José Blanco
Dos riesgos

El PRD ha optado por un camino de confrontación con el PAN, a propósito del Fobaproa.

Una encuesta reciente del Centro de Estudios de Opinión de la Universidad de Guadalajara reveló que 50.2 por ciento de los encuestados del país dijo estar de acuerdo con la propuesta del PRD, de que banqueros y funcionarios paguen los pasivos acumulados por el Fondo; sólo 9.5 por ciento estuvo de acuerdo con la propuesta del gobierno; 16 por ciento con la del PAN; y 20.2 por ciento con la del PRI (4.1 por ciento no contestó).

No hay duda de que la beligerancia perredista tiene base de apoyo político, aunque no tenga fundamento en las posibilidades efectivas de dar solución realista y legal a las injustas cuentas del Fobaproa.

El PRD está intentando capitalizar políticamente el asunto a costa del PAN lo cual, si en principio puede ser visto como un recurso legítimo en la lucha política, no es responsable con los problemas reales del país en esta materia y eso, sin duda, más temprano o más tarde puede revertirse al PRD con un costo multiplicado. Ese es su riesgo.

La decisión perredista no tiene marcha atrás. Ahora el PRD está obligado a comportarse como francotirador en uno de los asuntos económicos más graves que haya enfrentado el país en los últimos tiempos. La apuesta que decidió jugar es, al mismo tiempo, un autoimpedimento para proponer; le queda sólo la ``denuncia''. Su decisión, además, pone dificultades sin cuento, si no es que obstáculos insalvables, por un lapso indefinido, para llegar a nuevos acuerdos con el PAN en asuntos de relevancia nacional. Ha forzado las cosas, facilitando los acuerdos entre el PRI y su hasta hace poco aliado potencial opositor en multiplicidad de asuntos. Todo esto y mucho más debió ser previsto por el PRD, pese a lo cual eligió la vía de mantener en adelante un discurso exaltado. Todo parecería indicar que para el PRD el asunto Fobaproa decidirá la elección del 2000. El riesgo perredista parece muy alto: la elección del 2000 se halla aún muy lejos, aunque las campañas hayan dizque iniciado. En el aún remoto escenario de ganar la presidencia, el PRD enfrentaría un Congreso duramente opositor en mayoría.

El PAN eligió un riesgo distinto: conducirse responsablemente con el país, aun sin dividendos en el corto plazo. El que el PAN proclame como meritorio su propio proceder en este tema, no puede borrar del mapa político ese hecho: este partido ha realizado el mayor esfuerzo por construir una solución y, a pesar de ello, de acuerdo con la encuesta referida, la menor proporción de los encuestados estuvo de acuerdo con su propuesta.

La solución al Fobaproa no puede sino incluir los capítulos contenidos en la propuesta del PAN: un programa de apoyo a deudores; fincar responsabilidades legales a quienes hayan delinquido, a través de los procedimientos de ley; mecanismos para garantizar la salvaguarda de los ahorradores y para liquidar los pasivos que tengan salida en el mercado; devolver a los bancos no intervenidos las cuentas que deban cobrar; y asumir fiscalmente la parte imposible de rescatar, sin constituirla como deuda pública. Esto último no es ficción: lo que pagará ``la sociedad'' es en efecto lo mismo, pero la instrumentación de lo que es inevitable asumir fiscalmente no puede constituirse como deuda pública porque la Constitución la define y los pasivos irrecuperables de la cartera vencida no caen en el supuesto constitucional: aquí el punto es de carácter legal, es decir, ineludible. Con casi todo estuvo de acuerdo el PRD recientemente.

Explico las comillas. Si el presupuesto de egresos fijara como fuente del pago de los pasivos irrecuperables, no los bolsillos de los contribuyentes (el pago de impuestos), sino una parte de los ingresos petroleros, la obligación fiscal correspondiente no estaría a cargo de ``la sociedad''. Sin embargo, nada cambiaría con la mutación de forma, puesto que el gasto así financiado sería sustraído del beneficio social, y bien podría decirse que ese gasto de todos modos le costaría a la sociedad. En efecto, lo que no puede estar legalmente a cargo de personas particulares, bajo cualquier forma, por más vueltas que le demos, estará a cargo de la sociedad.