La Jornada 3 de noviembre de 1998

Logra el MP 30 años de prisión para tres secuaces de los Arizmendi

José Galán Ť El juez 58 penal del Distrito Federal, Eugenio Ramírez Ramírez, consideró que no había elementos suficientes para mantener en prisión a tres individuos que confesaron formar parte de la banda de secuestradores y asesinos encabezada por los hermanos Arizmendi, por lo que había ordenado su libertad. Sin embargo, el Ministerio Público del fuero común, adscrito a la decimasexta sala penal, se inconformó, apeló y aportó elementos suficientes para revocar ese auto de libertad, por lo que ahora se obtuvo una pena de 30 años de prisión para los tres plagiarios confesos: Pablo Espinosa Portillo y los hermanos Adrián y Francisco Javier Molina Becerril.

Luego de que el MP se inconformara, se abrió el expediente 405/98, en el que consta que la magistrada María Esperanza Rico Macías encontró pruebas para dictar la pena. Además, impuso una multa por reparación de daño de 28 mil pesos para cada uno.

El 30 de junio de 1997, los tres inculpados, junto con otros cuatro sujetos, intentaron plagiar a María Blanca Lieja Durán, dueña de una escuela de idiomas, cuando viajaba en su Grand Marquis del año con matrícula del Distrito Federal. En el cruce de Parque del Río y Paseo de los Jardines, colonia Paseos de Taxqueña, el chofer de la empresaria y tres de sus escoltas, que viajaban en otros dos vehículos, fueron interceptados por dos camionetas de modelo reciente. De ellas salieron los siete sujetos con armas de alto poder con las que amagaron a los custodios, los ataron y arrojaron en uno de sus vehículos.

Posteriormente Espinosa Portillo trató de abrir la puerta del automóvil donde se encontraba la mujer, que estaba cerrada, por lo que disparó, pero resultó que el vehículo estaba blindado. El sonido de las balas atrajo a los policías auxiliares Abraham Genaro Flores Zepeda y José Antonio Trinidad, quienes fueron recibidos a tiros. El primero murió.

Sin embargo, su intervención obligó a los maleantes a emprender la huida en los automóviles, uno de los cuales, donde estaban amarrados los escoltas, fue abandonado en Escorpio 82, colonia Prados Churubusco.

Ricardo Hernández, chofer de un taxi ecológico, se dio cuenta de toda la acción y alertó a una pareja de agentes que patrullaban el rumbo, quienes de inmediato iniciaron la persecución del vehículo en el que huían los siete matones, les dieron alcance, y lograron detener a tres frente a la sucursal Banamex, en Calzada de la Viga, en la colonia Sifón.

Ante el MP, los inculpados confesaron dedicarse desde dos años atrás a la industria del secuestro bajo las órdenes de los hermanos Daniel y Aurelio Arizmendi.

Pero eso no fue suficiente para el juez Ramírez Ramírez, quien consideró que no había pruebas para mantenerlos en la cárcel. Con la apelación del MP ahora los inculpados cumplirán tres décadas tras las rejas.