar con el corporativismo, los contratos de protección, las requisas, las intervenciones administrativas y otras linduras históricas.

Pero la cláusula social significa en pocas palabras que unos generosos lobos se quieren hacer cargo de cuidar a las ovejas, y para eso quieren asustar a los pastores. Claro está que nuestros pastorcitos también se las traen.

El tema Pinochet no causa escándalos. Creí encontrarme con una ciudad agitada y la verdad es que no podría estar más tranquila. ¡Bella ciudad! Envidiablemente limpia y, al menos en el centro, con una notable impresión de bonanza económica. Y nuestros amigos chilenos no podrían ser más cordiales ni más generosos. ¡Hasta pronto!