La Jornada martes 3 de noviembre de 1998

ASTILLERO Julio Hernández López

Un fantasma recorre el país: el intento de aumentar impuestos. Tanto en el plano federal como en las instancias estatales, hay pequeños geniecillos de la economía que tratan de impulsar la deslumbrante idea de que la mejor manera de enfrentar los problemas económicos actuales es exprimiendo más a los contribuyentes.

El asunto revela, desde luego, la aridez cerebral de quienes no encuentran mejores mecanismos para mantener el aparato estatal que la explotación de la riqueza generada por los particulares, pero también comprueba la peligrosa falta de sensibilidad de quienes desde la cúpula del poder creen posible bajar el pulgar con todo desparpajo para condenar al pueblo a peores sacrificios. Uno de los expedientes que manejan los burócratas geniecillos contempla el cobro de impuestos en los rubros de alimentos y medicinas. Es probable que pronto piensen en la posibilidad de cobrar por el número de puertas o ventanas de cada casa o por el número de respiraciones que realice cada ciudadano.

No es un exceso señalar que la nación mexicana es hoy una superficie preparada para que un chispazo la encienda. Durante casi dos décadas se ha mantenido a los mexicanos en una situación de extrema injusticia, con la reducción de sus niveles de vida, la cancelación de servicios básicos, lo que obliga a los jóvenes a emigrar a Estados Unidos, sepultando esperanzas a granel.

Nuevos impuestos serían hoy un elemento que agravaría la irritación social a cambio de sostener el despilfarro, la corrupción y los excesos de la clase política que hoy está en el poder. Las discusiones en la Cámara de Diputados, para elaborar la nueva Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación, deben tener como marco de referencia el precario equilibrio que hoy guarda la nación, y el riesgo siempre latente de que un tironcito más a la liga acabe por romperla.

Impuestos para unos, despilfarro para otros

Contra esa insensata pretensión del gobierno federal de allegarse recursos creando impuestos o incrementando algunos de los ya existentes, se ha levantado una muralla integrada por los empresarios mexicanos, a través de sus instancias representativas. El discurso de estos hombres de negocios señala que antes que sacarle más dinero a quien produce se debe evitar el despilfarro en el gasto público que se da, entre otros hechos, mediante la operación de secretarías y oficinas gubernamentales ineficientes y acaso innecesarias.

Los empresarios han encontrado una buena oportunidad para desplegar su ya muy conocido discurso contrario a la expansión del poder estatal. Tienen razones válidas para su argumentación, pues el pueblo mexicano está siendo obligado a pagar con su esfuerzo una estructura plagada de despilfarros y corrupciones terribles. No tiene, sin embargo, tal postura, una plena aceptación entre todos los mexicanos, pues -a diferencia de los antiestatistas que desean que las fuerzas del mercado asuman el control de la sociedad- sobrevive una tendencia social que desea una mayor presencia sana del Estado en la vida pública del país, exenta de los terribles vicios que hoy alientan a algunos a pedir su desaparición.

Los Gurrías estatales

En varias entidades del país se reproduce actualmente la exploración de caminos que lleven a la creación de nuevos impuestos o al incremento de algunos de los actuales. Según aseguran algunos gobernadores, los funcionarios de la Secretaría de Hacienda les han advertido de la grave situación de las finanzas nacionales y del virtual término de las inversiones y los ``apoyos'' económicos diversos. Los gobiernos estatales, se les ha dicho, deberán encontrar sus propias formas de financiamiento y, desde luego, un mecanismo fácil es el de apretar en el rubro de la recaudación de impuestos.

En Nayarit, un regalo para el perredismo

Se desvaneció la esperanza del hombre más rico de Nayarit, don Antonio Echevarría, de ser candidato a gobernador postulado por una alianza panista y perredista. Los militantes del blanquiazul en aquellas tierras gobernadas por Rigoberto Ochoa Zaragoza decidieron regalarle enterita la figura de don Antonio al PRD (y al PT como figura decorativa), y se abstuvieron de participar en la alianza que con entusiasmo promovían algunos segmentos panistas encabezados por una diputada local de ese partido que, además, es comadre de don Antonio.

