La Jornada Semanal, 8 de noviembre de 1998
Personajes
Matea: La gorda
Hombre: Marido que se ha equivocado de puerta
Joven: Colaborador de Matea
Ana: Hija de Matea
Escenografía: El departamento de Matea
Acto unico
Una habitación grande, mitad recámara, mitad estudio-estancia. Al centro de la pared del fondo, el baño, con dos puertas laterales: una especie de quiosco hexagonal, cerrado por dos vidrios grandes de opalina blanca. Cada vez que los personajes entran, se encienden las luces, de modo que las siluetas de los huéspedes se proyectan aumentada sobre el vidrio. Al salir, las luces del interior del baño se apagan. Disposición: en el espacio de la izquierda, sobre el fondo, una enorme cama matrimonial, burós a los lados, una lámpara. En el espacio de la derecha, alejada en segundo plano, una enorme mesa en ele, con computadora, impresora y todo lo necesario para grabar, incluido un amplificador; en el extremo de la mesa, lo necesario para prepararse café o té: tacitas, botellas, vasos y una caja de medicina: Intelect-X. En el proscenio, otra mesa con una lámpara, un termo con café, una azucarera, varias tacitas, cenicero, cigarros, una agenda y todo lo que se necesite. Sillas y sillones de oficina con ruedas, repartidos por todos lados. Tras la mesa en ele, una modernísima bicicleta fija. A la derecha del proscenio, apenas visible,la puerta de entrada al departamento montadaÊsobre carros, que en el momento indicadoÊserá adelantada unos metros. El lado derecho del escenario es recorrible y debe poder avanzar casi hasta el centro del escenario, de modo que divida la habitación en dos. Al medio, en primer plano, una mesita de centro. Lámparas de pie y diferentes controles remotos. Al abrirse el telón, en la escena semioscura, se percibe la cama matrimonial, desordenada, con alguien arriba de ella: ¿una persona?, ¿dos? No se sabe. Música durante algunos segundos; luego una voz masculina, usando tonos acariciantes, dialoga con una voz femenina: Matea.
Voz de hombre: ¡Buenos días, tesoro, ya son las nueve! Despierta, mi amor.
Matea: (Apenas se mueve.) ¡Oh, noooo! ¡Otra pestañita... te lo ruego! Besito... apapáchame...
Voz de hombre: (Apurándola.) ¡Sí, sí... levántate ya! ¡Amor, son las nueve en punto... hoy es jueves 18... levántate!
Matea: ¡Eres malo! Anoche me destruiste y ahora pretendes... ¡Monstruo!
Voz de hombre: ¡Sí, sí, soy tu monstruo! ¡Cuánto te quiero! Bella, dulce, cándida, amor...
Matea: (Se abraza al Hombre.) Oh sí, otra vez... otra vez... amor...
Voz de hombre: Despierta... despiértate, tesoro... hoy es un día afortunado... sé que estás cansada... y que te gustaría acurrucarte en mis brazos... pero tienes que levantarte...
Matea: ¡Oh, eres un tirano!
Voz de hombre: ¡No digas eso! ¡Mi amor...! Ya son las nueve y cinco minutos... Hoy Marte está en la casa de Venus... ¡Será un buen día, lleno de emociones agradables! ¡Levántate!
Matea: (Levantándose, enciende la lámpara colocada sobre el buró.) ¡Ya me levanté! (A medida que la Mujer avanza hacia el proscenio aumenta la luz: nos encontramos frente a una Mujer desmesuradamente gorda, que lleva puesto un elegante camisón blanco con encajes; bajo el camisón distinguimos unas pantaletas color de rosa. Toma un control remoto de la mesita de centro.) ¿Basculita? ¿Dónde estás, basculita? Menos mal que tiene localizador electrónico... (Desde la izquierda, llega al proscenio una báscula.) ¡Aquí estás! ¡Buenos días! (Intenta subirse en ella, pero la báscula se escapa entre sus pies, alejándose hacia la parte de donde salió.) ¿Qué haces? ¿Escapas? (La bloquea con el pie.) ¡Te amolé! (Se sube en ella. Ruido de resortes que saltan y un lamento; la Mujer salta, asustada.) ¡Ay, Dios, qué susto...! ¡Me explotó en los pies! (La báscula se va, rechinando.) Sí, llora, llora. Soy yo la que debería llorar... ¿Para qué me peso...? Total, gramos más o gramos menos... peso ciento veintitrés kilos... (Se enciende un cigarro.) ¡Ciento veintitrés! (Da un patadón a la cama.) ¿Y tú no dices nada!
