Letra S, 3 de noviembre de 1998


EN EL IMSS Y EN EL INSTITUTO NACIONAL DE LA NUTRICION

Crece la expectativa de vida de las personas con sida

Alejandro Brito

A pesar de todas las dificultades que enfrentan médicos y pacientes en el tratamiento del sida, padecimiento hasta ahora incurable, hay lugar para el optimismo. Gracias al avance de la investigación clínica y al desarrollo de potentes medicamentos contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), una persona con sida en México tiene hoy el doble de posibilidades de vida que hace diez años, según revelan dos estudios sobre la eficacia de los tratamientos contra el VIH en nuestro país, presentados en la pasada Conferencia Internacional sobre Sida en Ginebra. Ambos estudios, del Instituto Nacional de la Nutrición y del Hospital General Gabriel Mancera del IMSS, revelan incrementos importantes en la expectativa de vida de quienes padecen ese mal: según el grado de avance de la enfermedad, los medicamentos contra el sida (antivirales) pueden prolongar la vida dos, cuatro o incluso más años. "Ahora podemos ser muy optimistas en cuanto al tratamiento del VIH", señaló a Letra S, el doctor Samuel Ponce de León, una de las voces más autorizadas en la investigación médica del sida y autor de uno de los estudios citados, y añadió: "A todos los pacientes les puedes ofrecer algo que seguramente va a tener un impacto sobre su supervivencia." Los autores de estos estudios también han detectado la disminución del número de hospitalizaciones y de la frecuencia en la manifestación de las enfermedades llamadas "oportunistas" (porque se aprovechan del debilitamiento inmunológico del organismo para provocarle severos daños).

Se sabía, por los reportes de otros países como Estados Unidos, Francia y Brasil, que las tasas de mortalidad por sida habían caído hasta en un 50 por ciento debido a las terapias que combinan dos o más tipos de medicamentos antivirales. Sin embargo, hasta ahora no se conocían reportes similares en nuestro país.

La eficacia de los tratamientos

La primera persona que presentó un cuadro de sida en México, fue tratada en el Instituto Nacional de la Nutrición "Salvador Zubirán" (INNSZ) en 1983. Desde entonces, esa institución atiende a pacientes con ese problema de salud. Ahí, los médicos Samuel Ponce de León, jefe de Epidemiología Hospitalaria del INNSZ, Sigfrido Rangel Frausto, Villasis Kiever y Ruiz Palacios, hicieron un seguimiento a 945 pacientes atendidos en esa institución de 1984 a 1995. El estudio fue dividido por periodos de acuerdo a la aparición de los medicamentos contra el VIH. El primer periodo abarca los años de 1984 a 1988, cuando no se contaba con ningún tratamiento contra el virus; en el segundo periodo, de 1989 a 1992, los pacientes fueron tratados con el primer medicamento antiviral, la zidovudina, y contra algunas infecciones oportunistas; y el tercero, de 1992 a 1995, cuando aparecen ya otros fármacos antivirales. "Lo que observamos fue un incremento en cada uno de los periodos en términos de supervivencia de los pacientes", explica el doctor Ponce de León. En efecto, en el resumen presentado en Ginebra, los investigadores reportan incrementos importantes del tiempo promedio de sobrevida de los pacientes estudiados: de 530 días (1.4 años) en el primer periodo, a 851 días (2.3 años) en el segundo y 1,027 días (2.8 años) para el tercero. "Dependiendo del estadío clínico de la enfermedad en el momento del diagnóstico --comenta el doctor Rangel Frausto-- el periodo de sobrevida de un enfermo de sida sin tratamiento era de uno a dos años, pero después de la aparición de los tratamientos antivirales, este periodo aumentó prácticamente al doble." Y estos resultados, añaden ambos investigadores, fueron obtenidos antes de la aparición de los inhibidores de la proteasa, medicamentos antivirales de mayor potencia, "que de acuerdo a la experiencia de otros países han modificado aún más el patrón de presentación de estos pacientes".

Resultados similares se obtuvieron en la Clínica de Sida (Clisida) del Hospital General Gabriel Mancera del IMSS. Primera en su tipo y considerada modelo de atención médica en ese campo, la Clisida se fundó en 1991 y desde ese año los doctores Leopoldo Nieto, Germán Luna, Sandra Treviño y Mario Santoscoy realizaron un seguimiento clínico a todos los pacientes adultos con sida atendidos hasta agosto de 1997.

