Coloquio en la Facultad de Filosofía y Letras

El libro científico casi no existe en México, dice René Drucker

Necesario, cambiar la sociedad para vender y leer: Cereijido

Arturo García Hernández Si algo puede resumirse de las primeras mesas del coloquio El libro por-venir, inaugurado ayer en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, es que son muchos los factores que determinan la ``preocupante'', ``difícil'', ``riesgosa'' situación por la que atraviesa la producción, distribución, venta y lectura del libro en México. En este caso el texto teórico.

Los participantes aportaron datos para un diagnóstico que deja ver un problema complejo. En la mesa El papel social del libro de reflexión teórica, Néstor García Canclini señaló que México y Brasil tienen las ciencias sociales más desarrolladas de Latinoamérica y producen libros ``excelentes'' sobre la materia, pero rara vez se traducen y se dan a conocer fuera del país de origen. El autor de Las culturas híbridas también cuestionó a las editoriales comerciales, ``que a veces, pese a su organización, no saben utilizarla de modo adecuado para hacer más fluida la circulación de los libros que publican. (...) Planean sus estrategias editoriales teniendo muy poco en cuenta la restructuración del mercado, la pérdida de posibilidades de venta que existían en el pasado y la creación de posibilidades nuevas''.

Y mientras Sealtiel Alatriste recordó y documentó el derrumbe de los índices de lectura en México, Federico Alvarez señaló la necesidad que hay en América Latina de libros para realizar una teoría de la realidad social, volúmenes que ``no están a nuestra disposición'' más que en inglés, francés, alemán o en traducciones españolas: ``Si comparamos esta situación con la de hace 50 años, el balance no es positivo. Incluso, diría que es negativo. Hace medio siglo en el Fondo de Cultura Económica teníamos traducidas a nuestra lengua un catálogo de obras teóricas fundamentales. Perdimos el liderazgo mientras que los españoles se han adueñado del mercado''.

En su turno, René Drucker Colín expuso su queja. Remarcó que de suyo la actividad científica en México es raquítica, lo que no pone en cuestionamiento su calidad que en términos generales es ``bastante buena''. Por eso ``el libro científico en nuestro país prácticamente no existe. Hay algunos esfuerzos, pero la difusión de esto y la cantidad de seres que leen es realmente escasa. Creo que la ciencia y los científicos se pueden dividir en diferentes grupos: los que generan información que realmente transforma el conocimiento, que tienen la capacidad de originar nuevos paradigmas y como son muy espectaculares de ahí se pueden derivar una serie de libros que pudieran ser atractivos para la población en general, pero la gran mayoría de los científicos simplemente se encargan de aumentar el alcance o la precisión de los nuevos paradigmas y no aportan conceptos nuevos''. Esto es, en parte, porque ``nuestro sistema científico coarta la posibilidad de hacer cosas importantes''.

Contagiar la pasión teórica

Raymundo Mier expuso que el libro teórico ``convierte una pregunta prescindible en enigma, en urgencia que se vuelve inquietante (...) Todo libro de diálogo no es de respuestas sino de enigmas compartidos'' y en esa circunstancia ``hay una pasión involucrada''.

Si en algo han fallado las universidades mexicanas -dijo Mier- es en la incapacidad para contagiar de esa pasión teórica, pasión que tiene que lidiar con las condiciones más adversas.

Por último, Marcelino Cereijido habló más del contexto que del texto, más de los lectores que de los libros: ``la ciencia no depende tanto de los datos como de la forma de interpretar la realidad'', y en ese sentido sentenció: ``Mientras no se cambie a nuestras sociedades, los libros no serán vendidos ni leídos''.