Luis Hernández Navarro
A la Cocopa, domicilio conocido

Con fecha 28 de octubre su comisión dirigió al EZLN un comunicado que dos días después se publicó en La Jornada. En él contestan al mensaje que un día antes les había hecho llegar la comandancia zapatista a través de la prensa nacional. No ha sido común que su comisión responda a los rebeldes con tanta rapidez. Recuerden, si no, lo sucedido en los días previos a la matanza de Acteal. El hecho sería positivo de no ser porque el tono y contenido de su misiva sirven muy poco al proceso de paz.

Es comprensible su prisa por reconstruir el diálogo. Pero la desesperación es mala consejera. La urgencia con la que llaman en su comunicado del 20 de octubre a los zapatistas a que fijen lugar, fecha y hora para un encuentro con ustedes, y el emplazamiento que les hacen en el mensaje del 28 de octubre para encontrarse con la comisión en la comunidad de La Realidad, son una equivocación política. Por más buenas intenciones que hayan tenido al formularlas, su resultado es el opuesto.

Ciertamente hace meses que no se entrevistan con el EZLN, aunque hayan mantenido con ellos una comunicación epistolar. Pero tampoco se han entrevistado con el Presidente de la República ni con el secretario de la Defensa. ¿Por qué entonces presionar a unos y no a otros? ¿Acaso piensan trasladarse a Los Pinos o al cuartel de Rancho Nuevo e instalar un campamento ``a fin de propiciar el encuentro solicitado?'' ¿Por qué pedir a uno de los actores lo que no se pide al otro? Ustedes son, por ley, coadyuvantes entre las partes en el diálogo. Sus acciones deben ser imparciales. La insistencia del coordinador para el diálogo, Emilio Rabasa, para que esa reunión se realice no puede sino provocar suspicacias.

En su comunicado señalan que han ``solicitado información al gobierno federal'' respecto al hostigamiento y amenazas del Ejército sobre los distintos Aguascalientes. Pero no comentan nada sobre los testimonios periodísticos que dan fe de los hechos denunciados. Tampoco han dicho una sola palabra como comisión --aunque integrantes de ésta es lo particular lo hayan hecho-- acerca de la falta de explicaciones del gobierno federal sobre las últimas incursiones militares en contra de comunidades rebeldes. Y si bien tiene razón el presidente en turno de la comisión, el panista Felipe de Jesús Vicencio, cuando afirma que ``las declaraciones del coordinador para el diálogo han sido demasiadas, y debido a la frecuencia, ha incurrido en expresiones poco afortunadas para el ambiente del diálogo'' (Reforma, 2/10/98), no se puede pasar por alto que se ha guardado silencio ante el hecho de que éste trató de explicar el simulacro de toma del Aguascalientes de La Realidad del 27 de octubre, utilizando un reporte de la Secretaría de la Defensa Nacional elaborado hace varias semanas.

Probablemente, algunos de ustedes suponen que su presencia física en La Realidad puede servir para aminorar la presión militar sobre la comunidad. Quizás esto suceda durante los dos o tres días que ustedes estén allí. Pero desaparecerá tan pronto se hayan ido. Por lo demás, está presente siempre el peligro de una traición del gobierno federal. Y un principio básico de todo insurgente es mantenerse vivo y en libertad. El 9 de febrero de 1995 está fresco aún en la memoria de todos. Apenas, el pasado 31 de octubre, dos jóvenes fueron inconstitucionalmente detenidas por integrantes del Cuerpo de Guardias Presidenciales porque vitorearon al EZLN frente al presidente Zedillo.

Cualquier observador del conflicto chiapaneco puede ver que se está gestando una nueva iniciativa de paz alrededor del encuentro entre sectores de la sociedad civil y delegados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que se realizará del 20 al 22 de noviembre. ¿No vale la pena apostar por el éxito de esta propuesta? Durante octubre, la presión internacional a favor de una salida negociada se intensificó. Al calor de la indignación por el aniversario de la masacre de Acteal crecerá durante los próximos meses.

Aunque los actores principales de esta movilización son los pueblos, se han involucrado en ella también partidos políticos, parlamentarios y gobiernos. Estos son hechos a los que ustedes no pueden sustraerse.

Señoras y señores legisladores de la Cocopa: de trasladarse el próximo 6 de noviembre a La Realidad servirán a la estrategia gubernamental de tratar de descarrilar el encuentro entre la sociedad civil y el EZLN, y de abortar el diálogo entre ustedes y los rebeldes. Su visita no hará sino malgastar un capital político y una autoridad moral que deben tener mejor destino. El proceso de paz requiere de ustedes. Es la hora del sentido común y la paciencia, no de los manotazos en la mesa.