De acuerdo con los años de aparición de los diferentes medicamentos contra el VIH, se observó un incremento sostenido en la sobrevida de los 1,127 pacientes estudiados. En 1992, cuando se contaba sólo con un medicamento (AZT o zidovudina) para combatir el VIH, nos explica el doctor Nieto, fundador de la Clisida, la sobrevida de los pacientes, a un año de tratamiento, era tan sólo de 48 por ciento. Dos años después, con el uso de los esquemas dobles (combinación de la zidovudina con la zalcitabina o la didanosina) la sobrevida se incrementó a más de 70 por ciento. Y en 1997, con el desarrollo de drogas más potentes (los inhibidores de la proteasa), la sobrevida de los 550 pacientes tratados con esquemas triples (combinación de dos de los medicamentos mencionados más saquinavir --400 pacientes--, o el indinavir --100 pacientes) se elevó arriba de 85 por ciento, y se prevé que para el corte de 1998 llegue a más de 90 por ciento. El promedio del tiempo de vida del todo el grupo estudiado fue de 36 meses (3 años), en un rango de uno a 72 meses (6 años). "La buena noticia es que el paciente bajo tratamiento triple (combinación de tres medicamentos antivirales), va a vivir mucho más en comparación con la etapa inicial", interviene la doctora Treviño, médico internista adscrita a la Clisida, pero, añade, "aún es muy pronto para decir cuánto tiempo más se está incrementando la sobrevida de los pacientes, aunque se calcula que por lo menos de tres a cinco años".

Estos logros no sólo deben atribuirse al uso de los diferentes esquemas de tratamiento antiviral. Los doctores Ponce de León y Leopoldo Nieto coinciden al señalar que el incremento en la sobrevida de los pacientes con sida en ambas instituciones se debe a varios factores. Entre ellos a la experiencia y mayor especialización del personal médico, a la mejor organización del sistema de atención y a los tratamientos profilácticos contra las enfermedades oportunistas.

Como consecuencia, la frecuencia de hospitalización de esos pacientes ha descendido drásticamente, así como la manifestación de las enfermedades oportunistas. En el Hospital Gabriel Mancera la ocupación hospitalaria por ese padecimiento bajó a 40 por ciento, lo que a su vez se refleja en la baja de los costos hospitalarios. "Esta mañana teníamos todo vacío --comenta sorprendido el doctor Nieto. Hubo tres meses en los que no se nos murió nadie dentro del hospital cuando antes teníamos un promedio de ocho a diez decesos cada mes." Estas mejoras en la calidad y prolongación de la vida, están motivando a las personas que se saben infectadas a acudir oportunamente al médico, antes de presentar síntomas del sida. La detección temprana es importante porque, según descripción de los entrevistados el efecto de los fármacos antivirales es mayor en los organismos con menor daño inmunológico. "Lo ideal es tratarlos antes de que aparezcan las enfermedades oportunistas", señala la doctora Sandra Treviño, y refiere que en el estudio de la Clisida 60 por ciento de los pacientes atendidos acudió la primera vez con un estado de salud muy deteriorado. Por fortuna, añade, "se está invirtiendo esta relación. Ahora los más llegan porque se saben seropositivos y se quieren tratar."

En los límites de la esperanza

Por desgracia, la eficacia de los tratamientos contra el sida tiene un límite: por su extraordinaria capacidad de mutación, el virus logra desarrollar resistencias a los fármacos.

