Octavio Rodríguez Araujo
Chiapas, presente

En medios gubernamentales y entre políticos que bien pudiéramos llamar del sistema, existe la convicción de que el EZLN está cada vez más solo, es decir, que cuenta cada día con menos apoyos tanto en Chiapas como en el resto del país. No lo sé, pues no tengo medios para detectar si esos apoyos han menguado, son los mismos que antes o han aumentado. Sé, eso sí, que los problemas que motivaron la rebelión de 1994, lejos de haberse solucionado, son ahora más que en el pasado y que la militarización en el estado es mayor también que antes. Sé, asimismo, que el rompimiento del precario equilibrio puede darse en cualquier momento, independientemente de pequeños recesos militares que puedan producirse en circunstancias precisas, por ejemplo, cuando vaya la Cocopa a La Realidad o cuando representantes de la sociedad tengan el anunciado encuentro con el EZLN, dentro de 15 días.

Pienso que se equivoca el gobierno sobre el supuesto aislamiento del EZLN. En mi interpretación lo que ocurre es lo mismo que en todos los procesos sociales: por momentos son noticia y en otros pareciera que no pasa nada, pero sí pasa. La vida cotidiana de la gente, en Chiapas -y en cualquier parte del mundo- es una constante, como lo es también el empobrecimiento relativo de las mayorías y la desesperación de muchos por falta de expectativas para su realización como personas. Juzgar la situación del EZLN por los espacios que ocupe en los periódicos o en otros medios informativos es un error, error en el que pienso han caído el gobierno y sus publicistas. Todo movimiento social tiene altibajos y más cuando es de larga duración, igual se trate del conflicto árabe-israelí que de la guerra a veces sorda del gobierno mexicano contra el pueblo de Chiapas. Que por días o semanas no haya noticias sobre los muchos conflictos que existen en el mundo o sobre la pobreza no quiere decir que hayan dejado de existir; simplemente no son noticia, pero ahí están.

Cualquiera que vaya a Chiapas va a cruzarse con retenes y campamentos militares y podrá observar una apariencia: que la gente hace sus cosas como si los soldados no estuvieran. Pero ésta es sólo una apariencia: la gente sabe que esos soldados están listos a actuar agresivamente en el momento en que se les ordene hacerlo, pero mientras tanto los pueblos y las comunidades tienen que intentar su sobrevivencia como si no pasara nada. Dentro de sus corazones existe el temor, la incertidumbre y un gran sentimiento de impotencia y de rabia que tienen que contener precisamente para sobrevivir. Mas no por esto han dejado de pensar en su situación, en el papel que le asignan al EZLN en sus expectativas más íntimas y en el papel ostensible y ominoso que juegan el gobierno local, el federal y sus respectivas fuerzas represivas, legales e ilegales, en un estado de sitio no declarado y anticonstitucional.

No todos los días ni en todos los medios hay pronunciamientos en apoyo al EZLN o a favor de una paz justa y digna en Chiapas, pero de vez en cuando, con frecuencia sin que sepamos por qué, viajan parlamentarios de algún país a la llamada zona de conflicto o aparece una carta de personas (entre éstas varios connotados priístas) que antes no se habían pronunciado al respecto o se organiza una mesa redonda sobre Chiapas en un lugar tan inesperado como el Tecnológico de Monterrey, en León, Guanajuato. El tema, contra lo que aparentemente piensan en el gobierno, está presente y la gente sabe que es urgente encontrar soluciones que garanticen la paz y que de veras mejoren la situación de los indios de México y en particular de Chiapas.

Los cálculos del gobierno son equivocados, y no sólo en relación con Chiapas. La gente del gobierno se ha aislado tanto de la realidad del país que ha pasado por alto la extraña manera en que el pueblo mexicano soporta la adversidad. Creen que la paciencia es aceptación, como lo han creído todos los gobiernos despóticos en la historia, y no entienden que la vocación pacifista de los pueblos tiene siempre límites y que éstos suelen ser rebasados de maneras a veces extrañas y en tiempos insospechados.