La Jornada 15 de noviembre de 1998

Mucho sexo explícito y poco arte en el Festival de Video Erótico

Mónica Mateos Ť La búsqueda erótica que intentaron plantear quienes concursaron en el cuarto Festival Internacional de Video Erótico no se concretó: sigue existiendo una profunda confusión entre la expresión lúdica y estética de la sexualidad y la pornografía. En la sala Salvador Toscano de la Cineteca Nacional, donde se llevó a cabo la ceremonia de premiación, fue previsible el desfile de escenas en que los protagonistas principales eran falos, senos y pubis, de todos los colores y texturas, mostrándose con falsos pudores en vigorosa acción.

La dosis de transgresión y subversión de normas sociales que conlleva el erotismo y la sazón creativa que busca nuevas formas de excitación que prescinda de los genitales brillaron por su ausencia en los videos, que no escatimaron imágenes de sexo explícito, o un poquito más refinados, en el ya trilladísimo baño de tina con agua espumosa o las siluetas de buenísimas mujeres comiendo jugosas manzanas.

El primer lugar en la categoría de videoarte-clip fue para La cama, realizado por Ximena Cuevas, una especie de comercial en el que aparece una cama como de película de los años 40, sobre la que se proyectan ``escenas fantasmas'', desde orgías hasta zoofílicas, con una voz en off que promociona las virtudes del mueble.

El segundo lugar, en este mismo rubro, fue para una producción de la Universidad de Guadalajara; se trató del video-clip de la canción La tortuga, interpretada por Jaramar, en el que varios cuerpos se embadurnan de pintura. El tercer sitio fue para Over, el video de la chica que, con pescadito en su pecera, se mete a bañar en una tina con galán y todo. En la categoría de ficción, el primer lugar fue para Vocación de martirio, realizado por Trece Lunas, grupo que fue financiado por la Fundación Rockefeller; en este trabajo el erotismo camina a la par de cuerpos que se autoflagelan hasta producirse heridas, con referencias religiosas; la muerte y la penumbra acompañan a una chica desnuda -obviamente-, que se atraviesa un hilo azul por la piel de los labios, por un pezón y por los labios vaginales. El segundo sitio lo obtuvo Somnium pecamen de catus, our finest feelings, de Claudia Villa, una secuencia de dibujos de diablitos teniendo sexo y cuchillos-falos. El tercer puesto fue para Justo como una película porno, un mini filme realizado por Imcine, justo como una película mexicana de enredos entre amantes y camas de hoteles de paso.

En general, no se premió la creatividad, sino las producciones que contaron con recursos para lucir que la imaginación termina donde la erección empieza.

El arcángel mudo

Mención aparte merece el único video de la noche que hizo disfrutar a los espectadores del tan huidizo erotismo. A pesar de ser uno de los trabajos más aplaudidos, Larbal el arcángel mudo, realizado por David Lascari, sólo obtuvo el reconocimiento a la mejor banda sonora.

En un mundo onírico, un ángel vaga buscando la manera de sofocar sus deseos: tener un cuerpo, sentir la vida mortal. Una voz en off narra en ruso las inquietudes de Larbal. El texto en español aparece en subtítulos y es un poema que se mete en las emociones del espectador para encender un deseo, cuyo contacto con la piel no es el fin único que habrá de satisfacerlo. En la pantalla, las caricias anheladas por Larbal son la expresión estética de una sexualidad que no requiere la genitalización para arder.

El jurado del cuarto Festival Internacional de Video Erótico estuvo integrado por Andrés de Luna, Benjamín Rocha y Cristina Prado, quienes eligieron entre 48 participantes a los ganadores ya mencionados, los cuales recibieron 20 mil, 15 mil y 5 mil pesos por sus primeros, segundos y terceros lugares, respectivamente.