Son trece los medicamentos contra el VIH hasta ahora disponibles, que deben combinarse entre sí en "cocteles" dobles o triples para potenciar su eficacia. De esta combinación resultan cuatro esquemas de tratamiento triple que son los que se han revelado más eficaces. Sin embargo, la utilidad de cada uno de esos esquemas es limitada: de seis meses a un año y medio, según informa el doctor Leopoldo Nieto. La preocupación de los médicos de la Clisida es que cuando se agote el tiempo de utilidad de las terapias triples los índices de mortalidad comiencen a ascender nuevamente si no aparecen nuevos y más potentes "esquemas de rescate". Por ello, afirma el doctor Nieto, "hemos decidido secuenciar los fármacos lo más adecuadamente posible para darle el mayor número de esperanzas a los pacientes". Sin embargo, para quienes no tienen seguridad social ni recursos para comprar los medicamentos (la mayoría de los afectados), no hay esperanza que valga, a menos que, como recomienda el doctor Samuel Ponce de León, el gobierno federal destine una partida especial para adquirirlos. "A quien hay que convencer --recomienda-- es a la Secretaría de Hacienda, tendría que abrir un capítulo específico." Sólo así la esperanza alcanzaría a cubrir a todos.


Curriculum VIHtae

Jorge es uno de los activistas más entusiastas y combativos en la lucha contra el sida. Su acción, que se ha convertido en su obsesión, responde al afán de conseguir que los medicamentos que mejoran y prolongan la vida de las personas infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) estén al alcance de todos aquellos que los necesitan.

El se sabe seropositivo desde 1995, pero calcula que el VIH habita en su organismo desde hace ocho años.

Luego de diez años de trabajar en el sector bancario, Jorge se dedica de lleno a este combate. Su carisma y su determinación pronto lo llevan a encabezar las demandas de este sector frente a las autoridades de Salud y del Seguro Social. A principios de 1997 se incorpora al Frente Nacional de Personas Afectadas por el VIH (FrenpaVIH) del que llega a ser coordinador general. Actualmente participa en la Red Global de Personas que Viven con VIH/sida (GNP+, por sus siglas en inglés) región latinoamericana y en el Consejo Técnico de Letra S. "Vivir con VIH nos conduce en la mayoría de los casos a tomar conciencia de lo que significa verdaderamente la noción de calidad de vida", reflexiona y añade: "Descubrimos la necesidad de actualizar todo el tiempo nuestra información acerca del padecimiento, sabiendo que de los avances de la ciencia depende no sólo nuestra calidad de vida sino nuestra propia sobrevivencia."

Jorge gusta de repetir un lema cuando la adversidad parece ganarle la partida: "La única lucha que se pierde es la que se abandona."


Crónica Sero

Joaquín Hurtado

Para F. Mom

En las calles de Félix Gómez y Colón sube al colectivo un niño con un rostro desproporcionado para su edad. Trae muletas para ayudarse a caminar ya que una de sus piernas ha crecido larga y delgada, curvada hacia arriba. Donde debería tener el pie derecho sólo cuelga un muñón deforme. Detrás del chamaco sube una mujer morena, de vulgar pero notable belleza. La mujer hermosa y mal vestida acomoda al niño monstruoso en el primer asiento. Escucho cuando le dice con una dulzura postiza, mal actuada, que se quede quietecito, que no se mueva porque puede golpearse. El otro sólo la mira sin escuchar sus palabras, entretenido con lo que pasa en las calles inundadas por una lluvia tardía que castiga a Monterrey.

Con falsa humildad la mujer expone su demanda. Sólo se entiende algo entre sus balbuceos: "necesita aparatos para sus piernecitas". Ve de reojo al chamaquito, muy al pendiente que no se le escape.

El asqueante performance concluye con varios cuadros que se traslapan: un puño cerrado con algunas monedas, los ojos profundos y vacíos del chamaco, un par de prótesis metálicas chocando contra el piso enlodado del colectivo y una sonrisa de complicidad entre el chofer y ella.

Yo sigo hacia mi destino. De algún modo me siento como el chamaco esperpéntico. Alguien tiene la cadena y estira de mi cuello y no me deja ir más allá de donde le conviene. Aún guardo fresco el sentimiento de impotencia desde anoche, cuando supe que a Marta Lamas le cancelaron su presentación para hablar de bioética ante alumnos de la facultad de Medicina. Una amiga sabia y más valiente que yo denunció el hecho. Me ha confesado que tiene temor de pronunciar el nombre completo de la persona que maniobró cobardemente a fin de que las ovejas no nos le salgamos del huacal. Es uno de los dueños de México, es uno de la cerrada oligarquía de este ranchote, es uno de los que como la mujer del cuento, no se mide para manipular a los demás con tal de no dejar de sentir el quemante placer del metal en su puño bien apretado.