Así se titula el último libro del arquitecto, crítico y filósofo berlinés Horst Kurnitsky -conocido en nuestro país gracias a reiteradas estancias-, propiciadoras de colaboraciones en diversas publicaciones, participaciones en simposios e impartición de cursos en facultades y museos. A diferencia de su libro aquí publicado, por Siglo XXI, Edipo, un héroe del mundo occidental, que vio la luz en Berlín (Verlag Klaus Wagenbach, 1981) éste no sigue una sola línea temática sino que se integra de varios estudios previamente aparecidos y revisados para la presente edición de Editorial Blanco y Negro.
Hay, no obstante, un hilo conductor y está referido a las obsesiones que persiguen al autor de tiempo atrás: los mitos ancestrales generados como repercusión a la insatisfacción del deseo y la sustitución de éste por el sacrificio, redundaron en el mercado, destinado a satisfacer pulsiones que allí se encauzaron y de las que a su parecer deriva, incluso, el pensamiento filosófico. Encuentra ilustración a esta aseveración en el fresco principal de Rafael Sanzio en la Camera della Segnatura del Vaticano. En efecto, La escuela de Atenas presenta a Platón (retrato disfrazado de Leonardo da Vinci) y a Aristóteles, discutiendo El Timeo (y por tanto evocando a Sócrates) en una construcción basilical a la que se accede por una escalinata.
Los principales filósofos de la Antigüedad están allí representados, incluyendo a Heráclito, situado en área conspicua y en actitud similar a la que guardan los profetas de La sixtina, de Miguel Angel, pues Rafael, que no era nada envidioso, rindió generosísimo tributo al artista que calzando sus imprescindibles stivali aparece allí con la fisonomía algo mejorada. Pero era tan apasionada la querella entre rafaelistas y miguelangelistas en ese tiempo, que ni Condivi ni Vasari mencionan este detalle iconográfico en los escritos que comentan la magistral obra. Kurnitsky piensa (cosa de la que yo dudo) que Rafael al situar la escena en una basílica y de acuerdo con una ancestral tradición, reafirma el origen de la filosofía en el mercado, puesto que el ágora como las basílicas eran sitios de reunión, discusión y trueque.
Lo importante es que esa función, considerada medio cohesionadorpor Kurnitsky, se ha deteriorado a tal grado en las economías modernas, que el mercado ``se ha liquidado como lugar de mediación de intereses y de mediación entre la naturaleza y la sociedad''.
¿Qué es la libertad política sin libertad económica, sin que la mayoría de la población lleve una vida humana con libertad de información y de formación?, se pregunta Kurnitzky. El liberalismo, desde sus inicios no ha resuelto el problema y el enunciado del capítulo que aborda este tema se titula Una nueva religión. El neoliberalismo. El regreso a mitos eternos (un retorno compulsivo, podría decirse) y la tendencia a mistificar el mundo ``parecen ser teorías de salvación posmodernas. En lugar de ilustrar acerca de los fines sociales y de reflexionar en torno a sus perspectivas, se espera que potencias oscuras y místicas salven al mundo''. Volvemos aquí al mercado y coincido con el autor en que el mercado se desconoce a sí mismo, es una fuerza ciega que ni siquiera permite la sobrevivencia del más sensato, del más astuto o del hedonista.
Hermes, el de los pies alados, dios del comercio, mensajero y a la vez psicopompo -puesto que lleva las almas al averno, según una de sus acepciones- aparece con sus atributos en este libro, incluyendo el capítulo dedicado a la cibernética. Quienes hayan experimentado con los espacios virtuales sabrán por experiencia propia que al autor le asiste cierta razón. Sobreviene la adicción a lo virtual y una vez instalada conduce a regiones que uno ni busca ni desea al grado de desembocar en situaciones erráticas, lo cual no quiere decir en modo alguno que se deba prescindir de ese presente del porvenir, implícito en la red.
``Protegidos de la tentación de dirimir sus conflictos por medio de la violencia física, los interconectados están, por la suave presión de la técnica todopoderosa, forzados a una comunicación pacífica a través del Internet''. Ni tanto, diría el subcomandante Marcos, pero en todas formas hay algo de verdad en ello, sólo que son pocos los interconectados en países del Tercer Mundo y los que hay ni siquiera se corresponden más que en unos cuantos casos, con los que desearían interconectarse. ``El misticismo contemporáneo utiliza técnicas electrónicas para fugarse del mundo real''. Sí, hartas veces sucede, pero la virtualia, mercantilista que sea, está pagando las torpezas y riesgos de todo etapa adolescentoide, ¿se depurará?
El libro es polémico y provocativo. El penúltimo capítulo ``Sociedad y violencia'' nos concierne especialmente. Sobre este tema Kurnitsky prepara un simposio en el que participarán especialistas nacionales y extranjeros, que se verificará en la Universidad Iberoamericana.