Ser ilustrador, primer modus vivendi de Montenegro: Balderas
Merry Mac Masters Ť No son desconocidos los saltos estilísticos de Roberto Montenegro (1885-1968). Un botón de muestra serían dos libros ilustrados por el pintor jalisciense en 1919: El ejemplo, de Artemio del Valle Arizpe, que es ``totalmente'' art nouveau, y la iconografía del anónimo La lírica mexicana, que es prehispánica.
Desde temprana edad, Montenegro fue influenciado por las nuevas tendencias europeas, desarrollando una mezcla de ``modernismo, simbolismo y art nouveau'', afirma la investigadora Esperanza Balderas. Su primo, Amado Nervo, regalaba a Montenegro libros del ilustrador británico Audrey Beardsley, a la vez que el joven cursó estudios en su natal Guadalajara con Félix Bernardelli.
De hecho, el art nouveau fue un estilo que Montenegro dejó para retomarlo una y otra vez, aunque ya para los años sesenta sólo quedaban los ``rasgos''. Unas piezas de cerámica ``al final de su vida'' tienen todavía reminiscencias de aquellas líneas sinuosas y alargadas.
Esa influencia europea jugó un ``fuerte'' papel en los principios de la llamada Escuela Mexicana. Pero, ¿a qué se debió el apego de Montenegro a estas primeras imágenes, si Diego Rivera, también iniciador del muralismo mexicano, pronto las dejó? Claro, Montenegro también participó del nacionalismo y comprendió la necesidad de forjar una ``identidad mexicana'', pero ¿por qué no continuó por allí como lo hicieron los Tres Grandes (Orozco, Rivera y Siqueiros)?
Esta circunstancia es algo que Balderas acabó ``rescatando'' al retomar hace tres años el proyecto ``global'' iniciado en 1980, en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas, del Instituto Nacional de Bellas Artes, a fin de elaborar un catálogo de obra del artista jalisciense, que incluiría una ``actualización documental''.
Durante su investigación Balderas localizó materiales de ilustración. Entrevistada, dice haber contactado a Mercurio López, vendedor de libros de viejo y coleccionista de tomos ilustrados por pintores mexicanos. Al intercambiar datos con López, empezó a ``crecer'' la parte de la búsqueda de Balderas enfocada a la faceta de ``ilustrador'', al advertir que ésta fue el primer modus vivendi de Montenegro.
De adolescente, en Guadalajara, empieza a mandar viñetas a la Revista Moderna de México, colaborando al lado de Julio Ruelas, cuenta Balderas. Después de una estancia en la Academia de San Carlos (1903-1906), de la ciudad de México, el joven artista se va becado a Europa. Llega primero a Madrid, España, donde gana un concurso para ilustrar la portada de la revista Blanco y Negro.
Posteriormente, se dirige a París donde colaboró en la revista Le Temoin (El Testigo). Aunque Montenegro siempre cultivó su labor de ilustrador, nunca le dio ``importancia'' a ese trabajo.
Del art nouveau al nacionalismo
La exposición Roberto Montenegro. Ilustrador, 1900-1930 es el primer resultado de la investigación de Balderas, quien anota que en el periodo comprendido entre 1903 y 1919 es cuando el artista ``maneja'' el art nouveau de manera más fuerte. En 1911, al año de haber regresado de Europa, empieza con ``lo nacionalista''. En la revista Multicolor, donde trabajó García Cabral, hace caricaturas ``antimaderistas''. Después de revisar inumerables archivos, se dio cuenta que muchos de sus contemporáneos siguieron al pintor. En un ejemplar de Multicolor se publica una viñeta que se ufana de ser ``igual'' a una de Montenegro, El camino a la muerte. Tal vez sus ilustraciones más conocidas son las que hizo para el cuento La lámpara de Aladino (Barcelona, 1919), y para el libro Vlaselav Nijinsky, una interpretación de su obra en negro, blanco y oro por Roberto Montenegro, del mismo año en Londres. No obstante, la mayoría de los libros exhibidos en la Biblioteca de México, contienen portadas ``desconocidas'' que el artista ``facturó'' en México.
El art nouveau y los ``estereotipos mexicanos'' son los ejes de la muestra. Del segundo, Balderas afirma que Montenegro empezó con esa línea antes de que se iniciara el proyecto nacionalista de José Vasconcelos. El pintor realizó el primer mural encargado por el entonces secretario de Educación Pública, en el antiguo edificio de la ex Hemeroteca Nacional, El árbol de la ciencia (1921-22). También a instancias de Vasconcelos, el artista realizó algunos murales para diferentes oficinas de la SEP.
La curadora señala que la exposición comprende algunas obras relacionadas directamente con sus murales. En la portada del libro Lecturas populares, de Esperanza Velázquez Bringas, hay un ángel ``idéntico'' al que aparece en el mural de 1924 que está en el Centro Escolar Benito Juárez, en la colonia Roma.
De las 119 piezas que comprende la exposición (seleccionadas entre más de 500), ``pocas'' son originales. Entre éstas se incluyen las portadas para las partituras de músicos jaliscienses facilitadas por el Conservatorio Nacional de Música.
Por su parte, el Centro de Estudios Políticos, Filosóficos y Sociales Vicente Lombardo Toledano prestó revistas de la CROM, en las que Montenegro colaboró en 1916. Tampoco podrían faltar ejemplares de Revista de Revistas. Si Balderas limitó el contenido de la muestra de 1900 a 1930, fue por ser el periodo en que el expositor trabajó ``continuamente'' estas piezas de ilustración. Acota que en 1962, Montenegro ilustró dos libros de texto gratuito, pero ya no son ``ni en calidad, ni cantidad''.
Para la investigadora, el artista siguió cultivando el art nouveau como ``consecuencia de su educación y su clase social''. Montenegro también forma, junto a muchos artistas más, esa ``otra parte'' de la historia del arte mexicano, aún por revisarse.
(Roberto Montenegro. Ilustrador, 1900-1930 se exhibe en la Biblioteca de México, en la Ciudadela. La exposición concluirá el 15 de diciembre.)