Aún cuando de forma evidente ha influido en la decisión panista el envenenamiento que a causa del Fobaproa se ha dado entre blanquiazules y perredistas (lo que ya impidió la consumación de otras alianzas posibles, como la de Hidalgo, por ejemplo), en el caso nayarita es altamente decisorio el perfil ético del citado don Antonio, quien combinó durante doce años su prosperidad como empresario con el ejercicio de la secretaría de finanzas del gobierno estatal y otros años más como secretario general de gobierno.

La negativa panista de aliarse bajo la sombra del señor Echevarría favorecerá sin lugar a dudas al priísmo ortodoxo, que aún no postula candidato (como, en esencia, tampoco lo hace aún el PRD, aunque en nada hace falta a la convención electoral interna del sol azteca si, desde ahora, se asume como candidato don Antonio y la cúpula perredista local, adecuadamente maiciada, está abiertamente a favor de su patrocinador). Pero ese beneficio para el priísmo no habrá de significar, en realidad, un agravio para los intereses y principios genuinos de lo que es llamado genéricamente oposición: el PRD, con su candidato Echevarría, no postula una posibilidad de cambio en Nayarit, sino un acomodo inmoral en aras de beneficios electorales.

Movimientos de tropas en Chiapas

Informa Javier Ibarrola en su columna Fuerzas Armadas, de El Financiero, de los movimientos de tropas realizados recientemente en Chiapas. Según la siempre bien orientada consideración de don Javier, tales movimientos obedecen a ``una estrategia definida para que la tropa no se involucre en actos que pudieran caer en la ilegalidad o el contubernio locales''. En ese contexto, el 24 Regimiento de Caballería Motorizada fue trasladado a Reynosa, Tamaulipas, luego de permanecer durante 17 años en Comitán.

Este, añade Ibarrola, ``es el movimiento más reciente de tropas que ordena el alto mando en los últimos cuatro años, ya que hace dos trasladó hasta el municipio de Ocosingo al 31 Batallón de Infantería, que se localizaba en Culiacán, Sinaloa...'' Otro relevo significativo, se agrega en la columna citada, ``fue el del 36 Batallón de Infantería, que se localizaba en Tonalá y fue transferido al estado de México''.

Tlaxcala, la sorpresa posible

Una escisión priísta de última hora se está convirtiendo en la única esperanza perredista de hacerse de un gobernador en la canasta básica que se subastará este domingo en tres estados del país.

Alfonso Sánchez Anaya, hijo del ex gobernador Emilio Sánchez Piedras, decidió renunciar al PRI luego de buscar que este partido lo postulara como candidato a relevar a José Antonio Alvarez Lima. En medio del rejuego de intereses que se dio en aquella pequeña entidad, con -por un lado- los seguidores del actual mandatario, y -por el otro- los de la senadora y ex gobernadora Beatriz Paredes, Sánchez Anaya alcanzó a abordar el camión pintado de negro y amarillo, con logotipos de soles aztecas en los lados, antes de que se cerrase el período de registro de aspirantes al máximo cargo estatal.

Frente a Joaquín Cisneros, que es el candidato priísta, Sánchez Anaya ha ido ganando fuerza. Circulan en las redacciones de los periódicos algunos envíos con tufo cenecista en los que se detallan con tintas fuertes los presuntos excesos y desvíos personales de Cisneros. En otros ámbitos también se reproducen acusaciones contra Sánchez Anaya. Lo único cierto es que Tlaxcala, hasta hace poco uno de los escasos paraísos priístas (como Zacatecas o Baja California Sur) vive hoy un crecimiento de la oposición cachada por el PRD. En la cúpula de ese partido (que junto con PT y PVEM postulan al citado Sánchez Anaya) hay una clara percepción de que en Tlaxcala tienen la única posibilidad de triunfo en los comicios de este domingo.

Astillas: La fotografía con la que Pedro Valtierra ha ganado el premio Rey de España resume la lucha que vive el pueblo chiapaneco. La frágil mujer que con decisión empuja a un soldado (que al mismo tiempo trata de mantener la posición enhiesta, y de no ofrecer una resistencia que lastimase a su hermana de pueblo), es de una belleza excepcional. Pedro, con este premio, recibe un reconocimiento más a su maestría técnica, a su búsqueda incesante del enfoque, el ángulo y el momento adecuados, y a su condición permanente de jornalero batallador.

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