Marco Rascón
Antorcha artificial
No fueron 30 mil, fueron más los que llegaron de Puebla y del estado de México con un abierto apoyo oficial, luego de las elecciones en Sinaloa, Tlaxcala y Puebla, donde Bartlett logró demostrar, hacia el interior del PRI, que sólo con golpes contra los opositores es posible sostener al PRI en el gobierno. Hoy, Antorcha tiene un tamaño en proporción directa al de la cobardía priísta.
Más de 8 millones pudo haber costado la manifestación, conservadoramente, sin contar los alimentos, las camisetas y banderas. Nunca hubo a lo largo de la marcha una consigna no programada, ni un letrero propio de nadie, ni una voz distinta a lo que marcaba el volante que dictaba las 19 consignas permitidas por el antorchismo, cuyo culto a la uniformidad no es una virtud organizativa, sino una medida eficiente de administrar los recursos económicos al servicio de políticas palaciegas del poder. Ni el surrealismo mexicano podría explicar una manifestación de tal magnitud en número, con la pobreza cuantitativa y cualitativa de las demandas por agua potable, drenaje y recursos para tres escuelas preparatorias, pues para el gobierno del Distrito Federal la dificultad --desde hace meses-- para atender las demandas presentadas son todo y no son nada, y en su imprecisión resalta el tamaño del objetivo político en escalada en contra del gobierno del Distrito Federal. La pregunta es: ¿de dónde surgió ahora el movimiento antorchista, si en los últimos seis años, concretamente desde el alejamiento de Raúl Salinas a los negocios de familia y luego a Almoloya, este grupo había dejado de tener presencia no sólo en el DF, sino en Puebla y el estado de México? ¿De dónde ahora de nuevo resurgen, en campaña nacional contra el gobierno del Distrito Federal?
Para la manifestación fue escogido el 9 de noviembre, un día después de las elecciones, pues para el sindicato de gobernadores habría tres triunfos: el de Puebla, el de Sinaloa y poner en jaque al gobierno del Distrito Federal, es decir: dos posiciones ganadas y una en vías de ser neutralizada, pues luego de las elecciones con que Bartlett consolidó su poder en Puebla, lo que sigue es la guerra en contra de todos los obstáculos. Con esta marcha el priísmo ha iniciado el cerco al Distrito Federal desde los estados conurbados con el apoyo de los gobiernos de Puebla y estado de México, de los cuales provenía 98 por ciento de los manifestantes, coreando consignas sobre lugares y nombres de colonias que la mayoría era la primera vez que oían.
Esta marcha fue también el 9 de noviembre, porque aún permanecería activa la maquinaria electoral de votantes, utilizada el día anterior. No sería difícil para los gobernadores antorchistas pasar a su ``movimiento nacional'' de las urnas a los camiones, ponerles en las manos nuevas banderas y camisetas; entregarles las mantas que se repetían cada 50 metros con las mismas demandas imprecisas y uniformes de ``desincorporación de predios en Tláhuac''; ``agua y drenaje en las colonias pobres de la GAM'', ``acondicionamiento de la Prepa Lázaro Cárdenas, plantel Balderas''; ``barda perimetral en la Prepa Lázaro Cárdenas en Azcapotzalco'', a fin de darle justificación ``social'' a la manifestación.
Por los recursos y la enjundia del gasto centralizado, pudo haber sido el cierre de campaña de Alfredo del Mazo hace un año, sólo que ahora guiados bajo el lema: ``por mi decadencia hablará Antorcha'', representando el hígado del pobre Alfredo, por el cual gritaban desde los altavoces: ``¡se ve, se ve, no puede el PRD!'', consigna que sustituyó a todas las que marcaba el libreto de consignas.
En la marcha del día de ayer, miles de habitantes vieron descender de cientos de camiones foráneos a los antorchistas. La ciudad ha sido solidaria con todos los sectores del país que han venido a expresarse a la capital y a esta ciudad de todos; sin embargo, en la marcha antorchista la falta de citadinos para defender sus propias demandas era un elemento extraño y contradic- torio, sobre un movimiento y una dirigencia sin peso, ni presencia en los problemas concretos de la ciudad.
Por otra parte, para cualquier observador no puede pasar inadvertido el papel de la Secretaría de Gobernación, que en este caso se constituyó en una ``Antorcha Federal'' que omite atajar la intromisión de los gobiernos de Puebla y Edomex, ni siquiera con el afán de crecer políticamente, sino simplemente de golpear y desgastar. El precedente se establece justamente al día siguiente de las elecciones en Puebla, con grupos sociales de ese estado y con un gran apoyo económico que contrastaría con la artificialidad de las demandas. Esto tiene implícito un mensaje, en el sentido de que la Secretaría de Gobernación ha perdido ya el control frente a los grupos políticos locales y que están en marcha alteraciones del orden, provenientes de los sectores que esgrimen como razones de su triunfalismo la intolerancia.
Para el gobierno del DF se esperan tiempos adversos, pues por una parte el priísmo, a través del antorchismo, pretende desmembrar el apoyo social al gobierno electo, y por parte del PAN, la derecha y los sectores más conservadores pretenden restarle espacios entre la clase media. El esquema de provocación tiene que ver con la falta de control político desde el ámbito federal y con un desbocamiento de la carrera hacia la Presidencia de la República dentro del PRI, y en abierta competencia con el propio Ernesto Zedillo.
Una última observación: siendo la marcha de ayer un acto apoyado por el sindicato de gobernadores, en abierta ofensiva política, se establece un claro mensaje que parte de la opinión de los priístas chiapanecos que consideran que el Distrito Federal, incluyendo sus autoridades electas, demandando paz, se inmiscuyen en sus asuntos internos y la autonomía (esa sí) de ese estado. Es por ello que la mano del interino del interino en Chiapas, Albores Guillén, sea parte de los patrocinadores de esta marcha, que tiene además como lenguaje mucho de vendetta, el inicio de una nueva etapa de agresiones hacia los sectores que impulsan el cambio en el país.
Es momento de prevenirse, movilizándose por lo que hoy la ciudadanía ha ganado.