Los comicios intermedios realizados ayer en Estados Unidos refrendan, de acuerdo con los resultados preliminares, el mapa electoral trazado por los electores en 1996. Se prevé que los republicanos mantengan su mayoría en el Congreso, pero no que logren aumentarla de manera significativa, y que se produzcan algunos cambios menores en las representaciones senatoriales. Ello implica un mantenimiento, a grandes rasgos, del equilibrio bipartidista y descarta los augurios o los deseos de muchos de que el Partido Demócrata sufriera un descalabro electoral mayúsculo como consecuencia del linchamiento moral del que ha sido objeto el presidente Bill Clinton por episodios de su vida privada que han sido manejados con escándalo por parte del fiscal Kenneth Starr, de algunos congresistas republicanos y de buena parte de los medios.
A lo que puede verse, el mensaje principal emitido por el electorado es su satisfacción ante el rumbo general de la economía y de los asuntos públicos bajo el gobierno de Clinton, y su decisión de dar prioridad a estos temas por encima de las acusaciones puritanas que pesan sobre el mandatario.
Lo anterior revela una tendencia por demás interesante de los ciudadanos del país vecino a liberarse de la tiranía de la imagen y de la publicidad, y a concentrarse en las propuestas y plataformas políticas de los candidatos.
Ha de considerarse que, en la segunda mitad de este siglo, la sociedad estadunidense ha ido vaciando de contenidos la acción política, con el consiguiente --y deplorable-- resultado de la banalización y la frivolidad de la representación democrática: el aspecto físico y la simpatía o antipatía personal de los aspirantes al voto ha llegado a pesar más que sus propuestas en el ánimo del electorado.
Por el contrario, los comicios de ayer marcan una capacidad de los votantes de discernir entre imagen y proyecto, y de deslindarse del bombardeo propagandístico de los medios. De otro modo, los socios políticos de Clinton habrían sido arrastrados a la derrota por el persistente acoso que éste ha sufrido en el curso de los meses recientes.
El refrendo del apoyo ciudadano a los demócratas, finalmente, reduce las posibilidades de que el procedimiento de juicio político --impeachment-- contra el mandatario prospere en el Capitolio. Eso, a su vez, constituye un factor de estabilidad política en la mayor potencia económica, militar y diplomática del mundo y es, por lo tanto, un dato reconfortante.