La Jornada 11 de noviembre de 1998

Violenta ocupación del Senado por maestros

Claudia Herrera Ť Hasta el despacho de la presidenta de la Gran Comisión del Senado, María de los Angeles Moreno, irrumpieron ayer violentamente decenas de maestros disidentes que, desde las 18:30 horas y hasta la medianoche, la mantenían retenida junto con otros diez legisladores.

Los docentes, en su mayoría de la sección 9 del Distrito Federal, exigían su intervención para obligar a que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) reconociera a sus dirigentes electos hace más de cuatro meses, y que la Secretaría de Educación Pública dejara de ``bloquear'' la gestión administrativa.

Ante Moreno, los maestros pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) justificaron su ingreso por la fuerza aduciendo que en ese órgano legislativo se encuentra la senadora Elba Esther Gordillo, ex dirigente del sindicato magisterial, a quien acusan de seguir controlando a ese gremio y de aplicar una política represiva.

Así, lo que comenzó como una marcha magisterial culminaría en la toma del edificio de Xicoténcatl, y sería el principio de una negociación que continuaba hasta el cierre de esta edición, y a la que más tarde se sumarían miembros del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE, en una reunión a realizarse en un hotel capitalino.

Poco después de las 18:30 horas, los trabajadores de la educación, muchos de ellos del DF y Oaxaca, además de Mi-choacán, Chiapas y Guerrero, rompieron a palos los vidrios de la puerta del Senado y a jalones ingresaron a sus instalaciones. Subieron por la escalinata principal y entraron al salón de sesiones, donde algunos se sentaron en las curules.

Otros, enardecidos, continuaron su marcha hacia el despacho de María de los Angeles Moreno, en cuya entrada rompieron macetas, tiraron columnas y, a empujones, consiguieron abrir la gran puerta de madera.

En tanto, Moreno, junto con el senador priísta Sami David y el perredista Héctor Sánchez, se arrinconaron en torno a una mesa de la habitación.

Y es que no tenían otra opción; los maestros formaron una valla que impidió la salida de los legisladores.

Esta es la segunda vez que maestros de la sección 9 toman un edificio; la primera fue el pasado 13 de julio, cuando se posesionaron durante más de 14 horas de las instalaciones del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE en demanda de que las autoridades sindicales reanudaran el congreso en el que los profesores capitalinos renovarían su directiva.

Mientras los senadores permanecían de pie observando la entrada de los profesores, éstos se esparcieron por el despacho y entre fotografías de la senadora Moreno, un escritorio con correspondencia confidencial, teléfonos rojos y retratos de pensadores ilustres, gritaban consignas.

Sorprendida, Moreno primero les pidió que se retiraran y que al día siguiente serían atendidos, una vez que los legisladores se pusieran en contacto con las autoridades competentes para resolver el pro- blema, pues les aclaró que era un conflicto intergremial.

Los abucheos se escucharon. ``La base quiere solución y no nos vamos'', ``que traigan a Elba Esther, que aquí no trabaja y nomás cobra'', respondieron los profesores, que en ese momento ya habían bloqueado todos los accesos a la oficina.

Moreno insistió en que, con todo respeto al SNTE y a la SEP, los senadores ha- rían lo posible por iniciar una negociación política.

Pero los gritos aumentaron. ``No nos engañe, usted es la señora del poder'', repetía un maestro de Oaxaca, mientras otro insistía en que la senadora hablara por teléfono al SNTE. Vestida con un traje gris, la senadora apenas alcanzaba a observar cómo los maestros, los fotógrafos y reporteros invadían su espacio de trabajo. Los camarógrafos se subían a las sillas, los profesores tomaban papeles del escritorio de la ex dirigente del PRI para anotar las siglas de la CNTE y los guardias contestaban los teléfonos.

Media hora después, María de los Angeles Moreno hizo otra propuesta: que una comisión de maestros permaneciera en el Senado y el resto se retirara. Nada, la molestia de los profesores fue en aumento, y varios de ellos manotearon y le exigieron que se comunicara con el dirigente del SNTE, Tomás Vázquez Vigil.

Nervioso, el senador Héctor Sánchez intervino y justificó la actitud de los maestros, al señalar que no habían obtenido respuesta a sus demandas, y les ofreció mediar a favor de ellos, como lo había hecho el año pasado.

El ex secretario general de la sección IX, Gonzalo Martínez Villagrán, respondió que una comisión de maestros había decidido retirarse a deliberar la propuesta y anunció que el resto de ellos se mantendría en esas oficinas para asegurarse de que ningún legislador se retirara.

Mientras se reunían los dirigentes magisteriales, los maestros que permanecieron rodeando a los senadores guardaron un minuto de silencio. ``Este recinto está muerto'', dijo uno de los profesores, y en seguida todos callaron, hasta los senadores, y los primeros, en tanto, alzaban la mano haciendo la señal de la victoria.

La espera continuó entre cánticos. Una de las estrofas del himno de la CNTE decía: ``Venceremos, venceremos, a los charros sabremos vencer''; posteriormente, algunos maestros preguntaron a los senadores si sus hijos estudiaban en escuela pública o privada. Con el rostro desencajado, Moreno sostenía la bocina de un teléfono, mientras otro maestro le gritaba que su escuela está en la colonia San Miguel Teotongo y la invitaba a visitarla para ver cómo ``los niños van sin comer''.

Al fin regresó la comisión de maestros y acordó trasladarse al salón Luis Donaldo Colosio, contiguo a ese despacho, para negociar su salida con los legisladores a cambio de que les aseguraran una entrevista con el secretario general del sindicato magisterial. Poco después de las 21:00 horas, los profesores ofrecieron una conferencia de prensa en la que anunciaron que permanecerían en la casona de Xicoténcatl hasta que fueran atendidas sus demandas. A las 22:00 horas, la Dirección de Comunicación Social del Senado emitió un comunicado de prensa en el que lamentó profundamente los hechos y condenó todo acto violneto que altere la convivencia. Afuera del recinto legislativo, centenares de maestros seguían en plantón, y otros tantos estaban diseminados en el patio principal del Senado y en varias oficinas del edificio.