BALANCE INTERNACIONAL Ť Eduardo Loría
Las paradojas del desarrollo

Hace apenas un par de meses, Canadá nuevamente fue designado el país más desarrollado del mundo. Esta nominación se consigna en el Indice de Desarrollo Humano que publica anualmente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP 1998 Report). Este índice condensa una serie de indicadores importantes en materia de desarrollo económico, social, político y de igualdad de género.

Lo verdaderamente sorprendente es que semanas más tarde, la prensa de ese país (The Ottawa Citizen, octubre 22) dio a conocer que ha habido un aumento importante de la inequidad, medida por la ampliación de la brecha salarial. Otro indicador importante de este fenómeno es que tiende a reducirse notablemente el volumen de la clase media. En ese sentido, destaca que entre 1973 y 1996, la proporción de familias de ingreso medio pasó de 60 a 44 por ciento del total nacional.

Pero más alarmante resulta la comparación entre estratos extremos de la población canadiense. Si sólo se considera el ingreso laboral, actualmente la diferencia de lo que perciben 10 por ciento más rico y 10 por ciento más pobre es mayor a 20 veces. Sin embargo, la intervención gubernamental -la que si bien se ha reducido notablemente en los últimos años no deja de ser importante- disminuye drásticamente ese contraste. De este modo, cuando se incluyen transferencias diversas (entre ellas, seguro de desempleo y apoyo a los pobres) e impuestos, la diferencia para esos dos estratos es de 7.24 veces. Empero, en 1973 era 6.77.

Las razones que se aducen para explicar el crecimiento de la inequidad en este rico país del norte radican centralmente en la precarización del empleo, que se expresa en los siguientes hechos:

a) Cerca de 12 por ciento de los canadienses con empleo de tiempo completo percibe menos del ingreso nacional promedio. Esta cifra sólo es superada -en el mundo desarrollado- por Estados Unidos, país que destaca en este grupo de naciones por sus grandes contrastes sociales.

b) Ha habido una notable reducción en el pago por horas, sobre todo a los hombres menores de 35 años.

c) Ha proliferado el empleo de tiempo parcial y, en algún modo, el aumento del pago de horas extras. Ambas medidas para evitar el aumento de la planta laboral formal.

d) Se calcula que el pago discriminatorio a minorías raciales (visibles) es de cerca de 30 por ciento.

e) Ha crecido el autoempleo en actividades de muy baja remuneración. En 1995, más de 16 por ciento de este grupo ganaba menos de la quinta parte del promedio nacional.

No está de más insistir que el reciente otorgamiento del premio Nobel de Economía a Amartya Sen, por sus aportaciones a la teoría del desarrollo, le devuelve el sentido ético a la disciplina y, más aún, en contraste con la nominación del año pasado, demuestra que todavía existe sensibilidad por las tendencias alarmantes que está siguiendo la concentración del ingreso y la pobreza en todos los países del mundo.