Resorte sufrió el típico bajón de consola

Patricia Peñaloza Ť Máscara chafita de diablo tipo Lagunilla, maracas en mano, tarolazo repunteado, y una voz rasposa que entona: ``The beautiful people, the beautiful people!''. Pero... ¡No! ¡No es Marilyn Manson! Se trata del paródico Billie Joe Armstrong y su Día Verde, en miércoles de punk divertidísimamente fresa, inofensivo, irreverente. ¿Cómo son posibles ambas cosas? Hablamos de los noventa.

Si pensaron que habría portazo en el Pabellón Este del Palacio de los Deportes, con el toquín de los californianos neopunketos de Green Day, erraron. ¿Creen que los punks de a filos en la cabeza gustan de esta banda? Nel, ellos puro tradicional y gruesote. ¿Creen que siendo de a 200 lucas el precio general, habría más personal que el del circuito Roma/Condesa/Coyoacán? Nombre: puro pelo verde de a pintura Vinci (no los fuera a regañar su mamá). Niños y adolescentes de 10, 15, 20, listos para corear las letras de Dookie, Insomniac y Nimrod. Según Beto Rebollar, vocal del grupo ramonero Los Imposibles, todas las bandas de punk estaban presentes (aunque yo nunca vi a los de la banda Atoxicco).

El escenario: una especie de cocherota (si acaso por eso quedó lo de ``tocada garage'', como la nombró la organizadora Orbita 105.7 FM) sin las odiosas sillitas del Palacio, lo que favoreció la espontaneidad y la cercanía (si no, pregunten a quienes recibieron piernazos o cabezazos desde los aires, cortesía: el eslam). Unos tres mil adolescentes esperaban cuando, al grito clásico y aguardientoso de ``¡Re-sor-teee!'' vía Tavo, guitarra y vocal, comenzó de telonera la trashera/hiphopera banda de ese nombre, de calidad y jale capitalino... desgraciadamente, sufrieron del típico bajón en consola: nada de voz, nada de bataca, pura masa ruidosa. ¿Para qué invitar a una buena banda, si los responsables del sonido la van a quemar?

La chamaquiza enloqueció cuando aparecieron Billie Joe en guitarra y voz (con su tradicional corbata de mesero, pantalón y tenis mugrosos, y desgreñiza güera), Mark Dirnt en el bajo, y el tamborero Tré Cool, acompañados ocasionalmente por un abejorro (igual al que parodia a Chespirito en los Simpson) en trompeta, y por... ¿de qué era el disfraz amarillo puntiagudo, con patitas encueradas, que tocaba el trombón? Bueno, la onda es que con pocos instrumentos, equipo macizo (ellos sí sonaron), y desenfado a raudales, ni un minuto aburrieron Armstrong y camaradas.

Con constante autoparodia (``I'm stupid'', ``I'm an asshole''), Billie destiló su noventismo punk con genuino valemadrismo, para romper incluso con la misma etiqueta punk de tener que ser ``muy malo''. Por el contrario, Billie se comporta como cualquier chaval, canta letras cotidianas, y es generoso, respetuoso en extremo con el público; es majadero, pero no insulta ni permite que se aburra un instante: realiza competencias de gritos (ahora los de acá, ahora los de allá), invita a quien sepa tocar la guitarra a echarse un palomazo (subieron dos cuates, pero no sabían ni tomar el instrumento; el tercero sí supo, y que se avienta una rola con la banda). Igualmente, se pone una sobre otra las decenas de prendas que los fanáticos le arrojan; avientan con pistolones de agua, él y el abejorro, chorros al acalorado público; rompen al final la batería a lo Who.

Con poca parafernalia y buen punk/pop, Armstrong se echa a los pubertos a la bolsa. El mismo ha dicho: ``El punk fue mi mejor educación, pero no nos encasillamos como tales. El punk no es necesariamente rápido y de tres acordes. Yo me considero tan sólo un escritor de canciones'' (Spin vol. 13, núm. 9). Israel, experto en punk underground californiano, me dice: ``Estos se fusilaron a NO.P.X. y a MXPX. Los punks netos escupen al cantante y él tiene que aguantar''. Raymundo, de 16 años, opina: ``Son la neta, promueven pasártela bien, la libertad de expresión''.

Lejos del no-futuro sexpistoleano, Green Day y los neopunks, con sensatez findesigliana, quieren sólo echar relajo y ser buenos padres de familia. Dice Billie: ``Quiero mandar a mi hijo Joey a una escuela decente, pero no quiero que crezca como un niño rico y dependiente'' (íbid).