Bárbara Jacobs
La carátula del tiempo

No tengo la capacidad para saber si Tennyson es un poeta lírico o no, ni mucho menos para considerar la poesía lírica inferior a cuál, ¿la dramática, la narrativa? En un ensayo sobre El monólogo dramático, de Alan Sinfield, leí unos versos de Tennyson que durante días estuve recordando. Hablaban de cómo el amor había levantado la carátula del reloj para hacer girar el tiempo en sus manos, y de cómo cada momento, agitado apenas, se extendía o se desgastaba o se perdía entre la arena. Las manos del amor eran ardientes o resplandecientes; la arena era dorada. Me gustaron, y los repetí para mis adentros. Luego caí en el error de desenterrar todo lo que pude sobre Tennyson. Ah, el gusto de las épocas, la crítica desorientada y mala guía del lector.

Cuando el poeta habla de sus propios sentimientos, los describe y busca sus motivaciones, es lírico. Si hace otro tanto, pero a través de personajes en acción, según lo que éstos dicen y lo que hacen, es dramático; y, si se expresa mediante un argumento, es narrativo. Pero lo que a mí me atrapó fueron los versos de Tennyson, se convirtieron en una tonada interna llena de melancolía. ¿Será que cayeron en tierra fecunda? ¿Es esta la razón por la que Tennyson subjetivo fue tan bien recibido por mis sentidos? ``El amor levantó la carátula del tiempo y le dio vueltas en ardientes manos; cada momento, agitado levemente, se consumió en arenas doradas''.

La perplejidad y el desaliento, dice Sinfield en El monólogo dramático, siguen siendo la respuesta usual de la crítica. ¿Y el poema, qué sucede con el poema que resulta mal leído? Sentimental, insípido, poco profundo intelectualmente, patriota estrecho, llamó la crítica a Tennyson, muerto Tennyson; de temperamento melancólico y sensible, otros defectos que le encontró.

En ``Locksely Hall'' un joven regresa a la casa de su infancia y recuerda a la prima de la que en aquellos años se enamoró y la que lo rechazó, visto esto en medio de un combate contra la injusticia social, resultado de los términos del progreso. ``La corona de sufrimiento del sufrimiento es el recuerdo de momentos más felices.'' En vez de sufrimiento, pesar; en lugar de pesar, aflicción. O que sea dolor; o pena; o congoja; duelo, luto; tristeza; desgracia, infortunio. Pesadumbre, desconsuelo. Nadie negará que la corona de dolor del dolor es recordar momentos más felices. Objeción de la crítica al romanticismo y al idealismo de Tennyson, desbaratables en la arena.

Tennyson firmó un libro con uno de sus hermanos, Poemas de dos hermanos. El amigo de su juventud, otro poeta, comprometido con una de las hermanas de Tennyson, murió repentinamente a los 22 años mientras viajaba por Viena. Su ausencia, a lo largo de la vida larga de Tennyson, provocó que escribiera, entre otros, un poema muy apreciado aun por críticos, como Thomas Carlyle, que no consideraban a Tennyson un gran poeta. Se trata de ``Ulises''. También por su amigo muerto, y para su amigo muerto, el poema ``In memoriam'', que le tomó casi veinte años escribir.

Pero yo prefiero el que escribió recién muerto Arthur Hallam, su amigo del alma: ``Break, Break, Break''. El poeta querría expresar la totalidad de su lamento como las olas que rompen (rompen, rompen) contra las rocas. ¡Oh Mar! Recuerda las caminatas con su amigo por la playa, al hijo del pescador, al joven marinero. Los barcos siguen su ruta hacia el puerto tras la colina. Pero qué daría el poeta por apretar de nuevo la mano ausente, o por oír una vez más el sonido de una voz que se ha callado. A romper, olas, contra los peñascos, ¡Oh, Mar!

Pero ignoro si este poema es lírico, dramático o narrativo; si deja perplejo al crítico que lo lee, o si lo desanima, lo desalienta, o lo decepciona. ``Qué daría por apretar la mano ausente, por oír el sonido de una voz que se ha callado.''

Si a partir de la muerte de Hallam, la vida de Tennyson consistió en debatirse entre la duda y la fe, no es posible leer a Tennyson planamente. Su poesía, o tal vez su melancolía, no carece de amargura; su esperanza, de inquietud. Que su desencanto aparente ser aceptación cuando él ya es viejo, es natural. ``Locksley Hall sesenta años después'' lo muestra debidamente sereno, pero no porque hubiera dejado de creer que el hombre podría aspirar a un mundo mejor como una constante, sino porque, viejo, ha aprendido a controlarse a sí mismo, a tener paciencia, a creer que el cambio, los cambios pueden ser graduales, y el orden y la ley pueden estar a su servicio.

``En la Primavera la fantasía de los jóvenes se orienta hacia la idea del amor'', por ejemplo, con variaciones. Se orienta ágilmente, alegremente. ``¿Puedo imaginarla muerta, y amarla por el amor que pudo dar?'' ¿Qué pudo dar? Es decir, ¿qué pudo haber dado y no dio? ¿Puedo desearle felicidad -se pregunta el poeta-, si, habiéndome conocido, me cambiaste, por sentimientos más bajos, por un corazón más pobre que el mío? Rompan, olas, contra la vida, ¡Oh, Mar!