La Jornada 8 de noviembre de 1998

Mis ``materiales'' de arte barroco serán bien usados aquí: Larsen

Merry Mac Masters Ť El pasado 10 de octubre el historiador de arte de origen austriaco-belga y nacionalizado estadunidense, Erik Larsen, cumplió 87 años. Preocupado por el destino de sus ``materiales académicos'', es decir, su biblioteca de 2 mil volúmenes, especializada en la pintura barroca del norte de Europa del siglo XVII (Holanda, la Bélgica actual, incluida Flandes, y Francia), su fototeca, de 2 mil 500 piezas, y sus apuntes, entre otras cosas, decidió recientemente donar el conjunto al Museo Nacional de San Carlos. Lo más increíble es que el profesor emérito de la Universidad de Kansas y autor de una veintena de libros, el último (1997) sobre El Bosco, nunca había pisado México hasta el año pasado, cuando un viaje en crucero lo llevó a las playas de Cozumel.

¿Por qué México?, se le preguntó a Larsen, quien el lunes 9, en una ceremonia formal le entregará a Roxana Velázquez, directora del MNSC, una copia de su testamento, en el que, aparte de la donación en especie, también se estipulada la transferencia de 5 mil dólares, para gastos de empaque y traslado de dichos materiales académicos. Explicó así su decisión: ``Fue mi viejo amigo Matías Díaz Patrón (curador en jefe del departamento de pintura flamenca del Museo del Prado) quien me presentó aquí (con el MNSC). Como se organizaba la exposición Rubens y su siglo, y el doctor Díaz Patrón sabía que mi esposa y yo éramos dueños de un cuadro de Van Dyck, el Apóstol San Andrés, nos lo pidió en préstamo. A través de mi correspondencia con la directora supe más del museo y sus objetivos.

``A mi muerte, no quería que mis materiales académicos salieran al mercado a ser subastados, sino que quedaran en algún lugar donde tendrían un uso real por parte de un público educado. Si yo hubiera donado estos materiales a alguna institución de Estados Unidos, sólo hubieran sido accesibles a un círculo muy restringido de especialistas, porque así son las cosas allá. A grandes rasgos, el público no se interesa por las humanidades, y si les llama la atención el arte, más bien se trata del arte actual y nada más. Bueno, también los impresionistas si es que (los cuadros) valen 50 millones de dólares. Por la descripción del museo, lo que representa y cómo funciona, sentí que sería un lugar donde, no sólo especialistas, sino personas con un gusto por el arte, que conocen algo de la historia y la cultura europeas podrían emplear estos materiales también para su placer''.

Entre los libros por donar, el especialista en el pintor holandés Frans Post hace hincapié en ``una serie de tratados básicos incunables'' como, por ejemplo, un grupo de volúmenes de Max Rooses, un prominente historiador de arte belga, quien trabajó durante el último cuarto del siglo XIX y principios del XX, cuyos libros y escritos, a 100 años de distancia, siguen siendo ``de base''. De Rooses, la colección incluye unos seis ``grandes'' tomos del catálogo de Pedro Pablo Rubens, que Larsen califica como ``indispensable''. Anota que sólo dicha serie tiene un valor de entre mil 500 y mil 800 dólares, ``si se logra encontrar''.

Otras ``fundamentales publicaciones'' de aquella época, algunas de las cuales son documentos de archivo, consisten también en crónicas y relaciones. En seguida Larsen se refiere a un archivista de la ciudad de Amberes que publicó no sólo inventarios, herencias y documentos, sino también la bibliografía completa referente a ciertas transacciones de arte en el siglo XVII. El entrevistado anota que Amberes en ese entonces era un centro artístico y comercial y, en su calidad de puerto, exportaba hacia América y, por lo tanto, hacia México. Un documento de una firma Forschoudt cuenta con mucha información en relación con cuadros, ya que ésta manejó pinturas, en vida y posterior a la muerte de Rubens y Van Dyck, entre otros. En la relación se puede leer, por ejemplo, que se vendió un San Sebastián sobre tablero, con equis medidas, y, al final, identificar así un cuadro y seguirlo. Larsen señaló que este procedimiento es ``muy importante'' para un museo como el de San Carlos, ya que la obra de su acervo procede originalmente de colecciones europeas. O sea, decir que tal pintura ``fue vendida en Amberes en 1654, a tal señor o conde francés y luego acabó en América''. Claro, ``alguien tiene que armarse de paciencia para examinar el material''.

Respecto de la donación de fotografías, el historiador de arte explicó que en su mayoría son en blanco y negro, ya que cuando son en colores siempre tienden hacia cierto tono, sea azul o rojo. Con las de blanco y negro, se aprecian los sombreados y se deja imaginar que hay otros colores; además, que está mucho más evidente el problema del diseño. Añadió que las fotografías en color más bien se utilizan para el estudio de la pintura moderna, ya que ésa carece totalmente de diseño, a veces: ``cuando se le quita el color a una obra de Jackson Pollock, ¿qué queda? Nada en absoluto''.