Si lo tuviera, le cantaría al amor: Paquita la del Barrio

Luis Humberto González Ť Aullidos y cantos afuera de la casa de Paquita la del Barrio por los que no lograron entrar. La primera variedad inicia a las 19:00 horas. La gente quiere escucharla; espera. Se forma desde las escaleras del primer piso, hasta la calle. Quizá tengan que esperar dos o tres horas para la segunda función.

Adentro, al menos unas 200 gentes que pagaron un cover por persona de 40 pesos; y si pidieron una botella de ron, 250 pesos; y si pidieron cabrito, la especialidad de la casa, 90, tendrán que consumir todo antes de que termine la primera variedad. Los que quieran escuchar otras vez a Paquita en esta noche deberán pagar otro cover. Hay familias completas de 10 o 15 personas que se trajeron a los abuelitos y a niños de brazos y biberón (y niños de 5 años que prefieren jugar a otra cosa), que reservaron sus lugares. También hay algunas parejas y una mesa con turistas europeos y mesas con mujeres cuarentonas, solas.

Todo es nuevo en el salón de Paquita, y más grande comparado con el que tenía en la planta baja. En este nuevo espacio de paredes morado y rosa, y muros vestidos de espejos que detienen el techo y pasillos con alfombras amarillas que rematan en el escenario de loseta azul celeste, donde se canta y de repente se baila. No cabe nadie más. Está a reventar. Los foquitos que penden del techo se prenden y se apagan. Anuncian que está por salir la estrella de la casa.

Aparece Paquita, seria, como es. Aplausos, vivas, gritos y alaridos la reciben. La popular cantante, vestido azul brillante, entallado; zapatillas con tacón alto, pestañas postizas, pelo corto pintado de rubio con un peinado perfecto; anillo de oro con piedras finas en los dedos de sus manos, reloj de oro, agradece la ovación y, acompañada de su grupo norteño, se arranca con la primer rola.

El respetable, que al principio alcanzó un lugar, enloquece. Los que esperan afuera haciendo cola, tararean o le hacen segunda a cada una de sus canciones. Secándose el sudor con un pañuelo, Paquita canta sin parar por más de una hora. Por supuesto, la gente festeja algunas canciones ya clásicas y llegadoras, tales como Tres veces te engañé; Lámpara sin luz; El mar y el cielo; Cheque en blanco ( ``Y donde dice desprecio, ese debe ser tu precio, y va firmado por mí''). Y Paquita nos recuerda: ``¿Me estás oyendo, inútil?''... y muchos inútiles no sólo aplauden a rabiar, también agitan las servilletas blancas que tomaron de las mesas. Termina la primera parte de la variedad.

La secretaría de Paquita me hace señas para la entrevista. Ojalá, me digo, ya es la tercera cita. Desde el escenario, Paquita abre una puerta donde hay unos pequeños escalones que conducen al siguiente piso. Es decir, al departamento --camerino de Paquita. Pero no es cosa fácil querer entrar en este espacio de estar y vivir, así como así. Tiene doble puerta. Una metálica, fuertemente enrejada que cierra por dentro y fuera. Entramos a su pequeño búnker para la entrevista. La sala, cocina y comedor, con muebles igualmente nuevos; y figuras de porcelana y vasos y jarrones de vidrio por todos lados. En un rincón, un hacinamiento de cajas de cartón, algunas todavía sin abrir.--¿Cómo nace el nombre artístico de Paquita la del Barrio?

--Soy Paquita porque me llamo Francisca. Se quedó Paquita la del Barrio por que un día grabé una canción que se llamó El barrio de los faroles.

--Cuando interpretas tus canciones con ese sentimiento, ¿crees que cantas para el pueblo, para ti, para los compromisos comerciales? ¿Para quién cantas?

--Interpretar mis canciones para mí es un desfogue. Yo creo que la gente siente lo mismo que yo. En cualquier evento yo canto para la gente, sea rica o pobre.

--Muchos de los temas que interpretas con éxito son de desamor. ¿Por qué cantarle al desamor, al despecho, a la dolencia del alma?

--Es muy simple, porque no tengo amor. Casi todas mis canciones son de desamor. Si tuviera amor, le cantaría al amor.

--¿Por qué dices que no tienes amor? ¿No tienes a tus hijos, tus nietos, a tu público, fama y dinero?

--La fama y el dinero no son todo en la vida.

--¿Tú crees que la gente que se identifica con tus canciones también tiene desamor?

--Mira, para acabar pronto, todos padecemos de desamor. Aunque la gente esté casada o arrejuntada, como sea que esté, siempre vive la desilusión con la persona que comparte la vida.

--Algunas de tus canciones son contra los hombres ``inútiles''; pero algunos hombres dicen que también hay mujeres ingratas, ¿estás de acuerdo?

--Por supuesto que existen los dos casos.

--¿Qué le dirías a los hombres que no saben amar, como Dios manda, a su mujer?

--El hombre, desde su nacimiento, nace (sic) para ser lo que es. Debe aprender a valorar más a la mujer, a tenerle consideración.

--¿Haciendo lo que te gusta hacer te sientes sola?

--Cuando uno hace lo que hace, vives tranquilo. No tienes maldad ni nada. Y si metes la pata, je, je, pues eso ya se verá más tarde. Pero siempre he hecho de mi vida lo que he querido. Desde chamaca. Ahora también. Ahora más, que estoy sola. Mi marido ya se fue a vivir a Veracruz. Nada más lo veo cuando voy para allá. Estoy sola, bueno, con mis hijos y mis nietos.

Bar de Paquita la del Barrio: Zarco 202 (entre Luna y Estrella), colonia Guerrero; 583-81-31 y 583-16- 68.