Día de Muertos

Columba Vértiz de la Fuente Ť El Día de Muertos no es triste (no se celebra a la muerte), sino alegre. Se festeja a la vida. Por eso las ofrendas son comestibles, fuente de regeneración, materia de sobrevivencia, alimentos para frutecer. Uno de los lugares que reflejan las costumbres y tradiciones de esta fecha es Hueyapan (Morelos), ubicado en la ladera sur del Popocatépetl, entre bosques de encinos y oyameles.

Paseos Culturales del Instituto Nacional de Antropología e Historia invita a un recorrido por este lugar, en el que Tomás Jalpa Flores será el guía y hablará de esta celebración. Se puede llegar ahí por dos rutas: Cuautla, siguiendo el camino a Izúcar de Matamoros en la desviación a Zacualpan, o bien por los caminos de Yecapixtla, Ocuituco o Tetela del Volcán.

Ante la firme convicción de que los muertos regresan cada año, con cariño y amor se les ponen las flores, la comida, el incienso, el agua, las velas, los juguetes a los niños, una marca de cigarro y de bebida, una foto, en fin. Hueyapan se caracteriza porque en día de muertos vive un tiempo especial. Jalpa Flores dice que el ambiente se inunda del aroma del ocote que sale de los fogones y los hornos de pan; del incienso que se quema en los patios, y del cempaxochil, el tlemolillo, el pericón y otras flores que adornan las entradas y las ofrendas familiares.

``En esa comunidad, el 31 de octubre se barren los patios y en las puertas que dan a la calle se cuelgan jarros con agua, adornados con una corona de cempaxóchil, como símbolo de bienvenida. Se pone un camino de flores que guía a las ánimas al interior de la casa, donde se coloca la ofrenda de comida y pan en forma de animales y figuras humanas. También en la puerta de la casa se colocan canastas de fruta. El día dos de noviembre, se va al panteón a ver la tumba y a enflorarla. Al medio día se realiza una misa. Por la tarde, las personas de nuevo van al panteón con canastas llenas de la comida que se había puesto en la ofrenda, para convivir con sus familiares vivientes. Es una peregrinación llena de colorido y misticismo, en la que la comercialización no ha entrado, por fortuna, y donde se puede apreciar un ambiente singular''.

Hueyapan es una comunidad nahua, enclavada en lomeríos, cuyos suelos son ocupados por cultivos de maíz y flores multicolores.

En su centro hay un templo sencillo construido por los dominicanos en el siglo XVI. Sus calles de empedrado y tierra desembocan en las barrancas. Las casas son de adobe, con techos de dos aguas, cubiertos con teja. Es un paisaje singular de los pueblos de la montaña. Está a tiempo de cambiar su rutina este fin de semana. Se puede hospedar en Cuernavaca o Cuautla o regresar el mismo día si es que prefiere ir con el INAH. Para gozar de este paseo se pueden adquirir informes a los teléfonos 553-23-65, 553-38-22, 616-52- 27 y 616-52-28. Donativo: $170.00.