Barroso Chávez, principal impulsor de Pro Vida, revelan sociólogos
Patricia Vega /I Ť Más allá de ser un tradicional grupo religioso que reivindica una serie de valores y principios morales, el Comité Nacional Pro Vida -encabezado por Jorge Serrano Limón- es considerado, en la práctica, ``punta de lanza'' y una de las organizaciones ``más beligerantes'' de la llamada nueva derecha católica, cuya consolidación se debe al apoyo de influyentes empresarios mexicanos como el director vitalicio de la Cruz Roja, José Barroso Chávez, quién además de ser miembro honorario es el principal benefactor de aquella agrupación.
La anterior es una de las conclusiones que Erika Barrón Carreño y Javier Navarro Briones destacan en la tesis Sociedad civil y protesta religiosa. La participación política del Comité Nacional Pro Vida, con la que obtuvieron el grado de licenciados en sociología por la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Asesorados por el maestro Alejandro Payá Porres, Barrón Carreño y Navarro Briones ubican el nacimiento del Comité Pro Vida a fines de los años 70 -diciembre de 1977 marcó su entrada en escena mediante la organización de la primera Marcha por la Vida- ``en un ambiente de confrontación con el Estado, como una respuesta de la cúpula eclesiástica, de grupos empresariales y de grupos laicos en abierto desacuerdo con las políticas de regulación natal.
``Una de las características que identificaron al comité fue el actuar como una organización vigilante de los programas de planificación familiar, denunciando supuestas pretensiones del gobierno, grupos de izquierda y feministas por legislar o tratar de imponer leyes y reglamentos tendientes a legalizar el aborto'', agregan.
Para los sociólogos Barrón y Navarro, si entre 1978 y 1985 el Comité Pro Vida sólo fue una organización que actuó ``prácticamente en la oscuridad, situando su radio de acción principalmente en el Distrito Federal'', a partir de 1985, y ``con el apoyo de empresarios -entre ellos el presidente vitalicio de la Cruz Roja-, el entonces cardenal Ernesto Corripio Ahumada, miembros de la jerarquía católica, así como destacados panistas'', el comité extendió sus acciones a otros estados del país, creando delegaciones sostenidas por miembros de organizaciones de laicos, obispos y empresarios locales.
Mediante una detallada investigación, que además de la recopilación de diversos documentos y folletos incluyó la realización de diversas entrevistas con Jorge Serrano Limón y José Barroso Chávez, Barrón y Navarro reconstruyen los orígenes, las redes de relaciones, la ideología y la participación política de Pro Vida.
En el capítulo dedicado a las consideraciones teóricas, los especialistas concluyen que ``los principales medios de acción que utiliza el Comité Pro Vida para poder desarrollar su lucha se dan a través de canales formales e informales entre diferentes organizaciones que dependen en gran parte de la amistad, lazos familiares, el posicionamiento privilegiado de individuos clave y la apelación a códigos no escritos''.
Y agregan: ``El ego estratégico del cual pende la red de relaciones familiares, religiosas, económicas y amistosas lo constituye José Barroso Chávez''.
Una compleja red de enlaces
De acuerdo con el estudio realizado por Barrón y Navarro, ``el apoyo de diversos empresarios a la nueva derecha católica y la relación estrecha que guardan con los dirigentes de organizaciones como Pro Vida y la UNPF -Unión Nacional de Padres de Familia- ha posibilitado que éstos constituyan una élite católica, que se puede ver plasmada en el llamado Centro Cívico de Solidaridad (Cecisol), organización (fundada a raíz de los sismos de 1985) encabezada por el empresario José Barroso Chávez.
``Esta élite -añaden- agrupa a organizaciones tales como la Asociación de Escuelas Particulares, la UNPF, a una buena parte de las universidades privadas, a las cúpulas del sector empresarial como la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), así como instituciones de servicio social, el Movimiento Testimonio y Esperanza y Pro Vida, entre otros.''
El Centro Cívico de Solidaridad se define a sí mismo como una organización preocupada en ayudar a ``resolver los problemas de México'' (por ejemplo la construcción de viviendas para gente pobre).
Sin embargo, la acción del Cecisol en realidad se ha centrado en participar de manera activa -como observador- en procesos electorales desde 1988, e impulsó en las elecciones de 1997 a la organización Presencia Ciudadana, que de igual forma asumió la tarea de observación.
Una característica del Cecisol es su orientación a favor de los candidatos de Acción Nacional, así como la pugna con agrupaciones similares como Alianza Cívica en torno a la legitimidad que tienen las organizaciones civiles que impulsan la observación y la limpieza electorales.
``La relación privilegiada que guarda Pro Vida con diversos empresarios que confluyen en el Cecisol -continúan los investigadores- se debe principalmente a la cercanía que mantiene aquel organismo con José Barroso, el cual sirve de enlace y contacto con otros empresarios que se interesan por la lucha del comité.
``Esta serie de contactos además se ve reforzada por el posicionamiento estratégico de Gustavo Serrano (Limón) y Francisco Serrano (Limón), quienes se han encargado desde los puestos que ocupan (uno, empresario y ex director de la Coparmex; el otro, director del Colegio Cristóbal Colón) de ser gestores de la causa Pro Vida.
``El propio Jorge Serrano (Limón) goza de la simpatía de múltiples empresarios, así como de su capacidad emprendedora para financiar las actividades del comité, con la avenencia y apoyo de los más importantes jerarcas católicos que abogan por la extensión y difusión de los principios que defiende.''