La Jornada 2 de noviembre de 1998

Fotos del domingo sangriento de Irlanda, en muestra de Ziff-Meyer

Merry Mac Masters Trisha Ziff-Meyer no vivió el ``domingo sangriento'' irlandés de 1972, pero el lustro que pasó en la ciudad de Derry a principios de los ochenta constituyó un ``punto crítico'' en su vida. La mayor parte de su trabajo como curadora y escritora inglesa, durante los últimos 20 años, se ha relacionado, desde una perspectiva cultural, con Irlanda y específicamente con la parte norte de esa isla.

La instalación de un taller de arte comunitario de cine y fotografía fue lo que la llevó a Derry, donde una estancia que previó para un año se convirtió en cinco. Vivió, incluso, en un edificio llamado Rossville Flats, que tenía vista hacia el estacionamiento donde se produjo aquel domingo sangriento, que se recuerda cada 30 de enero. Así que cada vez que corría las cortinas de su cuarto veía el escenario de la masacre.

Para la gente de Derry, el domingo sangriento había sido algo parecido a la muerte de John F. Kennedy. Además, sus sobrevivientes lo recuerdan como si hubiera sido ayer, cuenta Ziff-Meyer en entrevista. Muchos recuerdan que el aire de aquella mañana era frío, e incluso hay quienes le han dicho que ``se acuerdan de lo que almorzaron antes de dirigirse a la marcha''. Algo parecido le pasó cuando vino a vivir a México: ``Todo el mundo me contaba su experiencia respecto del terremoto del 85. Fue un momento que marcó la vida de las personas, uniéndolas, porque todas lo habían experimentado juntas''.

El año pasado Ziff-Meyer montó la exposición Relaciones distantes, en el Museo de Arte Carrillo Gil. Se trataba de juntar artistas mexicano e irlandeses, chicanos y de la diáspora irlandesa. Para ese proyecto se armó una antología que la curadora llevó a la casa editorial Smart Art Press, en Santa Mónica, California, cuyo dueño es el coleccionista y productor de televisión Tom Patchett. Cuando Relaciones distantes itineró a Dublín, se invitó a Patchett, quien quedó gratamente impresionado con lo que allí vio. De modo que propuso hacer una exposición en su galería Track 16, y le pidió a Ziff-Meyer que la curara.

La chispa que desencadenó la muestra fue una imagen que la entrevistada recordó haber visto en La Jornada con motivo del 25 aniversario del domingo sangriento. En la gráfica se veía una serie de catorce enormes estandartes, cuyos retratos recordaban a las trece personas asesinadas aquel día (uno murió después). La curadora decidió buscar las banderolas y llevarlas a Santa Mónica para su exhibición. Durante el proceso curatorial las familias de las víctimas se involucraron en el proyecto, al que apoyaron prestando objetos que habían pertenecido a los muertos. La muestra, para la cual se editó un pequeño catálogo, resultó una experiencia ``muy dolorosa'', porque Ziff-Mayer tuvo que trabajar con cada una de las familias de las víctimas. Para establecer aquellas relaciones, cada quien contó su historia. ``Me estaba en el teléfono durante horas desde Los Angeles a Irlanda, escuchando a estas personas, que no habían podido aceptar el asesinato de sus seres queridos, porque nunca habían tenido un resultado legal justo respecto de lo ocurrido. En 1972 hubo un tribunal que exculpó al ejército británico y difamó a los muertos, aunque las familias continuaron haciendo campaña a favor de la inocencia de sus parientes''.

Segunda versión de la muestra

En la actualidad Ziff-Meyer prepara, para el Centro de la Imagen, una segunda versión de la muestra, que promete ser mucho más elaborada. Constituye, además, el lanzamiento de lo que llama ``la gira de las Américas''.

Una nueva investigación arrojó más datos. A través de las personas que estaban armando la averiguación por parte de los familiares se encontró un cajón de fotografías que ha- bían sido tomadas por una amplia gama de fotógrafos, desde conocidos internacionalmente hasta los aficionados que tomaron imágenes desde la ventana de su recámara. Al respecto, la entrevistada afirma que su comprensión del domingo sangriento cambió al conocer aquel cajón de fotografías y, por lo mismo, cambió su criterio sobre la exposición. ``Entendí dos cosas fundamentales al ver aquellas imágenes; primero, que la masacre fue registrada gráficamente y, segundo, que fue fotografiada por un número extraordinario de personas. En algunas de las fotos se aprecian equipos de filmación; así que hubo fotógrafos y cineastas presentes''.

