Nuevamente el crimen pone en jaque a la sociedad chihuahuense y a sus gobernantes. Las ejecuciones de siete personas en los dos últimos meses en la capital del estado, y el sangriento asalto al tren Chihuahua al Pacífico, con el homicidio del turista suizo Ernst Schmidt, muestran el primer reto serio para la administración encabezada por Patricio Martínez.
La creciente criminalidad fue el tema obligado de los últimos meses del gobierno de Francisco Barrio. El candidato priísta se comprometió a mejorar la seguridad pública. Los recientes asesinatos lo ubican en la posibilidad de mostrar con hechos que esa no fue frase de campaña, ni propuesta demagógica.
Lo nuevo de tan escalofriantes eventos es que la oleada criminal llegó a la ciudad de Chihuahua. Los resultados de las investigaciones de los asesinatos, ejecuciones y desapariciones en Juárez fortalecen en sus habitantes la desconfianza para que se aclaren los acaecidos en la capital de la entidad.
Si la ciudadanía no encuentra acciones gubernamentales confiables para combatir el delito organizado, por supuesto que no participará en esa tarea. ¿Cómo lo va a hacer, si en la colonia no desaparece el picadero, a pesar de las rondas policiacas?, ¿cómo va a creerle a las autoridades, si infinidad de policías y ex polícias mantienen ritmos de vida cuyos salarios no los justifican, y no hay instancia gubernamental que los fiscalice?
La reinstalación de retenes de la Policía Judicial Federal, o del Ejército, además de su inconstitucionalidad, y el establecimiento de operativos policiacos, si se convierten en redadas de pobres, de muy poco servirán.
La policía tendrá que demostrarle a la sociedad que aplica métodos científicos en la indagación y en la búsqueda de los responsables de los asesinatos de los últimos días. Deberá, además, actuar con un estricto apego a la ley. Nos deben actuaciones eficaces, porque de su incapacidad reciente hablan las numerosas y graves fallas cometidas en infinidad de casos, como los encontrados por la CNDH en los expedientes de las mujeres muertas de Juárez.
Las múltiples fallas en las indagaciones policiacas dan lugar a la real sospecha de la existencia de una larga cadena de complicidad, que salió a flote con los asesinatos de la semana, la persistencia de madrinas en la Policía Judicial Federal y la relación de varios de los asesinatos por la venta de drogas, ``en pequeño'', como declaró el Procurador de Justicia, así como la localización de picaderos, sólo hasta la muerte de estas personas.
Tanto si las autoridades policiacas no sabían de la ubicación del picadero, como si lo sabían, habla de su enorme incapacidad.
En cada uno de los hechos delictivos, cometidos en las últimas semanas, existen cabo sueltos que si se investigan científica y racionalmente, llevarían al descubrimiento de los responsables y a la exhibición de redes de corrupción y complicidad.
Ese es el verdadero problema del combate a la delincuencia, no en Chi-huahua, en el país entero. No hace mucho que los policías federales encargados de combatir el secuestro en esta entidad fueron encontrados responsables de plagio. y ya no es raro saber que los encargados de combatir al narcotráfico son miembros activos de las bandas organizadas con ese fin.
Lo que hará falta es voluntad política para limpiar, desde los más altos mandos en los que se encuentre enquistado el mal, hasta los últimos niveles de los organismos policiacos. Al fin y al cabo que lavando la mugre de arriba, se lava la de abajo.
Y ese es el primer reto que deberá superar el nuevo gobernador de Chihua-hua. Sus dos antecesores, uno del PRI, y otro del PAN, no lo lograron.
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