La Jornada 10 de noviembre de 1998

La democracia ha registrado importantes avances, pero es ``perfectible'', afirma la CEM

José Antonio Román Ť México vive ``graves divisiones y desgarramientos'' en todos los órdenes -incluso en el cultural y religioso-, y el diálogo y el consenso entre los partidos políticos y los líderes se ``antoja muy difícil''. Entre grupos y organizaciones sólo se escuchan ataques mutuos y descalificaciones, afirmó el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Luis Morales Reyes, al inaugurar anoche la 65 Asamblea Plenaria de la Jerarquía Católica.

Desde el altar de la Basílica de Guadalupe y ante unos 80 obispos de todo el país y cientos de feligreses, el también obispo de la diócesis norteña de Torreón señaló que la lucha por el poder divide y enfrenta en vez de complementarse. México no puede avanzar si no hay un esfuerzo serio por construir la unidad dentro de la legítima y necesaria pluralidad.

Calificó de ``preocupante'' que los diálogos por solucionar ya, de forma estable e integral el conflicto de Chiapas, no avancen. ``Se tiene la impresión de que los indígenas han sido hechos rehenes de intereses políticos de quienes buscan otro tipo de cambios en los sistemas que rigen el país y el mundo, con lo cual los diálogos se retrasan y se ven condicionados por los procesos electorales. La pobreza de los indígenas es inocultable, pero las divisiones políticas e ideológicas impiden unir esfuerzos para superar su marginación''.

Durante la celebración religiosa, con la cual inició formalmente la asamblea episcopal que durará hasta el viernes próximo, consideró que la unidad y la reconciliación es uno de los temas más urgentes en México y en la Iglesia católica. Por ello, dijo, el tema de esta asamblea es ``la Iglesia, signo y sacramento de unidad y reconciliación en México''.

Ha trascendido que la asamblea concluirá con un documento episcopal dirigido al pueblo de México. En tanto, anoche, en la inauguración, el presidente de la CEM se refirió a uno de los hechos más preocupantes del país: la pobreza. Dijo que en los aspectos económico y social cada vez se hace más profunda la brecha entre los pocos que poseen mucho, y los muchos que sobreviven pobres y marginados.

``Las diferencias son tan notables que parecemos vivir en mundos opuestos, no sólo distantes. Y aunque valoramos el gran sentido de solidaridad que se expresa en situaciones dramáticas, como en las pasadas inundaciones de Chiapas; sin embargo, en la vida ordinaria hay un distanciamiento progresivo''. Además, se observan síntomas de racismo hacia los indígenas y los migrantes centroamericanos que pasan por nuestro país hacia el norte.

Al referirse directamente a la Iglesia, el obispo Morales señaló que ésta debe ser una instancia reconciliadora, pero ha de comenzar por ser reconciliada, pues está llamada a dar ejemplo de unidad y esforzarse por pacificar los ánimos, moderar las tensiones, superar las divisiones, sanar las heridas cuando se agudiza el contraste de las opciones en el campo de lo opinable.

Dijo que la iglesia, experta en humanidad, sabe que la aspiración a una reconciliación sincera y durable, que pareciera una utopía, es una palanca ideal para un verdadero cambio de sociedad.

Morales Reyes, quien cumple su primero de tres años al frente del Episcopado, destacó que nuestras diferencias políticas, económicas, sociales, culturales y religiosas deberían ser un enriquecimiento plural, y no una barrera que nos separe. Llamó a abrir el corazón a todos, no sólo a los creyentes, sino también a los ateos e indiferentes, pues en ellos también actúa Dios. La Iglesia, en ese sentido, recordó que tiene la misión de ser un cimiento sólido de unidad y, por tanto, debe convocar a todos a superar las desconfianzas y descalificaciones mutuas para la unión a favor del México que anhelamos y queremos construir, con respeto, paz y armonía entre todos.

``El odio es enemigo de la paz. Y hay muchos corazones contaminados de odio. Por eso, no avanzan las reformas políticas, los cambios necesarios, el ecumenismo, el diálogo y la paz en México y en Chiapas. Por el odio, persiste la amenaza de las armas y de muertes violentas, pues algunos se atreven a fincar su éxito en la destrucción de los que piensan y actúan en forma diferente a la propia. El odio impide aceptar como hermanos a quienes son diferentes en cultura e ideología, pero que también pueden aportar elementos válidos para la construcción de la justicia, de la democracia y de la libertad'', señaló.

Sin embargo, Morales Reyes pidió recordar que en lo más hondo de la división, en los mexicanos late un vivo deseo de recomponer las fracturas, de cicatrizar las heridas y de instaurar en todos los niveles una unidad esencial. Pero por dónde empezar esta noble y apremiante tarea de reconciliación, paz y unidad, se preguntó.

Aquí, en su respuesta, insistió en que los obispos han pedido una revisión serena y correcta de la historia, pues ésta lleva consigo una pesada carga de violencias y de conflictos de los cuales no es fácil desentenderse. Sus efectos permanecen vivos e hirientes, alimentando miedos, sospechas y rupturas entre grupos étnicos, instituciones, corrientes de pensamiento y opciones sociales.

Planteó el obispo que una revisión de la historia, realizada en la verdad, favorecería la aceptación y el aprecio de las diferencias sociales y religiosas. Este sería el primer paso hacia la reconciliación, porque el respeto de las diversidades es una condición necesaria de relaciones pacíficas entre individuos e instituciones.

Por otro lado, se refirió a los católicos, quienes -dijo- tienen la grave responsabilidad de buscar la raíz profunda de los conflictos con otras confesiones religiosas, que enfrentan a los mexicanos entre sí. Los católicos, añadió, deben conciliar profundas diferencias, superando antiguas enemistades y salir al encuentro de los demás sin prejuicios, más bien con sentimientos de confianza. Se deben construir puentes de tolerancia, de comprensión y respeto mutuo.