Enrique Calderón A.
Los pasos atrás y las elecciones del domingo

Su indudable participación a nivel de autoría en la propuesta actual de solución al delicado problema del Fobaproa y al impopular e injusto fallo en torno al anatocismo, de la Suprema Corte de Justicia, sobre la cual recae ahora la sospecha de actuación dolosa e ilegal, el presidente Ernesto Zedillo ha tenido la sensibilidad de mantenerse alejado de la discusión pública de ambos temas, encargando a sus subalternos el trabajo desagradable de enfrentarse con la sociedad enojada por la forma en que se ha estado golpeando a las mayorías para beneficiar y seguir beneficiando a quienes más tienen.

Las cosas, sin embargo, cambiaron cuando el Presidente indicó de manera enfática que no se dará un paso atrás en la disciplina fiscal para asegurar el futuro económico de México. ¿Cómo puede decir esto en tiempos en que las evidencias indican fehacientemente la falta de probidad en las formas que se dio manga ancha a los banqueros, para prestarse dinero a sí mismos, entre ellos mismos y sus cuates, para luego pretender convertir ese gigantesco desfalco en deuda pública, pasando por arriba de las leyes fundamentales del país?

Si a esto agregamos que todas estas operaciones de saqueo sucedían mientras el pueblo era obligado a pagar los resultados del fraude anterior (el realizado Con los Tesobonos), magnificado por los errores de su noviciado en el gobierno, se puede entender el nivel de enojo de la población y su preocupación por lo que se nos viene encima en forma de impuestos adicionales, carestías y recesiones para pagar la nueva deuda pública (o como le quieran llamar) por 360 mil millones de pesos más sus intereses respectivos, que ya fueron a pasar con anticipación a los bolsillos y las cuentas extranjeras de los mismos beneficiarios de los saqueos anteriores.

Si de algo no puede hablar el Presidente, cuando su ex secretario de Hacienda es fuertemente criticado por su trato discrecional en el manejo de recursos públicos que ni siquiera existen, es de disciplina fiscal, pero igualmente desafortunado resulta afirmar que en materia económica no se dará un paso atrás, cuando esto es lo único que se ha hecho a lo largo de su gobierno en materia de ingreso de los trabajadores, de empleo, de prestaciones sociales, de privatización y de desarrollo económico real del país.

Ante todo esto y las amargas experiencias comunes a lo largo de su sexenio, la única conclusión que nos deja su mensaje es que el Presidente sigue empeñado en no dar un solo paso, pero para adelante, que pudiese reflejar el riesgo de beneficiar a las mayorías en detrimento de sus amigos y protegidos, los banqueros y grandes dueños del capital que opera en el país.

La molestia crece y alcanza ya a un grupo numeroso de miembros de su partido; los titubeos, los cambios de señales en torno a nuevos incrementos al IVA y la imposibilidad real de convertir al Fobaproa en factura pegadera por la sociedad, parecen indicar que los priístas han asimilado la lección del efecto Roque y que preferirían no seguir pagando las consecuencias de la políticas neoliberales.

En este contexto, las elecciones del próximo domingo cobran importancia; lo que suceda en Sinaloa tendrá un efecto seguramente importante en la posición del PAN respecto al Fobaproa y los funcionarios responsables de su manejo. Al mismo tiempo, la muy probable derrota del PRI en Tlaxcala ante el arrollador avance de la alianza opositora encabezada por el PRD, que ha colocado a su candidato Alfonso Sánchez Anaya a un paso del triunfo, constituye una clara señal de los tiempos que se avecinan, en donde el PRI tendrá que hacer a un lado el neoliberalismo, el autoritarismo y la corrupción, si es que quiere seguir figurando como una fuerza política seria. El caso de Puebla es otra historia para el futuro.