Paulina Lavista: antes que arte, la fotografía es un oficio muy delicado
Mónica Mateos Ť Para comprender el misterio de aquellas fotografías de bailarinas captadas en pleno vuelo que despertaban su curiosidad infantil, Paulina Lavista (DF, 1945) decidió dedicarse al oficio de ``cazaimágenes''. Tenía 14 años cuando descubrió el secreto al empezar a utilizar la cámara de su padre, el compositor Raúl Lavista, y conquistó esa magia que no le sirvió sólo para ``congelar'' un salto, sino para apresar la emoción que le causaba una calle, el retozo de una mascota o el rostro de un amigo.
Son célebres las fotos que captó del escritor argentino Jorge Luis Borges, durante las dos visitas de éste a México, así como las de Juan Rulfo, Jorge Ibargüengoitia o Rufino Tamayo, entre otros novelistas cuyos retratos se exhiben a partir de hoy en el Centro Nacional de las Artes, en el contexto de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ).
La ciudad de México se ha transformado frente a su cámara, al igual que muchos pequeños ajolotes que le han obsequiado miles de imágenes al infatigable ojo indagador de Paulina: ``el fotógrafo es un descubridor, es un voyeurista'', apunta para iniciar la charla en torno de su trabajo ``que es para mí un oficio antes que un arte''.
Espía de la cotidianidad urbana
Con cien mil negativos, su archivo refleja a una fotógrafa apasionada por captar ``historias visuales'' en las que se erige en espía de la cotidianidad urbana o la intimidad de sus retratados: ``el retrato de alguien importante es un compromiso; procuro que el personaje no se vea indigno en ningún momento, pues hay que actuar rápido, no tener a la persona mucho tiempo delante de la cámara porque se cansa y entonces sale acartonada. Hay que dirigirlo porque él esta tímido, primero lo tranquilizo porque yo misma estoy muy nerviosa. Por circunstancias de la vida me ha tocado fotografiar a personas muy importantes y eso es mucha responsabilidad''.
Instantáneas o posadas, cuando hace retratos, para Paulina lo importante es captar el gesto que refleje la personalidad de cada persona que se pone frente a su cámara, aunque todos lleguen con la misma actitud de `aquí estoy, retrátenme': ``es un reto, uno tiene que respetar todo, desde cómo va vestida la persona y dignificarla, porque uno puede destrozar a alguien con una foto. Por ejemplo, hay una foto por ahí de un personaje haciendo pipí en el baño y yo no estoy de acuerdo con ese tipo de trabajos, sobre todo si no se advierte al fotografiado. Por eso, lo bonito de hacer retratos no es sólo tomar la foto, sino conocerlos, mirar su casa o su estudio, eso es muy valioso. Cuando reviso mi archivo siento mucho cariño por cada imagen, es mi gente porque he estado frente a ellos''.
La fotógrafa planea dejar algún tiempo su oficio para dedicarse a escribir y publicar libros temáticos en torno de su obra. El primero que prepara es uno dedicado a las dos visitas de Borges a México en el que narrará cómo fue surgiendo cada una de las imágenes que pudo captar del autor de El Aleph.
``No lo había hecho antes porque no me sentía preparada. Para tener una obra hay que ser muy autocrítico, y como yo lo soy eso me había impedido organizar mi trabajo en libros, porque nunca estoy conforme. Ajolotes, seres caminando en la calle, arquitectura art decó, son algunos temas que abordaré en mis futuras publicaciones''.
Estos libros irán surgiendo sin un orden premeditado. Por ejemplo, narra, ``anoche platicaba con mi amiga Ofelia Medina y le dije `oye, ¿qué voy a hacer con tus fotos? Te tengo bailando en el teatro Blanquita, tengo varios retratos, mucho material'. Y concluimos que vamos a hacer un librito. Así pasa. Mi archivo está ahí y lo uso como si fuera un diccionario en el que escojo palabras para unirlas a un contexto''.
Las primeras fotos captadas por Paulina Lavista fueron de su hermana y sus mascotas. En particular, recuerda la de un conejito blanco que fue la que le descubrió las posibilidades de la ampliación. Las calles de su barrio, Coyoacán, también pasaron pronto a formar parte de su colección y aunque su sueño dorado siempre fue trabajar para la revista National Geographic, no prescindió de la emoción de irse de ``safari'' por todo el DF, a la caza de imágenes que hoy son memoria para comprender la transformación de los últimos 40 años.
