Rodolfo F. Peña
Asoma la proa
Si se quiere marchar de acuerdo con los tiempos legislativos, pero sobre todo con otros negocios derivados, como es el caso inminente del curso electoral en Sinaloa, será preciso discutir cuanto antes en el seno de la Cámara de Diputados todo ese inmenso estercolero llamado Fobaproa, que es también un vasto sistema de complicidades en el que no se salvan ni el as ni la reina. Ya Labastida Ochoa entregó a los representantes panistas su última propuesta, de modo que ahora no queda sino beberla o derramarla.
Pero el problema es que esa propuesta no será la única. Según parece, habrá otras, entre las que destacará la del PRD, y algunas más de corrientes partidistas o interpartidistas que mostraron su desacuerdo con los procedimientos de alto nivel y con sus saldos. Desde luego, la propuesta más afinadita, la más técnicamente hecha, será la que ha venido discutiendo el señor Gurría con los líderes del PRI y el PAN, la presidida por la impunidad y el intercambio de dignidades de escritorio. Claro está, no es la propuesta original del gobierno la que quiso meterse a trasmano hace ocho meses: después de todo, algo se ha discutido desde entonces, han menudeado las denuncias y el Fobaproa se ha despanzurrado, o casi, porque hay cosas que no sabremos nunca.
Con y sin corchetes, el asunto es sencillo. La deuda pública será incrementada sólo en 360 mil millones de pesos, exactamente como lo quería el gobierno (La Jornada, ayer); y es aquí donde se encuentran los casos de ilícitos escabrosos tales como grandes jugadas de los hombres de negocios, autopréstamos de los banqueros y financiamiento de campañas presidenciales y otras minucias. Pero todo esto saldrá a flote con las auditorías solicitadas por el Congreso y, si no sale, el enorme monto o una parte importante se quedará donde estaba, será pagado por todos los mexicanos y ello querrá decir que seguiremos disponiendo de un amplio, capaz y distinguido grupo gobernante, complementado con un certificador de impunidades mejor posicionado y de igual índole.
Pero según la deshonrosa aritmética de los negociadores, quedan alrededor de l60 mil millones de pesos, integrados por la cartera vencida de los bancos, que es la que traslada el programa para los pequeños deudores. Hasta ahora, los bancos sólo han ofrecido el 25 por ciento, porque más no pueden, y para darles viabilidad, el PAN propone la creación de un organismo público descentralizado, con un nombre que ya no sea el del odioso Fobaproa. Con nuevos bonos de deuda, o con lo que sea, Acción Nacional logrará que los mexicanos paguemos también esta segunda parte, que sería deuda indirecta, porque los banqueros van a negarse a pagar en redondo en cuanto se enteren de que, en último análisis, todo quedaría en deuda pública. Y en resumidas cuentas, con unas cuantas volteretas legislativas, se habrá hecho lo que el Señor quería.
Uno se pregunta de qué servirían las propuestas verdaderamente opositoras. Las auditorías, que parecían el gran entrampamiento para los delincuentes, se están convirtiendo, por el tiempo y la lentitud, en una salida para la impunidad. Si fuera suficiente el número de oponentes, que respondería a cierta vergüenza parlamentaria, no debería legislarse a ciegas, bajo demasiados supuestos, sino tomarse el tiempo que se necesita y hacer las cosas bien, y que caigan todos los líderes que han de caer, cualquiera que sea su rango.