El pintor Toledo y el lingüista Alatorre, premios nacionales 1998
Claudia Herrera Beltrán Ť En casas u oficinas de varios personajes ayer se recibieron llamadas telefónicas del secretario de Educación Pública, Miguel Limón. La noticia: fueron distinguidos con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1998.
Los galardonados son Antonio Alatorre, en Lingüística y Literatura; el pintor Francisco Toledo, en Bellas Artes; el químico Eusebio Juaristi Cosío, en Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales, y la Banda de Tlayacapan, que compartirá con el artesano chiapaneco Antonio López Hernández el premio de Artes y Tradiciones Populares.
En Historia, Ciencias Sociales y Filosofía y en Tecnología y Diseño no hubo ganadores este año, al considerar el jurado -conformado por siete miembros- que faltaban candidatos con suficientes méritos, informó ayer la SEP.
En la versión 52 del premio, los personajes distinguidos recibirán una medalla de oro, un diploma firmado por el presidente Ernesto Zedillo y 280 mil pesos en efectivo.
Compadezco a los famosos: Alatorre
``Es un acontecimiento agradable, pero no sé que decir'', comentó Alatorre, lingüista de 66 años, quien nació en Autlán, Jalisco, y tiene una larga trayectoria como catedrático e investigador en el Colegio de México, de donde es profesor emérito.
A unas horas de haber sido notificado por teléfono, el discípulo de Juan José Arreola y Raimundo Lida comentó que los reconocimientos lo dejan igual que antes, porque su dedicación al estudio de la lengua es ``por gusto y no por trabajo''. Su labor como traductor de textos griegos y latinos ha sido muy prolífica y está plasmada en las ediciones de la Biblioteca Scriptorum Graecorium et Romanorum Mexicana de la UNAM, y en la traducción de autores diversos en inglés, francés e italiano.
Es autor del libro 1001 años de la lengua española, y durante 20 años fue director del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del Colegio de México, así como director de la revista Filología hispánica.
Alatorre atrajo la atención cuando sostuvo una polémica con Octavio Paz por el libro Las trampas de la fe, hecho que el lingüista aún recuerda: ``Era un libro muy instructivo, pero con errores. Mi corrección fue vista como un insulto, pero se trataba de un hombre famoso, y a los hombres famosos los compadezco porque no son capaces de recibir algo tan útil y valioso (como una crítica)''.
Necesario, promover la artesanía
Para Antonio López Hernández, artesano de 63 años y especialista en la elaboración de mascaras de cedro rojo, la noticia de su premio fue una sorpresa. Hasta las 21 horas no había tenido contacto con la SEP porque durante todo el día se encontraba impartiendo sus clases en el Centro Cultural de Chiapa de Corzo, Chiapas.
Desde 1952 comenzó su aprendizaje del tallado de madera con el maestro Miguel Vargas Jiménez, y en 1960 formó su primer taller, en el que hasta ahora elabora imágenes religiosas basadas en la cultura de los chiapas, una etnia que es poco conocida y se asentó en Chiapa de Corzo.
Comentó que ojalá todos los artesanos mexicanos recibieran apoyo económico, porque ahora quienes consiguen ayuda son los que cuentan con capital. ``Y como a mí me gusta la investigación, no tengo dinero para montar un gran taller que reciba fondos de Fomento Artesanal''.
Consideró que en México se debe promover la artesanía en el extranjero, porque ``la desesperación económica provoca que muchos artesanos prefieran lo comercial y olviden las técnicas autóctonas''.