Demanda del Senado por la violación de su recinto
Alonso Urrutia y Andrea Becerril Ť El Senado de la República solicitó, en una enérgica declaración unánime de las fracciones representadas en ese órgano -PRI, PAN y PRD-, la investigación exhaustiva y la determinación de responsabilidades a los integrantes de la sección nueve del sindicato magisterial que participaron en la ``privación de la libertad'' del personal de esta Cámara. Asimismo, formalizó una denuncia de hechos ante la Procuraduría General de la República por los delitos que puedan surgir de las investigaciones.
En el pronunciamiento de condena ``al ataque a la inviolabilidad del recinto del Senado de la República'', se subraya que ``las faltas de respeto a las senadoras y senadores que en ese momento se encontraban en el recinto no son tolerables, porque afectan a representantes de la ciudadanía, a quienes ésta ha otorgado su voto y su confianza; tampoco lo es la privación de la libertad que, por decisión del grupo mencionado, padeció el personal que labora en el Senado''.
La condena está firmada por la presidenta de la Gran Comisión del Senado, María de los Angeles Moreno, quien permaneció por varias horas retenida durante los hechos de la madrugada de ayer; el coordinador parlamentario del PRD, Ernesto Navarro, y el coordinador en funciones de Acción Nacional, Juan de Dios Castro.
En tanto, un día después de la larga noche en la casona de Xicoténcatl salen a relucir saldos y pérdidas. La más notable: la desaparición del original del discurso de Belisario Domínguez, que fue extraído de una vitrina ubicada en el acceso al salón de sesiones; curules rayadas con la marca de la CNTE; macetones rotos; un florero de mármol roto; una silla rota en el salón Luis Donaldo Colosio; los cristales de la puerta principal quebrados y la chapa violada.
Por todo ello, los senadores se dijeron agraviados. Sami David David, secretario de la Gran Comisión del Senado, definió el hecho como ``bochornoso y antidemocrático''. De su lado, el priísta Dionisio Pérez Jácome lo calificó como ``un atentado, un delito, una privación ilegal de la libertad. Lo hicieron con una impunidad injustificable, frente a la pasividad de los cuerpos de seguridad del Distrito Federal también injustificable''.
En la definición de los senadores, los manifestantes pretendieron involucrar al Senado en funciones que no son de su competencia, y en ese contexto no se escucharon razones ni propuestas para impulsar la gestión sin tantas presiones. En medio de las tensas negociaciones, dijeron los inconformes, no respetaron incluso los acuerdos alcanzados cuando se logró contactar a la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
La declaración formal del Senado censura, en duros términos, la actuación del magisterio: ``la ocupación violenta del recinto del Senado, incluido el salón de sesiones, por un grupo de personas que se dijeron maestros, es condenable porque atenta contra la inviolabilidad de una institución de la República y contra las actitudes de tolerancia y civilidad inherentes a la cultura democrática''.
Sostiene que las actitudes asumidas por las diversas fracciones siempre han mostrado apertura al diálogo ``y disposición a escuchar los reclamos y demandas de todos los grupos ciudadanos''.
Por todo lo anterior, los senadores demandaron ``a las autoridades competentes que investiguen exhaustivamente y finquen las responsabilidades correspondientes a fin de que se sancione a quienes cometieron estos delitos''.
En el comunicado, el Senado ratificó la disposición para que quienes integran la comisión establecida para dar el cauce que proceda a las demandas de este grupo se mantengan ``atentos a las exigencias de la sociedad'', a fin de encontrar, ``de acuerdo a nuestras facultades, la mejor solución a las mismas y ejercer una gestión adecuada ante las autoridades correspondientes cuando la situación lo amerite''.
Finalmente, el comunicado señala que el Senado continuará en sus esfuerzos por construir una nueva cultura cívica, crítica y participativa.
Claudia Herrera Beltrán Ť Los senadores mostraron frías sonrisas a los fotógrafos; algunos hicieron breves declaraciones y con premura salieron de la casona de Xicoténcatl. Así, a las 3:45 horas de la madrugada de ayer terminaban el encierro de siete legisladores -durante nueve horas con 15 minutos- y la sucesión de recriminaciones entre ellos y los maestros que permanecieron en el recinto parlamentario durante dos horas más.
Fue una madrugada que transcurrió con lentitud. A la medianoche, cuando se cumplieron más de cinco horas de la toma del Senado por parte de decenas de profesores disidentes, la presidenta de la Gran Comisión, María de los Angeles Moreno, se encerró en su despacho y sólo cuatro legisladores intentaron retirarse. No pudieron y se declararon ``rehenes'', porque habían cumplido el acuerdo de sentar a negociar a las partes en conflicto.