Antes de eso, Ziff-Meyer había visto el trabajo de un solo fotógrafo, Gilles Peress, de Magnum, cuyas fotos estaban enfocadas hacia los sucesos. ``Sus imágenes daban la impresión de que le habían dado una exclusiva. Cuando extendí mi horizonte y comencé a ver otra obra, me di cuenta de que ese no era el caso. De la misma manera que estas otras fotografías no constituían evidencia, por ser interpretativas, tampoco lo eran las imágenes de Peress''. Lo que sí hacían las placas juntas era armar una historia, porque cada una apoyaba a la otra. Para la entrevistada, la fotografía no dice la ``verdad'', aunque de alguna manera dice ``una'' verdad. Pero las fotos encontradas ofrecían tal multiplicidad de imágenes de la misma escena que se reforzaban entre sí. Teniendo en cuenta que se trataba de la Gran Bretaña de principios de los años setenta y bajo un gobierno conservador, la sensación que le dejaron las fotografías fue de un movimiento por derechos civiles, que había sido influido por el de Estados Unidos y por los acontecimientos del 68, incluso de México. ``Sin embargo, obviamente hubo una decisión política de confrontar fuertemente, con tantos medios de comunicación, a un grupo de manifestantes pacíficos de derechos humanos. Había niños en aquella marcha; la gente cargaba con su almuerzo. Cada reportero que he leído habla de una atmósfera carnavalesca''.

Después de la masacre, sigue relatando la entrevistada, los cuerpos desaparecieron durante horas, y después aparecieron en la morgue, y tenían rastros de pólvora.

``Un padre vio que a su hijo lo habían matado a balazos --de hecho, dediqué nuestro libro-catálogo a aquel padre, Alec Nash, un hombre que nunca he conocido-- y que colgaba de una especie de pequeña barricada que los jóvenes habían construido. Se dirigió hacia el cuerpo de su hijo, pero en el trayecto resultó herido. No le permitieron el acceso. La comunidad quedó traumatizada. Fue el nacimiento del Ejército Revolucionario Irlandés, ya que la gente del norte se dio cuenta en ese momento de que el diálogo a través de los medios constitucionales no iba a traer un cambio''.

En el referido libro se incluyó el testimonio de un hombre joven que se enlistó en el ERI como resultado directo de lo que vivió en el domingo sangriento. ``Fue el comienzo de una fase en la guerra que ahora ha terminado, en el sentido de que ha entrado a otra fase, que es la del proceso pacificador. De manera que el domingo sangriento anunció un periodo de 25 años de lucha armada antes del primer cese del fuego en 1995''.

Los familiares recabaron fondos

En su mayoría, los fondos para la exposición del Centro de la Imagen fueron recabados por los familiares de las víctimas, muchos de los cuales, asistirán al acto inaugural el próximo 12 de noviembre, como Tony Doherty, cuyo padre, Patrick, fue asesinado. La apertura estará a cargo de Gerry Adams, presidente de Sinn Fein. Los familiares tendrán otra tarea, la de transportar personalmente los objetos que pertenecían a aquellos seres queridos, como son una golosina Mars Bar, o un cuaderno en el que, en una hoja, un joven muerto había practicado su firma una y otra vez, mientras que, en la otra, había citado una canción de John Lennon. Tony, por ejemplo, ha prestado el contenido de los bolsillos de su padre. Ahora no se cuenta con mucha ropa de las víctimas, porque ésta fue requerida para la nueva averiguación que se realiza en torno a la masacre.

La exposición Verdades ocultas. Domingo sangriento 1972 reúne material histórico desde 1968 hasta la fecha sobre la matanza, así como fotografías tomadas en aquel momento. Ziff-Meyer señala que muchas de las imágenes fueron captadas por Fulvio Grimaldi -por cierto, uno de los italianos expulsados de México a principios de este año-. Grimaldi también realizó una grabación del ambiente de la matanza, así que se cuenta con ese audio. Se incluye, además, un trabajo realizado por la fotógrafa irlandesa Joanne O'Brien, radicada en Inglaterra, quien retrató a los familiares parados en los lugares donde sus parientes fueron asesinados.

Además de los estandartes elaborados para la conmemoración del 97, se cuenta con un conjunto de grandes imágenes sobre vinílico, hechas por un grupo de fotógrafos denominado Artists for Irish Peace (Artistas para la Paz Irlandesa), radicado en Nueva York, que fueron incorporadas para contextualizar la guerra en Irlanda.

Después de México, la muestra -de 120 objetos- itinerará a San Francisco, California. Posteriormente, viajará a Boston, Washington, Filadelfia y Riverside. El libro-catálogo, bilingüe, comprende ensayos de diez autores y 65 de las imágenes que integran la exposición.

(Verdades ocultas. Domingo sangriento 1972 será inaugurada el 12 de noviembre a las 20 horas en el Centro de la Imagen.)