Voz de hombre: Te lo repito, amor... no te preocupes... a mí me gustas así chonchita...
Matea: ¡Barrigona, panza de hule... llanta Michelín! ¡No exageres con tus adulaciones, querido! (Mira el cigarro.) ¿Pero qué estoy haciendo? ¡Me fumo un cigarro recién levantada! ¡¡Sólo!! ¡Sin café! ¡Ahorita me lo tomo! (Se dirige a la mesa y se sirve del termo una taza de café; echa un ojo a la azucarera.) ¡Mmmmh, está amargo! A ver, subí dieciséis kilos en los últimos dos meses... como que puedo ponerle una cucharadita... Qué puede hacer una cucharadita en este corpachón... se pierde. (Ejecuta.) Ocho kilos al mes... (Refiriéndose al azúcar.) Una no es ninguna, dos es la mitad de una... (Ejecuta.) Tres es apenas una. (Retoma el discurso.) Dos kilos por semana... (Vacía toda la azucarera directamente en la tacita mientras dice:) ¡Basta de privaciones! (Se toma el café y luego se dirige a la cama.) ¡Si sigo así llegaré a los doscientos en menos de lo que canta un gallo! ¡La Teresina del 2000... la mujer más gorda del mundo! (Da otra patada a la cama. El Hombre suspira. Matea entra al baño. Se trasluce su abundante silueta.) No, tú no te puedes acordar de ella... aún no habías nacido... La exponían en los barrancones de las ferias... deslizaba entre los pliegues de la tienda un muslo así de gigante... (Levanta una pierna, imitando a la Teresina.) Desmesuradamente gorda y rebosada. ``¡Toquen, toquen!'', gritaba el merolico, ``¡entren y podrán tocar lo demás!'' (Se levanta el camisón, se baja las pantaletas, se sienta en el excusado y orina.) Luego luego se juntaba la bola de morbosos pervertidos... ¿Me escuchas, querido...? Todavía podría tener un chance... ¿Qué dices...? Pongo un bonito barracón...
Se levanta y jala la palanca.
Voz de Hombre: ¡Amor, son ya las nueve y cuarto! Consulta la agenda...
Matea: (Sale del baño y consulta la agenda.) Actividades: ``Tomar el Intelect-X para la memoria...'' Menos mal que lo escribí, si no se me hubiera olvidado. Esa Montalcino tiene muy buena cabeza... ¡hicieron muy bien en darle el Nobel! (Levanta la cajita de la mesa y lee.) ``Una en la mañana y una en la tarde...'' Yo me tomo las dos juntas cuando me levanto... (se sirve un poco de agua) si no, antes de que me haga efecto el remedio se me olvida la de la tarde. (Traga las dos pastillas.) Tengo hambre... tengo hambre... ¿Cómo es que siempre me despierto como si no hubiera comido en dieciocho años? ¡Voy a comer! Me tomo un té... otro líquido... y luego me pasaré la tarde haciendo pipí. (Se prepara el desayuno; sin darse cuenta, lleva a la mesa dos tazas.) ¿Por qué tomé dos tazas? ¡Los malditos reflejos condicionados! ¡No está! ¡Ya no está! ¡Lo echaste! ¡Ahora hazte tu desayuno tú sola! (Señala la cama.) El nuevo no come nunca. (Al regresar la segunda taza a su lugar se le cae algo.) ¡Ay, mamá...! (Lleva a la mesa en primer plano una tetera y un frasquito de miel.) Quién sabe por qué cada que sucede algo imprevisto decimos ``mamá''... ¡O ``mamá'' o ``chingado''! Claro, es la primera palabra que aprendemos... Me refiero a ``mamá''. ``Chingado'' es la segunda. (Deletrea.) Ma-má... ma-má... (Se sirve té.) Mi sobrinita la primera palabra que dijo fue ``Uva'' ...el nombre del perro. ¡Qué locura! Estábamos todos esperando: ``Di mamá, di mamá, tesoro... di papá...'' Y cuando nos quedamos solas: ``¡Di tía!, ¡di tía!'' Y aquélla, nada... ``¡Uvaaa....!'' Con su horrible voz aguda de enana... ``¡Uvaaa....!''