Luis Garrido Díaz, forjador de la universidad actual, afirma Barnés
María Esther Ibarra Ť Forjador de la universidad contemporánea, Luis Garrido destaca como uno de los grandes rectores de la UNAM, pues postergó sus intereses personales y puso en riesgo su prestigio profesional, para servir con entereza y dedicación al país al hacerse cargo de la máxima casa de estudios, aseguró el rector Francisco Barnés de Castro.
El hijo del homenajeado, Luis Javier Garrido Platas, del Instituto de Investigaciones Sociales, expresó que hay muchas formas de evocar a un hombre pero, en el caso de su padre, se debe destacar su decisión de defender a la universidad, ``aun cuando desde el poder político se quisiese modificar sus fines o se pretedendiera privarla de su vocación pública, de sus principios de libertad de cátedra y de investigación o de su autonomía, que el Estado sólo reconoce como consecuencia de una lucha histórica''.
En ocasión del centenario del natalicio del doctor Luis Garrido Díaz -rector de la UNAM de 1948 a 1953- las autoridades de la institución rindieron ayer, por primera vez, homenaje a quien se debe la iniciativa de construir Ciudad Universitaria y la creación de varias instituciones de educación superior, como también la formación de incontables generaciones de abagados a lo largo de 25 años como maestro en la Facultad de Derecho.
Al agradecer el homenaje, Garrido Platas señaló que como todos los hombres que tienen una vocación de libertad, su padre entendía a la universidad como una fuerza de transformación. ``Por eso -recordó- tuvo la convicción de que el poder debía ser estudiado de manera científica, con la imaginación crítica y como consecuencia de un compromiso de la cultura con los problemas organización política''.
A su preocupación de hacer de la universidad un espacio para la tolerancia y el pensamiento crítico, y defender en todo momento la autonomía universitaria, Garrido Platas agregó que un problema fundamental para su padre era la falta de democracia en México.
De ahí que, agregó, ``en una generación que veía el ejercicio de su profesión (la abogacía) como vía para escalar puestos políticos, Luis Garrido dedicó parte de su vida a darle fuerza independiente a la Academia Mexicana de Ciencias Penales, que él y otros maestros universitarios crearon''.
Empero, consideró que una deuda pendiente con su padre es que en 1950 obtuvo una concesión de la Secretría de de Comunicaciones y Transportes para que la U-NAM tuviera un canal de televisión, proyecto que, consideró, aún no madura. ``Este esfuerzo se ha perdido, pues las autoridades no continuaron con ese empeño, temiendo quizá que las voces de los universitarios fueran demasiado críticas'', lamentó.
En el auditorio Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura, Barnés de Castro hizo una semblanza y breve reseña de la gestión del doctor Garrido Díaz, a quien, dijo, ``le debemos buena parte de la solidez de las actuales formas de gobierno universitario, la consolidación de la tolerancia como precepto indeclinable de las relaciones entre los universitarios y la culminación del sueño de contar un espacio en el cual se reunieran las escuelas y facultades hasta entonces dispersas por la ciudad''.
Así, precisó, ``don Luis Garrido emprendió con ánimo resuelto el gran proyecto con el que habían soñado otros rectores y una multitud de universitarios, desde los tiempos en que se logró la autonomía: la creación de una sede para la universidad''.
Al referirse a las condiciones en que tomó posesión del cargo -luego de la renuncia del Salvador Zubirán, quien intentó modificar las cuotas universitarias-, Barnés de Castro manifestó que ``con prudencia y firmeza emprendió extraordinariamente la delicada tarea de rehacer el tejido de una escindida comunidad universitaria y enfrentó la inicial oposición estudiantil sin más armas que su autoridad moral y sin más protección que los principios universitarios''.
De esta manera, ``gobernó en virtud de su autoridad moral y no mediante la coacción, gobernó no para una facción sino para bien de todos y, en particular, tomó en consideración a los alumnos, pues se sabía maestro antes que nada'', afirmó.
Pródigo en elogios, Barnés destacó que el ex rector Garrido exigió invariablemente el cumplimiento pleno de la ley, ``mas nunca creyó en el valor regenerador del castigo. Como penalista lo había expresado con toda claridad, al señalar que si los ordenamientos fuertemente represivos acabaran con la criminalidad, hace varios siglos que el delito no asomaría su faz sobre la Tierra''.
Al término de la ceremonia, el rector Barnés entregó a Garrido Platas y a su hermana Elena Adriana la medalla conmemorativa del centenario del natalicio de Luis Garrido.
Al acto asistieron los ex rectores Guillermo Soberón, Pablo González Casanova, José Sarukhán, Octavio Rivero, así como Julio Rubio Oca, secretario general de la ANUIES, fundada a iniciativa del ex rector homenajeado.