``Uno de los valores más grandes de la fotografía es que puede ir al origen de los problemas, vivirlos y proyectarlos; su instantaneidad y su poder narrativo son valiosos. Los fotógrafos de prensa no van a matar, no van a defender, ellos están cumpliendo una misión muy delicada: informar. Me llamaba mucho la atención ser fotógrafa de prensa, pero soy cobarde. Mi vida y mi obra han tenido lugar en la ciudad, he viajado ocasionalmente, pero realmente todo el tiempo me he quedado aquí. Soy una fotógrafa netamente urbana, con mis instantáneas de la ciudad, su arquitectura y sus visitantes'', agregó.
Paulina exhibe en Monterrey su serie de retratos de músicos Clave de sol¡, selección realizada por Patricia Mendoza, directora del Centro de la Imagen, en la que se puede ver a los principales maestros de la música contemporánea, entre ellos Mario Lavista, Eduardo Mata, Federico Ibarra, Blas Galindo y Carlos Chávez.
-La magia de sus retratos es que, ya sea posados o instantáneas, siempre parece como si la cámara no existiera y fuera un momento de intimidad del personaje. La atmósfera que reflejan muchos de sus trabajos es como si el retratado estuviera viéndose en un espejo, o solo en su cotidianidad, no ante un fotógrafo.
-Un fotógrafo debe transmitir los mensajes que lo emocionan. Una foto debe provocar algo en quien la mira, puede ser una atmósfera íntima, si es que existió, o puede producir desconcierto, o rechazo; depende de la intención del fotógrafo. Cuando alguna de mis imágenes produce una emoción me siento satisfecha porque entonces sé que no me equivoqué al elegirla, mi intención es siempre que cada una lleve un mensaje. Por eso la fotografía, antes que arte, es un oficio muy delicado que hay que hacer con honradez. Esa es la razón por la que no me gusta mucho la fotografía digital, considero que desvirtúa el valor intrínseco de la fotografía, que es captar el instante y mostrar con absoluta certeza la realidad.
Reflejo crudo y brutal de la realidad
``Hace poco me pasó que me pidieron una foto de Carlos Fuentes y la querían de cuerpo entero. Les dije que no tenía, que la única era una donde no salían sus piernas y me contestaron `no importa, nosotros se las ponemos con la computadora'. Eso me hace pensar que cualquiera puede poner, por ejemplo, a Gorbachov caminando en el Zócalo y nadie nota que no es real. Eso me desconcierta porque el valor de la fotografía es que refleja cruda y brutalmente la realidad, nos vemos como somos, es en parte el horror absoluto del espejo. En este sentido, la Revolución mexicana plasmada en el archivo Casasola es tan importante como un libro de Martín Luis Guzmán.''
-¿Cuál ha sido la experiencia fotográfica que le ha costado más trabajo realizar?
-En una época trabajé para una revista de desnudos femeninos. No había becas y uno tenía que buscar sus chambas. Acepté porque me llamó la atención trabajar con el cuerpo humano. De 1976 a 1981 estuve en esa publicación, donde cada semana tenía que hacer reportajes gráficos de mujeres desnudas que eran vedetes, algunas de ellas no entendían lo que era la fotografía y me enfrenté a desplantes y groserías de señoras como Rossy Mendoza. Para que no se burlaran de mí quienes conocían a mi papá, me cambié el nombre, me llamaba Sabina. Imagínese fotografiar desnudas a Isela Vega, Rebeca Silva, María Sorté, Lyn May. El reto era que no se vieran vulgares, que se vieran bellas.
-¿Quién ha sido su personaje más difícil de retratar?
-Octavio Paz, porque nunca le gustó posar y siempre me hacía caras, hasta que un día le dije `oye, ya déjame hacerte un retrato'. Me dijo que sí, pero que sólo iba a posar para una sola toma, no más. Y así fue, sólo disparé la cámara una vez ante Paz posándome. Quedó bien. Hoy es una de las fotos que más le gustan a su esposa Mari Jo.
(Escritores. Retratos de Paulina Lavista se inaugura hoy en el CNA; Clave de sol se presenta en el claustro de la Pinacoteca de Nuevo León hasta el próximo 24 de enero.)