El procónsul, el canciller, el pacificador
Cien años de Emilios
El primer Emilio que le cayó a Chiapas llegó en 1891 como gobernador proconsular del general Porfirio Díaz. Nacido en el pueblo zoque de Coita en 1856, Emilio Rabasa Estebanell se fue alejando de su patria chica mientras hacía carrera literaria y política en su camino a la capital, vía Oaxaca. Aún hoy, preparatorianos de todo el país son invitados a abandonar el sano habito de la lectura mediante programas que incluyen de cajón La Bola (queriendo significar ``la chusma'', ``la pelotera''), novela escrita por Emilio I a los 21 años.
El periodo constitucional que le encargó el Presidente terminó en 1894, pero como senador o mera cabeza de familia siguió mangoneando desde el df a los sucesivos gobernadores hasta 1911, cuando su hermano Ramón dimitió durante su segundo periodo, al calor de otra bola, todavía más grande que aquella del xix.
Según los historiadores, los primeros Rabasa simbolizan el porfirismo en Chiapas: por eternizarse en el poder, por entregar la selva a los deslindadores y el capital extranjero (véase: Cuauhtémoc González Pacheco, El capitalismo extranjero en la selva Lacondona, 1864-1982, unam, 1983), por regirse por la verdad de los ``científicos'' y ser criollos entre los criollos.
El historiador Thomas Benjamin definió a los Rabasa de hace cien años como ``caciques ilustrados'', debido a que construyeron carreteras, trenes y puentes, e introdujeron el telégrafo, todo lo cual facilitó el trabajo proconsular desde México.
En 1892, siendo gobernador, Emilio I cambió la capital estatal de San Cristóbal de las Casas (``ciudad levítica'' la llamó luego de pelearse con el clero conservador), a su sitio actual en Tuxtla Gutiérrez. Resentidos desde entonces, los coletos han puesto en boca del poeta estos dos versos:
San Cristóbal no volveré a verte y si vuelvo será para joderte.
Constitucionalista de la dictadura, lo primero que hizo al perder el balón que se le fue a bordo del Ipiranga fue publicar, en 1912, La Constitución y la dictadura, estudio sobre la organización política de México.
En mayo de 1914, un nuevo encargo presidencial lo sacó fugazmente del retiro. El general Victoriano Huerta, aquel Pinochet que tuvimos, lo designó delegado para las negociaciones con el gobierno de Estados Unidos luego del llamado ``incidente de Tampico'', y la humillante ocupación yanqui del puerto de Veracruz.
Aquellas mesas de diálogo, llamadas Conferencias de Niagara Falls, hubieron de suspenderse cuando el dictador mexicano puso pies en polvorosa. Emilio I no regresó al país, a la sazón en apogeo de la mera bola (zapatistas, villistas, etc.). Prudentemente, se instaló en Nueva York (en territorio invasor) por aquello de la sana distancia.
Emilio I tuvo otros nombres. Firmó relatos como Sancho Polo, y fue el profuso periodista Pío Gil. Murió en 1930.
Emilio O. Rabasa, o Emilio II, pudo no tener mayor relación con Chiapas si el presidente Zedillo no lo hubiera mandado a la Cosever, la comisión de verificación de los Acuerdos de San Andrés, que hasta el momento no ha tenido nada que verificar. También se le recuerda como canciller durante el periodo de Luis Echeverría. Casó con una hija de Rafael Pascasio Gamboa, gobernador de Chiapas (1940-1944), presidente nacional del pri y luego secretario de Salubridad y Asistencia Pública.
Emilio II, también constitucionalista, es hoy investigador y catedrático del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam (el think tank del secretario de Gobernación Emilio Chuayffet, desde donde los Burgoa y similares denunciaron los presuntos peligros de separatismo y balcanización indígena emboscados tras los Acuerdos de San Andrés).
A Emilio Rabasa Gamboa, descendiente de dos gobernadores, aunque se dice que todavía es estudiante de doctorado en el instituto donde trabaja su papá, ya lo hicieron Coordinador del Diálogo de Paz en Chiapas, también por encargo presidencial. Hasta el cierre de la presente edición no ha conseguido controlar al gobernador sustituto Albores Guillén, ya no digamos coordinar el diálogo de paz. No obstante, ahora amplía sus actividades: se ofrece como organizador de giras para la Cocopa por el territorio rebelde (comidas y transporte incluidos), promueve reuniones entre empresarios chiapanecos y estadunidenses, y funge como contestador automático del gobierno federal.
Samuel Ruiz García, amigo de Rafael Pascasio Gamboa, conoció a Emilio III cuando éste era un muchacho que respondía al nombre de una marca de chocolate en polvo muy popular en la época: Milo.
El obispo de San Cristóbal de las Casas ahora lo ha tenido que aguantar cada que le viene con recados del presidente Zedillo o del precandidato presidencial Francisco Labastida, jefe directo de Rabasa Gamboa.
Recopilación: Ojarasca