¿Le pongo o no le pongo miel? No, no le pongo. (Deletrea.) Ma-mm-má... ¡Cuántas cosas me perdí por esa santa mujer que era mi madre! ¡Una gran señora mi madre, toda casa, cama e iglesia! ¡Por mi bieeen! ¡Chocaaante! (Gime como si estuviera a punto de desmayarse.) Me siento mal... me falta azúcar... mejor tomo algo... (Toma del frasco una cucharada de miel, que chupa golosamente.) ¡Está muy buena...! ¡Está muy buena! ¡Dios bendiga a las abejas! (Directamente al público.) ¡Si sigo así, al final de la gira de veras voy a pesar ciento veintitrés kilos! ``¡Mata más la gula que Salubridad!'' ¡Paciencia, moriré! ¡Mi madre... una santa! ¡Cuidado con hablar de sexo! El sexo no existía en mi casa: todos estábamos hechos como las muñecas. Al trasero le decían ``pompis'', y al delantero ``conchita''... Por muchos años cómo me dieron asco las conchas con chocolate... ¡Cuántas cosas me perdí por culpa de mi madre! Me enseñó puras cosas equivocadas... Me enseñó, por ejemplo, a ser honesta. ¿Para qué, a ver? ¡Tache! Me enseñó a ser fiel... ¡La fidelidad! Debió haberme dado la ideología del engaño junto con la leche... ¡Engaña, engaña, engaña! Imagínense qué vida tan interesante hubiera tenido... Agitada, llena de sobresaltos... de expectación... Despertarse en la mañana... ``¡Hoy-lo-veo-hoy-lo-veo!'' Darse un buen baño, ponerse desodorante, perfume... lencería sexy:.. Y el marido: ``¿A dónde vas, querida?'' ``¡Al súper... hoy pagas dos y te dan tres...!'' Y vámonos: besos, besos... (imita un besuqueo frenético) mi amor, mi amor... ¡Madre querida, nunca podré perdonarte que me hayas embrutecido con este yugo de la fidelidad absoluta, rígida... sin rodeos, sin tolerancia! ¡Los celosss...! ¡Yo a mi marido le di una vida de perros! Le hacía escenitas... lo espiaba... le salía de las coladeras... ¡era una obsesión! Y los pequeños deslices que me permití... un sentimiento de culpa... una desesperación. N'hombre, si volviera a nacer: ¡tres! ¡Tres fijos! Los llamaría a todos ``mi chiquito'' para no confundir los nombres... (Termina de desayunar, vuelve a colocar todo ordenadamente, luego se acerca a la cama.) Madre, me obligaste a reducir el matrimonio a una especie de jaula para parejas obligadas a vivir en cautiverio. (Al Hombre que está en la cama.) ¡Ya estuvo bueno de dormir, tesoro, párate! (Levanta con fuerza las sábanas jalándolas hacia ella. Aparecen dos cojines dispuestos de modo que simulan a una persona.) Oh, Dios mío... ¿dónde estás? ¡No te hagas chistoso...! (Levanta los cojines y los avienta.) Me han robado al amante... o a lo mejor escapó... ¡Me muero! ¿Dónde estás...? ¡Ah, estás aquí! (Levanta una voluminosa grabadora, la besa emocionada y la coloca sobre la mesa de trabajo.) ¡Qué haría sin ti, tragacintas de mi corazón?
Aprieta una tecla. Se vuelve a escuchar la voz del Hombre.
Voz de Hombre grabada: ¡Despierta... tesoro... ya son las nueve!
Matea: ¡Ya me caíste gordo!
Se dirige a bambalinas y lleva a primer plano una bicicleta fija.
Traducción: Sergio Martínez