Como un moderno San Jorge que en lugar de matar dragones combate dinosaurios, Carlos Salinas de Gortari retorna a las pasarelas de la política nacional. Hoy como ayer se autoasigna el papel de adalid de la modernización, víctima de la nomenklatura.
No lo ha hecho desde México y en español, sino, como es su costumbre, desde el extranjero y en inglés. Quien infructuosamente aspiró a manejar la institución reguladora de los negocios de la aldea global no puede enfrentar, cara a cara, la opinión que sobre él tiene la mayoría de sus compatriotas. Prefirió, como lo hizo mientras se encontraba en la cúspide de la pirámide del poder, que los simples mortales que habitamos estas tierras nos enteráramos de su regreso por la prensa extranjera. Durante seis años tuvimos que enterarnos de lo que el mandatario pensaba hacer por el New York Times o el Wall Street Journal; ahora lo sabemos gracias al Newsweek.
El libreto que protagoniza en su artículo ``Una ofensa para todos los mexicanos'' es poco novedoso. Se trata, básicamente, de una actualización a los tiempos nuevos del mismo que durante cinco años vendió con éxito a corresponsales extranjeros, intelectuales y élites financieras. Carlos Salinas de Gortari y su proyecto de liberalismo social fueron y son, según el script -en inglés, porque está escrito para la comunidad trasnacional-, los instrumentos para sincronizar el reloj mexicano con los tiempos de la globalización. Quienes lo atacaron entonces y quien lo critica ahora es la nomenklatura afectada por sus reformas modernizadoras, en santa alianza con las eternas fuerzas del mal que desde el exterior asedian a nuestro país. Su mala reputación y la de su clan es, tan sólo, el resultado de una conjura desde el poder.
Lastimosamente para él, sus argumentos son poco creíbles para cualquiera que no haya sido beneficiario directo de su política. Los dinosaurios que dijo combatir pastaron y se reprodujeron plácidamente en el jardín de su gobierno. ¿O, acaso los Hank González, los Patrocinio González Garrido y los Madrazo Pintado no fueron parte de la fauna del zoológico político salinista? El que nuevas especies de dinosaurios hayan sido clonadas e incubadas durante su sexenio, a golpes de recursos públicos e impunidad, no hace que ellos no sean reptiles. Un dinosaurio joven y harvariano es tan dinosaurio como uno viejo y corporativo.
Salinas afirma que durante su gobierno hubo apertura política, pero, a la encarcelación de La Quina le siguió la imposición de una dirección en el sindicato petrolero tan corrupta y antidemocrática como la de su antecesor. ¿Las concertacesiones realizadas junto al Partido Acción Nacional para cederle gubernaturas fueron realmente un avance democrático? ¿La ciudadanización del Instituto Federal Electoral se habría realizado sin la insurrección zapatista?
Las máscaras de Salinas con las que la población hace escarnio del ex presidente y su descrédito generalizado no son el resultado de que haya afectado privilegios establecidos. El vendedor de ilusiones ha sido juzgado moralmente en la plaza pública, no por la acción de quienes desde el poder fueron sacrificados, sino por las víctimas de una ``modernización'' devastadora que ofreció bienestar y trajo el derrumbe generalizado de niveles de vida, por el recuerdo de los más de 500 perredistas asesinados durante su gobierno, por la vergüenza ciudadana ante el crecimiento del narcopoder.
En el colmo del cinismo, este autoproclamado San Jorge pretende que el juicio que se sigue a su hermano por parte de las autoridades suizas, por vínculos con el narcotráfico es ``una afrenta para todos los mexicanos''.
¿Quién le dio al señor Salinas de Gortari la facultad para hablar a nombre de todos los ciudadanos de este país? ¿Hasta dónde llega su delirio de grandeza para darse esa representatividad? ¿Qué derecho tiene a presentar sus intereses personales y de grupo como coincidentes con los intereses de la nación? Lo lastimoso de la situación no son las acusaciones del sistema judicial suizo en contra del hermano incómodo, sino la ausencia de éstas en nuestro país, a pesar de las evidencias disponibles.
No, Carlos Salinas de Gortari, no fue el renovador que afirma ser ni, mucho menos, las denuncias contra su hermano son una ofensa a todos los mexicanos. Y nos indigna a muchos que piense que no tenemos memoria, y que a pesar del enorme daño que le hizo a este país, en lugar de pedir disculpas y reparar sus faltas, quiera seguir vendiéndonos gato por liebre.