Arturo García Hernández Ť No tiene aspiraciones de diva, ni quiere ser vista sólo como símbolo sexual. La venezolana Eileen Abad es, ``por encima de todo'', actriz. Y como tal quiere hacerse un lugar ante los televidentes mexicanos que siguen El amor de mi vida, la nueva producción de Argos, donde encarna a Patricia, una chava ``sexy pero no vulgar'', que se enamora de un hombre casado. Tal es el conflicto central de la telenovela.
Formada en una de las escuelas de teatro más prestigiadas de Venezuela, con varias telenovelas y películas en su haber, Eileen ya es en su país toda una figura del cine, el teatro y la televisión. Aceptó venir a México en busca de un crecimiento profesional y personal y ``porque México, que es visto como el Hollywood de las telenovelas, es un mercado importantísimo''.
--En El amor de mi vida tu personaje es amante de un hombre casado, ¿entonces, en el amor como en la guerra todo se vale?
--No me parece. Eso funciona para ciertas cosas, pero no en todos los casos. Es decir, si a mí, Eileen Abad, se me acerca un hombre casado que dice: ``Mi amor, mira, me voy a divorciar, porque mi matrimonio está mal'', digo: ``Bueno, divórciate, arregla tu problema y después hablamos y me propones todo. Antes no''. Según mis principios y mis parámetros, yo creo en la institución matrimonial y sí quisiera que fuera para toda la vida, pero no puedo decir que yo nunca me voy a enamorar de un hombre casado. ``¡Dios me libre!'', dice una, pero muchas veces el destino te sorprende.
``Por eso hacer este personaje, Patricia, es un reto bien interesante. Ella es víctima de las circunstancias. Es la primera vez que hago una antagonista, pero no la típica antagonista mala de la típica telenovela rosa, que hace mal y no le importa nada. Es una chava que, así como yo, en la telenovela es extranjera. Comparte un departamento con su prima y tiene lejos a la familia. La única persona que en el trabajo se le empezó a acercar, a piropear y a decir cositas, fue Daniel (José Angel Llamas). Ella se dejó envolver, porque él le ha dicho que está mal su matrimonio y que se va a divorciar.
--Ya en esa situación, ¿qué es mejor: ser la esposa o la amante?
--Lo mejor es que el hombre y la mujer hablen antes de llegar a esta circunstancia. Que hablen y digan: mira, aquí está pasando algo. Para que ninguna de las dos partes sufra. Lo que pasa es que el hombre, el mero macho, se siente bien con dos, tres, cuatro mujeres. Si las cosas van mal, no nos vamos a maltratar o a agredir, es mejor separarse. Por eso no se trata de que es mejor, ser la amante o la esposa. Yo no quisiera tener que pasar por esto más que en una telenovela y ya.
--Bueno, ¿quién te genera más simpatía, la amante o la esposa?
--Son dos casos totalmente distintos. No las puedo comparar porque son víctimas de circunstancias distintas. Ana (Claudia Ramírez), la esposa, no es una mala persona. Patricia tampoco lo es, ni quiere hacerle daño a Ana. Son mujeres dignas, ambas.
--Dice un escritor, Guillermo Cabrera Infante, que las mujeres no quieren seso, no quieren sexo, sólo quieren romance. ¿Es cierto?
--Es relativo. Cada mujer pensamos distinto. Yo no puedo hablar por todas las mujeres.
--Habla por ti.
--A mí sí me gustaría tener una relación que sea con la persona que me voy a casar. Y que sea sexo, amistad, compañerismo, unión, fidelidad, todo en una sola relación. Es lo ideal. Pero eso no lo decido yo. Muchas veces te fijas en la persona que no es la indicada y te das cuenta y dices: mejor lo dejamos así. O sea, no hay una verdad exacta. Cada caso es distinto. La pregunta es muy general.
--Ahí te va otra: ¿es cierto que los hombres sólo piensan en eso?
--Mira, se dice que por instinto el hombre, por su naturaleza, tiende a llevarse más por el sexo que por la razón. Piensa más con el deseo y menos con el corazón... ¡Oye, pero tampoco son el demonio! ¡Imagínate, si no puedo vivir sin ellos! Por eso también es una generalidad. Hay muchas mujeres que también son iguales que los hombres. O sea, el hombre también piensa; puede decir: yo mejor arreglo las cosas con mi esposita y me quedo tranquilo. Pero cada quien decide lo que hace con su vida y con su cuerpo.
--Tú derrochas sexualidad y sensualidad; ¿cómo lo vives, llega a ser molesto, se sobrepone a todo lo demás que eres?
--Por encima de todo soy actriz. La sensualidad en este caso es una característica del personaje. Es la primera vez que hago un personaje con problemas de mujer, de una mujer sensual mas no vulgar. Yo aunque tengo cara de niña tengo rasgos sensuales. Pero por encima de las características del personaje, es importante que la gente sepa que tengo currículum, que vengo de teatro o cine, que no me estoy vendiendo como una bomba sexy. ¿Ok?
--¿Es difícil ser bella?
--Eso está en cada cabeza. Lo que para uno es bello para otro no lo es, o para otros es feo.
--Pero hay patrones. No creo que haya un hombre que pueda decir que no eres bella.
--¡Qué compromiso! ¡Imagínate! No sé. Lo que pasa es que para mí la belleza es efímera y va acompañada de tu espíritu. Yo me llego a sentir mal espiritualmente y me veo al espejo y digo: ¡qué horrible eres! Y otro día a lo mejor no he dormido y tengo ojeras, pero me siento bien espiritualmente y, tú sabes, te brota un brillo por los ojos y dices: ¡guau! ¡Pero qué guapa amanecí hoy!