En la puerta del vestíbulo contiguo al salón Luis Donaldo Colosio, se apostaron maestras y maestros, y de ahí sólo algunos empleados salieron. En las oficinas estaban los senadores Héctor Sánchez, del PRD, y los priístas Sami David, Manuel Medellín, Guadalupe López Bretón, Laura Pavón y Eduardo Andrade, que llegó de última hora. Antes, en medio de la confusión, se habló de un número mayor.
En tanto, los maestros ``operadores'' de las negociaciones esperaban instrucciones de la secretaria general de la sección 9, Blanca Luna, y del ex dirigente de la misma, Gonzalo Martínez Villagrán, que dialogaban -plática concertada por los senadores- con el líder nacional del magisterio, Tomás Vázquez Vigil, en un hotel cercano. Pero las pláticas no pudieron iniciar; la molestia fue que los maestros no desalojaban el inmueble.
Un conflicto entre el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE y los maestros disidentes, llegaba así a su límite. Hace más de cuatro meses, la sección 9 eligió a sus dirigentes sindicales en un accidentado congreso que después fue desconocido por el sindicato magisterial. El argumento de Vázquez Vigil fue que dicha sección, bastión de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, debe incluir a simpatizantes del sector institucional.
Los desencuentros de los legisladores con los maestros duraron horas. El más tenso tuvo lugar poco después de las 3 de la madrugada en una reunión final entre los senadores Samid David, Eduardo Andrade y Héctor Sánchez con los profesores. En representación del magisterio, Néstor Trujano una y otra vez encaró a los senadores, hasta que anunció que abandonaban el recinto.
Andrade, vicepresidente de la Gran Comisión y director jurídico del PRI, ofreció como solución que los mentores dialogaran en la Secretaría de Gobernación, y ante la insistencia de los maestros en culpar de su conflicto a la senadora Elba Esther Gordillo, ex dirigente del SNTE, el legislador veracruzano respondió que la Cámara de Senadores no podía responsabilizarse por esos actos. ``Platiquen con ella'', concluyó.
En la madrugada, los retratos de Emiliano Zapata y Benito Juárez fueron testigos del ir y venir de profesores que hacían pequeñas reuniones para comentar y ``consensar las acciones''. Unos, acomodados en los mullidos escaños del salón de sesiones, otros recostados en las alfombras y varios haciendo tour por el recinto parlamentario, continuaban a la espera.
El pedestal de la estatua de Belisario Domínguez sirvió de asiento para dos o tres docentes. Luego, el recuento oficial de daños del Senado de la República señalaba que la copia del histórico discurso del prócer ``desapareció'' de una vitrina cercana al salón de sesiones; además, dio cuenta de cristales rotos, una chapa ``violada'', una silla destruida, sustracción de dos ceniceros y de un aparato telefónico del oficial mayor, un florero de mármol hecho añicos y cuatro escaños pintados.
A las 12:15, el senador Andrade pretendió abandonar el lugar. Un diálogo frustró sus intenciones.
-Senador, comprenda, decía un maestro.
-No puede decir que soy la garantía del acuerdo, cuando este acuerdo está cumplido. Eso es tomar rehenes. Ahora, si es una toma de rehenes, vamos a tomar otras medidas -contestó el legislador, controlado pero nervioso.
-Sólo de esta manera nos escuchan -increpó otro maestro.
Enseguida, el legislador y uno de los profesores cruzaron miradas de enojo. Andrade dio la media vuelta mientras varios docentes llamaban a la calma. Todavía uno de ellos señaló a Andrade y exclamó: ``Esos son los senadores, esos son los senadores''.
No fue el único desencuentro. Otro senador priísta, Sami David David, se acercó a la entrada y, rodeado de maestros, se quejó de que estaban obstruyendo el tránsito de los legisladores y dijo que por eso las negociaciones con la dirigencia del SNTE no avanzaban. Y se oyeron nuevas reclamaciones.
-Queremos una negociación seria. Vaya y planteelo -ordenaba un maestro.
-Los avances de la negociación son subjetivos -intervino Manuel Medellín.
-Vaya y planteelo -volvió a escucharse.
-Sentimos que no se está respetando el acuerdo -contestó Medellín, con un dejo de desesperación.
Así continuó la tormentosa noche, hasta que antes de las cuatro de la madrugada los senadores finalmente salieron del recinto parlamentario, con la venia de los profesores disidentes que continuaron ahí hasta las 5:50 horas de ayer jueves y, desde ese momento, el edificio de la calle de Xicoténcatl fue custodiado por elementos del cuerpo de granaderos y policías antimotines.