Aline Petterson

Mi narrativa se asoma a la soledad, el amor y la noción del tiempo

Renato Ravelo Aline Pettersson publicó hace 20 años la historia de Ana, una mujer que interiorizaba su vida y ejemplificaba su condición genérica en una jornada desde que se levantaba hasta que se iba a acostar con su marido. En su momento escritores como Salvador Elizondo celebraron la aparición de Círculos, la novela de Ana, aunque no faltó quien criticó que se elevara a rango literario esa cotidianidad. Dos décadas después el personaje de Ana reivindica esa valoración femenina que sugiere el pensamiento de fin de siglo.

Pettersson no sabe cómo nombrar ese fenómeno. Le parece presuntuoso decir que se adelantó a su tiempo, reniega por supuesto de la llamada literatura femenina, prefiere decir que el escritor es curioso por naturaleza y que cada cual escoge los detalles que se detiene a observar: ``Me interesa asomarme a esos mundos en los que aparentemente no pasa nada y que reflejan la soledad, el amor, la noción del tiempo''.

La escritora hermanó Círculos, primer libro que publicó, con las novelas cortas Sombra ella misma y Los colores ocultos, y aparecen publicadas ahora en Colores y sombras, en Lecturas Mexicanas.

Sombra... es la historia de Adelina Pardo, ese género casi desaparecido, considerado fracasado, que es la solterona: ``conocí en mi generación varias vecinas solteronas; eran casi un ser predestinado socialmente a cuidar a los padres. Eran mujeres de una gran riqueza interior que casi nadie llegaba a percibir''.

Escribir desde el mundo

En la novela de Aline la intensidad es tanática. Escribe Silvia Molina en la presentación: ``Adelina, una solterona, interioriza las prohibiciones morales y la educación conservadora que ha sufrido y se da cuenta de cómo pasan a formar parte de su carácter, impidiéndosele en su desarrollo y conduciéndola a la destrucción física y emocional''.

Como si regresara el personaje de Ana, en Los colores ocultos aparece Elena Bernal y toda la novela transcurre en lo que abre y cierra la puerta para salir a la calle, el día que ha decidido dejar a su marido porque la vida que lleva le asfixia.

Aline Pettersson considera que en mosaico estas tres novelas dan cuenta de cómo ha variado la condición femenina: ``ahora una mujer puede decidir no casarse y vivir sola sin que sea mal visto. La reunión de estas tres novelas refleja cómo tres mujeres se instalan y observan su realidad''.

El escritor tiene un mundo paralelo, contesta Pettersson a la pregunta sobre cúanto y cómo pesa el género a la hora de escribir: ``yo escribo desde el mundo, evidentemente como lo he visto, como mujer, pero más que eso, más allá del oficio, de la condición femenina, hay las preguntas básicas y constantes de lo que es importante para el ser humano''. Desde esa condición, con la curiosidad del escritor, es que realiza su trabajo, concluye.

Maestra de la Escuela de Escritores de la Sogem, Aline opina que -como sostenía Jorge Luis Borges-, uno tiene un solo libro que escribir, pero no puede terminarlo y por eso sigue escribiendo.

Aline Pettersson es autora de las novelas Piedra que rueda, Querida familia, La noche de las hormigas y Mistificaciones, del poemario Cautiva estoy de mí y cuatro cuentos infantiles.

Una de las historias que mueven a Aline a indagar en los abismos es, paradójicamente, muy sencilla: tiene que ver con el olor del anafre, con luciérnagas en la noche de una Cuautla infantil y el olor a hierba.